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Tecnología y Sociedad

La educación digital aprende de sus propios datos

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Los tecnólogos e inversores apuestan por nuevas formas de enseñanza que analizan toda la información de los estudiantes para mejorar

  • por Nanette Byrnes | traducido por Teresa Woods
  • 28 Julio, 2015

En cuatro pequeños colegios de San Francisco (EEUU) se está realizando un experimento de datos. Con ello, AltSchool está probando cómo la tecnología puede ayudar a los profesores a maximizar el aprendizaje de sus alumnos.

Fundado hace dos años por el experto en datos y antiguo director de personalización de Google, Max Ventilla, AltSchool dirige colegios llenos de la tecnología de recopilación de datos.

La información es recopilada desde el momento en que cada alumno llega al colegio y se inscribe en una app de asistencia. Durante parte del día los alumnos trabajan de forma autónoma, utilizando iPads y Chromebooks en "listas de reproducción " de actividades que los profesores han seleccionado de acuerdo a los objetivos personales de cada alumno. Se capturan datos sobre el progreso de cada alumno para la revisión posterior de los profesores. Las clases se graban y los profesores pueden marcar los momentos importantes pulsando un botón, de la misma manera que uno grabaría su programa de televisión preferido.  

La idea es que todos los datos de esta red de colegios se incorporarán a un sistema operativo centralizado e inteligente que podrán utilizar los profesores para diseñar una instrucción efectiva y personalizada. Incluso lleva incorporado un buscador de recomendaciones.

Mientras que la mayoría de los colegios no disponen del tipo de tecnología que está desarrollando AltSchool, las aulas cada vez se están llenando más de portátiles y otros materiales didácticos digitales. Este año se espera que en Estados Unidos los colegios primarios y secundarios se gasten 4.700 millones de dólares (unos 4.233 millones de euros) en tecnología de la información. La novedad es que muchas de estas tecnologías captan cantidades expansivas de datos, lo suficiente para buscar patrones significativos y revelaciones acerca de cómo aprenden los alumnos. El potencial para que se convierta en un beneficio económico es uno de los principales motivos por los que los inversores han aumentado la financiación de las start-ups de tecnologías educacionales a nivel mundial desde los 1.600 millones de dólares (unos 1.442 millones de euros) en 2013 hasta 2.400 millones de dólares (unos 2.163 millones de euros) en 2014; se invirtió más de mil millones de dólares más (unos 901.000 euros) durante el primer cuatrimestre de 2015, gran parte de ello en China. Qué nos enseñan todos estos datos acerca de cómo aprendemos y si la tecnología realmente está mejorando la instrucción son las dos grandes preguntas que se encuentran en el núcleo de este Informe Especial.

En los AltSchools, donde la matrícula puede superar los 20.000 dólares (unos 18.000 euros) al año, el objetivo es crear una instrucción altamente personalizada basada en un sistema que podría crecer hasta alcanzar una escala enorme. Se estrenarán cuatro AltSchools nuevos el próximo otoño, incluido uno en Brooklyn, Nueva York (EEUU) y Ventilla espera terminar vendiendo el acceso al sistema a otros colegios también. AltSchool ha recaudado 133 millones de dólares (unos 120 millones de euros) de inversores como el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, el inversor de riesgo John Doerr, Omidyar Network, y las agencias de capital riesgo Andreessen Horowitz y Founders Fund. "¿Y si intentáramos crear no sólo colegios geniales a los que nos gustaría enviar a nuestros hijos, sino un ecosistema en expansión?", pregunta Ventilla, que empezó a pensar en la educación cuando junto a su esposa matricularon a su hija en la guardería en 2012. "¿Qué papel puede jugar la tecnología para convertir a cada niño y a cada pareja de padres y educadores en una superpotencia?"

