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Romance telefónico

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Amor y sexo en la era de los medios sociales y la comunicación móvil.

  • por C.?j. Pascoe | traducido por Francisco Reyes (Opinno)
  • 07 Agosto, 2013

Chico conoce a chica. Crecen y se enamoran. Pero la tecnología interfiere y amenaza con destruir su feliz unión para siempre. El potencial destructivo de las tecnologías de la comunicación es la base de la novela romántica autopublicada de Stephanie Jones, Dreams and Misunderstandings (Sueños y malentendidos). Dos novios desde la infancia, Rick y Jessie, usan mensajes de texto, llamadas telefónicas y correo electrónico para sobrellevar la distancia entre ellos mientras Jessie va a la universidad en la costa este de Estados Unidos y Rick se mueve entre Gran Bretaña y el oeste americano. Poco antes de una reunión de verano, sus vínculos tecnológicos fracasan cuando Jessie es hospitalizada después de un traumático ataque. Durante su recuperación, pierde el acceso a su teléfono móvil, el ordenador y su cuenta de correo electrónico. Como resultado, los amantes no se reúnen y pasan años separados, con la idea de que el otro les ha abandonado.

Jones culpa a las innovaciones digitales de los malentendidos que impiden que Rick y Jessie se reencuentren. No es de extrañar que este tema le dé para una novela romántica: refleja un miedo cultural más amplio de que estas tecnologías impiden, en lugar de reforzar, la conexión humana. Una de las primeras impulsoras de Internet, la profesora del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en en EE.UU.) Sherry Turkle, hace afirmaciones similares en su libro más reciente, Alone Together: Why We Expect More of Technology and Less from Each Other (:Por qué esperamos más de la tecnología y menores de los demás). Sostiene que a pesar de su potencial, las tecnologías de comunicación están amenazando las relaciones humanas, especialmente las íntimas, ya que ofrecen "sustitutos para conectar entre sí cara a cara".

Si la tecnología no desgasta o menoscaba las relaciones existentes, sí que abundan historias sobre cómo crea relaciones falsas o destructivas entre los jóvenes que se envían fotos sexualmente explícitas desde sus móviles, atrayendo a los crédulos hacia relaciones en línea con personalidades inventadas. En su reciente libro sobre la cultura de los encuentros espontáneos, The End of Sex (El fin del sexo), Donna Freitas acusa a las tecnologías móviles de la facilidad con la que permiten que sucedan estos encuentros.

Es cierto que las tecnologías de la comunicación han estado remodelando el amor, el romance y el sexo a lo largo de la década del 2000. Internet, según los sociólogos Michael Rosenfeld y Reuben Thomas, es ahora la tercera forma más común de encontrar pareja, después de conocerla a través de amigos o en bares, restaurantes y otros lugares públicos. El veintidós por ciento de las parejas heterosexuales se conocen hoy día en línea. En muchos sentidos, Internet ha sustituido a las familias, las iglesias, escuelas, barrios, grupos cívicos y lugares de trabajo como sitios donde encontrar un romance. Se ha convertido en algo especialmente importante para aquellos que tienen un 'estrecho mercado' de potenciales parejas románticas, como por ejemplo heterosexuales de mediana edad, gais y lesbianas de todas las edades, ancianos y aquellos geográficamente aislados. Pero incluso para aquellos que no están aislados de parejas actuales o potenciales, los teléfonos móviles, los sitios de redes sociales y otras formas similares de comunicación a menudo juegan un papel central en la formación, mantenimiento y disolución de las relaciones íntimas.

Si bien estos avances son significativos, los temores acerca de lo que significan no reflejan con exactitud la complejidad de cómo se utiliza realmente la tecnología. Esto no resulta sorprendente: las preocupaciones sobre cómo amenaza la tecnología el orden social, en particular en materia de sexualidad y de la intimidad, se remontan a mucho más allá de las citas por Internet y los teléfonos móviles. Desde el vagón de carga (los que estaban en contra temían que pudiera transportar a aquellos de carácter moral flojo de ciudad en ciudad) hasta el automóvil (que dio a los jóvenes un espacio privado para la actividad sexual) pasando por tecnologías reproductivas como la fertilización in vitro, las innovaciones tecnológicas que afectan a la vida íntima siempre han provocado angustia. A menudo, estos temores han resultado en lo que los sociólogos llaman un 'pánico moral', un episodio de ansiedad pública sobre una exagerada percepción de amenaza para el orden social.

