Las propuestas para crear una política de “quien envía, paga”, enturbiarán los debates de Naciones Unidas en Dubái.
¿Más autoridad?: Hamadoun Touré es el secretario general de la UIT, una agencia de las Naciones Unidas que debate desde este lunes sobre la posibilidad de regular Internet.
Una agencia de Naciones Unidas ha abierto el debate sobre si debería empezar a regular Internet. Las propuestas más polémicas provienen de proveedores de telecomunicaciones europeos y de los países árabes y africanos que quieren que los grandes proveedores de contenido paguen por enviar datos a través de sus redes.
El concepto –que se conoce como “quien envía, paga”- cambiaría por completo la economía actual de Internet. Hay países que afirman que sus redes están sobrecargadas por vídeos y otros contenidos proporcionados en gran medida por empresas estadounidenses como Facebook, Netflix y Google. Estos países sugieren que unas tarifas impuestas a los proveedores de contenidos servirían para costear los gastos locales de infraestructura.
En una conferencia que tiene lugar del 3 al 14 de diciembre en Dubái (Emiratos Árabes Unidos), 193 países miembros decidirán si la Unión Internacional de las Telecomunicaciones, una agencia de Naciones Unidas, debería empezar a regular Internet de alguna manera, a través de una puesta al día de las Regulaciones Internacionales sobre Telecomunicaciones. La UIT establece estándares mundiales y hace labores de coordinación del uso del espectro de radio y las llamadas telefónicas a larga distancia, por ejemplo. Pero no ha actualizado sus regulaciones desde 1988 y no incluye Internet.
Según el Gobierno de Estados Unidos, así es como deberían seguir las cosas. Una postura que comparte Vinton Cerf, uno de los inventores de los protocolos originales de Internet, que ahora trabaja para Google como su evangelizador jefe de Internet. Cerf afirma que algunos de los países que proponen políticas de “quien envía, paga” simplemente intentan recuperar las tarifas usureras que antes obtenían del monopolio estatal sobre las telecomunicaciones. “No se dan cuenta de que en el modelo de Internet todo el mundo paga por entrar, tanto la fuente de los datos como el destinatario. El sistema es simétrico”, sostiene. “Todo el sistema ha evolucionado para ser práctico y funciona muy bien”, añade.
El modelo de “quien envía, paga” fue propuesto inicialmente por empresas europeas de telecomunicaciones este año. Hace poco una delegación de países europeos afirmó que no defenderá esas propuestas, pero países árabes y africanos han propuesto sus propias versiones. (Se pueden ver todo tipo de propuestas en Wcitleaks, donde se encuentran documentos relacionados con esta conferencia, denominada Conferencia Mundial sobre las Telecomunicaciones).
Las compañías europeas de telecomunicaciones se sintieron agraviadas por un estudio encargado por ellas mismas, que argüía que los servicios intensivos de vídeo se estaban convirtiendo en un lastre para sus redes. El estudio afirmaba que si se emprendían mejoras en las redes para atender la demanda –y no había nuevas fuentes de ingresos- los operadores podían empezar a perder dinero. Esto podría ralentizar la expansión de la banda ancha.
En la propuesta de las empresas europeas de telecomunicaciones, una compañía como Netflix pagaría a los proveedores para asegurarse de que sus bits se enviaran a suficiente velocidad. Esa idea va completamente en contra de la idea de 'neutralidad de la red', que sostiene que no se deben priorizar unos servicios sobre otros que no se puedan permitir pagar más. En un informe reciente, Internet Society, una organización sin ánimo de lucro fundada por Cerf que supervisa los estándares de Internet, afirmó que la propuesta era un intento por seguir con los “chanchullos y la arbitrariedad que plagan el modelo tradicional de las comunicaciones”.
Cerf afirma que es poco probable que se aprueben propuestas de “quien envía, paga”. Pero Ethan Zuckerman, que dirige el Centro del Instituto Tecnológico de Massachusetts para Medios Cívicos y cofundó Global Voices, una comunidad de blogueros internacionales, señala que, se aprueben o no las propuestas, aún hay un grave problema por resolver: 4.500 millones de personas no tienen acceso a Internet.
“En los países en vías de desarrollo el acceso a Internet sigue siendo muy caro para mucha gente y el acceso a infraestructuras de alta velocidad es poco frecuente. A pesar de que hemos visto grandes progresos, merece la pena preguntarse si los modelos que han funcionado tan bien hasta ahora podrán escalarse e incluir a todo el mundo, o si tenemos que repensar los modelos de pago y de gobierno”, afirma Zuckerman.
Él no cree que la UIT sea un buen lugar para resolver estos temas y no espera grandes resultados de la conferencia de Dubái. Y, aunque no está de acuerdo con el concepto de “quien envía, paga”, dice que le preocupa que "la respuesta que suelen dar los defensores de una Red abierta –‘la Red funciona bien tal y como está, no enredemos con las estructuras de regulación que hemos montado’- es demasiado ortodoxa y limitante”. “Ojalá encontráramos formas de poner ideas sobre la mesa que hagan a la Red más accesible e inclusiva al tiempo que evitamos las trampas de la burocracia de Naciones Unidas y la creación de nuevos puntos de control manipulados por Gobiernos censores”, concluye Zuckerman.
Efectivamente, algunas de las propuestas de Rusia y China permitirían un mayor control nacional. Y un grupo de 17 países árabes quiere que Internet lleve “información sobre la identidad” de quienes envían datos.
A Cerf también le preocupa el proceso que seguirá la UIT para aprobar las posibles regulaciones. En una entrevista para Reuters, el secretario general de la UIT Hamadoun Touré afirmó que la actualización de las regulaciones sobre telecomunicaciones se podría aprobar por mayoría simple, pero que, en la práctica, no se adoptaría nada sin que hubiera casi unanimidad. Pero también afirmó que estaba en contra de la idea de que votaran los representantes de los países. “Votar implica que haya vencedores y vencidos. Eso no nos lo podemos permitir en la UIT”, afirmó.
“Este tío es escurridizo como una anguila. Insistir en que no habrá votaciones y que hay consenso implica que... cualquiera que pueda declarar que hay un consenso lo puede declarar”, afirma Cerf. “Es una táctica muy escurridiza, pero deja abierta la idea de que habrá una declaración consensuada y que nadie podrá oponerse a ella”.
La oficina de prensa de la UIT no ha querido hacer declaraciones para este artículo.