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ALYSSA SCHUKAR

Tecnología y Sociedad

La brecha digital, un signo más de la vulnerabilidad ante el cambio climático

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El proyecto Undivide, de Monica Sanders, documenta los problemas comunes de las comunidades más desfavorecidas de EE UU

  • por Colleen Hagerty | traducido por
  • 30 Junio, 2023

La señal Wi-Fi es demasiado débil en el exterior del edificio Frederick Douglass National Historic Site de Anacostia, un histórico barrio afroamericano de Washington DC. La antigua casa del líder abolicionista se asienta en lo alto de una colina cubierta de hierba en un barrio bullicioso. Es una de las últimas paradas de Monica Sanders en una nublada tarde de diciembre. Frente a la propiedad, sostiene su iPhone para comprobar la velocidad de la red Wi-Fi. Las lecturas oscilan entre uno y dos dígitos antes de llegar a un resultado final: 10,8 megabits por segundo (Mbps) de descarga y 8,23 Mbps de subida. Eso sí, más rápido que la conexión telefónica, sin duda. Pero esta velocidad no alcanza el mínimo exigido por la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) para considerarse un servicio de banda ancha, a pesar de los múltiples puntos municipales de acceso Wi-Fi gratuito de la zona.

Sanders, profesora adjunta de Derecho en la Universidad de Georgetown (Washington DC), no se limita a comprobar la velocidad del Wi-Fi. También está estableciendo conexiones entre una serie de indicadores en la intersección entre la disponibilidad de internet, el riesgo medioambiental y la desigualdad racial histórica. Los resultados se incorporarán a un informe que Sanders y sus colegas están elaborando para el Proyecto Undivide, fundada por ella en 2022. Esta organización sin ánimo de lucro lleva a cabo investigaciones gratuitas para ayudar a las comunidades a documentar las pruebas de la brecha digital -la diferencia entre zonas con y sin acceso adecuado a internet-, así como las causas profundas y los efectos de esta diferencia. 

Hasta el momento, sus hallazgos en Anacostia se ajustan a un patrón que Sanders ha observado recorriendo los barrios de las minorías más mayoritarias y con los ingresos más bajos en todo EE UU: la falta de acceso a internet refleja otras desigualdades. En los barrios moldeados por el racismo y la inversión insuficiente en infraestructuras, entre otras opciones estructurales, los residentes pueden enfrentarse a riesgos desproporcionados derivados del cambio climático, que afectan a todos los ámbitos, desde la vulnerabilidad a las inundaciones hasta la capacidad de recibir avisos de catástrofes.

Los investigadores lo denominan riesgos en cascada. "¿Cómo entendemos lo que ocurre con la velocidad de internet? ¿Cuáles son las razones legales, sociales y geográficas por las que no hay cobertura en algunos lugares?".

Después de registrar las métricas de Wi-Fi, Sanders comprueba la temperatura: 8.2 °C. Al igual que hizo en otros lugares ese mismo día, por ejemplo, fuera de la estación de tren de Anacostia, en un colegio concertado local y en un hospital en construcción, entre otros. Después, saca una foto de la escena con su móvil para apoyar el registro.

Existen otras prácticas excluyentes, como el redlining, que durante mucho tiempo restringió el acceso a los préstamos y redujo el valor de las viviendas en barrios de diferentes minorías. Esto generó desigualdades hereditarias en todo EE UU. Aunque estas prácticas se prohibieron hace décadas, estas zonas siguen teniendo más probabilidades de estar económicamente deprimidas, y sus servicios públicos tienen más probabilidades de estar menos abastecidos. Sanders considera que la brecha digital es otro artefacto de estas políticas. También lo son las dificultades adicionales a las que pueden enfrentarse las comunidades para hacer frente a las amenazas que suponen el calor extremo, las inundaciones y otros peligros intensificados por el cambio climático.

Varios estudios del Pew Research Center, el más reciente se publicó en 2021, han constatado que los adultos negros e hispanos de EE UU tienen menos probabilidades que los blancos de disponer de acceso de banda ancha en sus hogares. Los investigadores también han vinculado el legado del redlining a un mayor riesgo de inundaciones y a sufrir temperaturas más altas, en parte, debido a la falta de inversión en infraestructuras como la cubierta arbórea y los sistemas de alcantarillado.