Se están llevando a cabo experimentos similares en las universidades también. Durante los siete años que han trascurrido desde que el primer "curso en línea masivo y abierto" (MOOC, por sus siglas en inglés), Conectivismo y Conocimientos Conectivos, fue impartido por primera vez por dos educadores canadienses, Stephen Downes y George Siemens, los MOOC se han convertido en una fuente de enormes cantidades de datos acerca del comportamiento de los alumnos. El análisis de estos datos se ha intensificado desde 2012, cuando tres de las más grandes plataformas para estas asignaturas se lanzaron: la empresa conjunta de Harvard y MIT (ambos de EEUU) llamada EdX, y dos empresas con ánimo de lucro fundadas por antiguos profesores de la Universidad de Stanford (EEUU), Udacity y Coursera. Entre el otoño de 2012 y el verano de 2014, más de un millón de personas participaron en las 69 asignaturas abiertas online de edX, llegando a realizar más de 1.100 millones de clics en los servidores de edX.

Mientras que solo un porcentaje pequeño de los alumnos registrados llegan a completar un MOOC, sus datos están ayudando a que los educadores desarrollen nuevos modelos educativos que prometen ser más efectivos – como programas que combinen la enseñanza online con el coaching o apoyo individualizado, exámenes regulares y otros seguimientos de los progresos.

En algunos casos este método ha gozado de un éxito mayor que la instrucción tradicional en aula. La Universidad Estatal de Arizona (EEUU), por ejemplo, ofrece más de 90 diferentes grados de licenciatura y posgrado online, parte de un objetivo a largo plazo como universidad pública de ampliar del acceso a la educación. La universidad imparte asignaturas de matemáticas de primer curso a más de 8.000 alumnos por año. Los que necesiten ayuda para alcanzar el nivel universitario se colocan en Matemáticas en Desarrollo, una asignatura donde típicamente el 50% de los alumnos habían suspendido, o habían aprobado por los pelos.

Hace cuatro años, la Universidad Estatal de Arizona hizo una combinación de sus enfoques tradicionales y online a las Matemáticas en Desarrollo, cambiando las clases presenciales por videoclases e incorporando una herramienta online suministrada por una empresa llamada Knewton. Esta analiza a los alumnos mientras realizan lecciones de matemáticas online para comprender cómo aprenden mejor, el contenido que sí han aprendido a dominar y el que no. Informes acerca de los progresos de cada alumno, el tiempo que han dedicado y su nivel de compromiso y de éxito son enviados a los tutores que se ponen en contacto con el alumno mediante el correo electrónico, mensajería instantánea o en persona. Durante los primeros dos semestres en los que la universidad empleó este método, el porcentaje de alumnos aprobados alcanzó el 75%.

De una manera similar, Udacity se ha estructurado alrededor de los estímulos individualizados. Durante el primer mes que ofrecía una "nanolicenciatura" en programación Android, diseñada en colaboración con Google, Udacity informó de que los alumnos habían presentado más de 2.000 proyectos, que luego fueron evaluados por expertos de programación de todo el mundo. El cofundador Sebastian Thrun dice que el 91% de los alumnos de pago con este tipo de modelo de coaching completan el programa de estudios. Aunque no supone un contraste perfecto, el MOOC que impartió Thrun de Robótica Abierta como profesor de la Universidad de Stanford (EEUU) tuvo una tasa de finalización del 2%.

Los datos procedentes de la enseñanza online ofrecen un nuevo nivel de retroalimentación para los profesores también.  Los profesores de la plataforma Coursera disponen de una consola donde pueden ver el momento exacto de un vídeo cuando es más probable que los alumnos dejen de verlo, qué porcentaje de alumnos aciertan a la primera con la respuesta a una pregunta de seguimiento, y otras métricas. Si solo 20 alumnos de 200 aciertan la respuesta a cierta pregunta, el profesor puede volver a examinar cómo se enseñó el contenido durante el vídeo o cómo se formuló la pregunta para averiguar qué falla.

"Impartí clases en la universidad durante 18 años, y nunca recibí este tipo de retroalimentación detallada", afirma la profesora de ingeniería de la Universidad de Stanford Daphne Koller que cofundó Coursera hace tres años.

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