El pánico moral es una descripción apropiada para los temores expresados ​​por Jones, Turkle y Freitas sobre el papel de la tecnología en las relaciones amorosas. En lugar de separar a la gente, es probable que la comunicación mediada por la tecnología tenga un "efecto hiperpersonal", según señala el profesor de comunicaciones Joseph Walther. Es decir, permite a la gente un mayor grado de intimidad compartido, a veces más íntimo de lo que sería sostenible cara a cara. "John", un estudiante de primer año en la universidad de Chicago a quien entrevisté para la investigación que publiqué en un libro en 2009, Hanging Out, Messing Around and Geeking Out: Kids Living and Learning with New Media, pone de relieve esta paradoja. Me pregunta: "¿Qué sucede después de haber tenido una charla genial en línea, con mucho flirteo... la conversación en persona es lo peor?".

En la primera fase de conocimiento mutuo en una relación, la naturaleza asíncrona de la comunicación escrita, los mensajes de texto, correos electrónicos y mensajes o comentarios en sitios de redes sociales o citas, en contraposición a las llamadas telefónicas o el chat de vídeo, permite a las personas interactuar de forma más continua y salvar el pellejo en situaciones potencialmente vulnerables. Cuando la gente liga y llega a conocerse de esta manera, pueden planificar, editar y estudiar los mensajes de flirteo antes de enviarlos. Tal y como afirma John sobre este tipo de comunicación, "Puedes pensar más las cosas. Puedes deliberar y responder lo que le apetezca".

Cuando las parejas pasan a relaciones comprometidas, utilizan estas tecnologías de comunicación para mantener una convivencia digital, independientemente de la distancia física. Con tecnologías como los teléfonos móviles y los sitios de redes sociales, las parejas nunca tienen que estar separadas. A menudo, esto fortalece las relaciones de pareja: en un estudio sobre el uso de la tecnología en relaciones amorosas, Borae Jin y Jorge Peña encontraron que las parejas que están en mayor contacto con el teléfono móvil exhiben una menor incertidumbre acerca de sus relaciones y unos niveles más altos de compromiso. Este tipo de comunicación se convierte en algo parecido a "trabajar en la relación", y las parejas intercambian objetos digitales de afecto, tales como mensajes de texto o comentarios sobre las fotos en línea. "Champ", un joven de 19 años de Nueva York, afirmó a uno de mis colaboradores en Hanging Out, Messing Around and Geeking Out que en su relación con su novia "envías un pequeño mensaje de texto, en plan 'estoy pensando en ti', o algo por el estilo, mientras ella está en el trabajo... Es probable que envíes pequeños comentarios tres veces al día".

Sin duda, algunos de los temores actuales se basan en la observación perfectamente precisa de que las tecnologías de la comunicación no siempre se prestan a un trabajo de relación constructivo. El carácter público de los mensajes de Facebook, por ejemplo, parece promover celos y disminuir la intimidad. Cuando la antropóloga Ilana Gershon entrevistó a estudiantes universitarios sobre su vida romántica, varios le señalaron que Facebook pone en peligro sus relaciones. Tal y como afirmó uno de sus entrevistados, "Cole", "Hay mucho drama. Añade más estrés".

Pero en general, la investigación de Gershon y otros expertos indica que las personas a menudo tienen una comprensión común de cómo y cuando se debe utilizar la tecnología en las relaciones amorosas. De hecho, en gran parte se debe a que la gente usa las redes sociales principalmente para expresar conexión, y no le gusta usarlas para poner fin a relaciones. Solo el 25 por ciento de los usuarios de medios sociales señalan que utilizarían la tecnología para tratar temas serios con sus parejas, y un número muy pequeño informó que iban a terminar su relación de esa manera. Cuando Gershon pidió a los estudiantes en su universidad que describieran una 'mala' ruptura, inmediatamente hablaron sobre cualquiera que se iniciara a través de los medios sociales. En Hanging Out, Messing Around and Geeking Out, "Grady", un estudiante de secundaria de 16 años de edad, afirmó que la ruptura por mensaje de texto o red social era especialmente "irrespetuosa", porque "no se puede responder ni decir nada".

Dada la matizada comprensión que tiene la gente del papel que juega la tecnología en sus relaciones, la idea de que los nuevos medios de comunicación son una fuerza deshumanizadora resulta exagerada. Lo que la investigación nos asegura es que la tecnología no puede crear relaciones, ni arruinarlas. Pero la tecnología sí ha cambiado las relaciones. Puede facilitar el desarrollo de la intimidad emocional. Puede lubricar las relaciones sexuales con desconocidos. También puede aumentar el riesgo de engaño entre quienes tienen un contacto íntimo. Todo esto puede suponer una carga adicional para las relaciones, y requiere que las parejas trabajen en sus relaciones tanto dentro como fuera de Internet. Si Rick y Jessie hubieran estado por encima de esas dificultades, puede que no se hubieran pasado tantos años separados.

C.J. Pascoe es profesora asistente en la Universidad de Oregon (EE.UU.), donde imparte cursos sobre sexualidad, género y juventud. Es la autora de Dude, You’re a Fag: Masculinity and Sexuality in High School (2007).

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