También se ha establecido una relación entre el acceso a internet y la resistencia ante las catástrofes. El Informe Nacional de Preparación 2022 de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) enumera varios factores sociales que se ha comprobado que afectan a la gravedad de una catástrofe en una comunidad determinada, entre ellos, el acceso a la tecnología. Sin este, las comunidades corren el riesgo de perderse avisos cruciales y otras informaciones relacionadas con la catástrofe, como las recomendaciones de evacuación y las ofertas de ayuda. Por no mencionar el acceso a informes de los medios de comunicación y otros recursos que se encuentran online.

El Proyecto Undivide se financia mediante una combinación de subvenciones y donaciones, y tiene acuerdos de colaboración con Georgetown y otras universidades, que permiten a Sanders contratar a estudiantes en prácticas. Los informes que ha recopilado en Anacostia, así como en otros barrios de Washington DC y Louisiana, están disponibles de manera gratuita en su web.

Lo que los residentes decidan hacer con la información recopilada por el proyecto ya depende de ellos, pero Sanders aprovecha su conocimiento sobre el panorama de las catástrofes naturales para ofrecer asesoramiento sobre los pasos a seguir. Entre otros servicios, ayuda a traducir la jerga y los requisitos gubernamentales a términos comprensibles para la ciudadanía. También pone en contacto a los residentes con otras organizaciones que pueden proporcionarles ayuda directa, como financiación o desarrollo de infraestructuras.

El objetivo final, según Sanders, es que los residentes sean capaces de afrontar o mitigar la situación que les venga encima, con la única ayuda de su organización.


Sanders proviene de Luisiana, por tanto, conoce de primera mano lo que se siente cuando una catástrofe trastoca la vida de una ciudad. En 2005, estaba en su casa de Nueva Orleans preparándose para su primer semestre de Derecho cuando el huracán Katrina arrasó todo a su paso. Su experiencia con la tormenta, que mató a casi 1.400 personas, desplazó a un millón de personas y causó daños por valor de 125.000 millones de dólares (unos 114.300 millones de euros), marcó su trayectoria profesional. Las consecuencias inmediatas retrasaron su primer semestre en la universidad y, en los años siguientes, influyeron en el tipo de trabajo que le interesaba realizar. Fue asesora principal de los Comités de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes y el Senado, trabajó en la respuesta a catástrofes (como el huracán María) de la Administración de Pequeñas Empresas (SBA, por sus siglas en inglés). Además, fue asesora política y jurídica principal de la Cruz Roja Americana y directora política de la Coalición de Infraestructuras de Internet, también llamada i2Coalition.

El Proyecto Undivide aúna su comprensión de lo que significa verse afectado por una catástrofe gracias a su conocimiento del funcionamiento de Washington, y las políticas relacionadas con las catástrofes. Sanders conoce lo que implica que agencias u organizaciones externas vengan con grandes promesas. También ha vivido cómo esos mismos grupos no llegaron a las comunidades que más necesitan financiación y ayuda.

De la misma manera que la exclusión social ha condicionado el desarrollo de los vecindarios, las decisiones políticas han determinado la vulnerabilidad de las comunidades ante los riesgos naturales, como huracanes y terremotos.

"En Saint John [Parish] y Saint James Parish todavía hay tejados que no han sido reparados desde Ida y aún hay niveles masivos de desplazamiento", dice Sanders, refiriéndose al huracán que en 2021 causó más de 24 muertes en Louisiana y tuvo un coste de 55.000 millones de dólares (50.500 millones de euros) para el estado. Esa tormenta inspiró a su propia familia a reunir un fondo de evacuación de emergencia, cuenta la especialista. Este dinero puede darles algo de tranquilidad de cara a otra temporada de huracanes. Si bien considera que otros residentes que se enfrentan a los problemas derivados del huracán Ida no han recibido el apoyo adecuado.

Sanders divide su tiempo entre Washington DC y Louisiana, donde es miembro de la Disaster Resilience Leadership Academy de la Universidad de Tulane e imparte un curso que ella misma diseñó sobre la equidad en las catástrofes. Algunos de sus alumnos de Georgetown y Tulane son becarios en trabajos relacionados con el Proyecto Undivide. Por ejemplo, en la redacción de documentos con políticas y el uso de un sistema de información geográfica para presentar los datos medioambientales y sobre Wi-Fi en mapas interactivos que están recopilando en zonas como Anacostia.

Al trabajar en el Proyecto Undivide, los alumnos aprenden sobre los distintos niveles de políticas y decisiones que contribuyen a que una comunidad se vea tan afectada por fenómenos meteorológicos extremos. También otros peligros de la naturaleza o derivado de la acción humana.

"Estudiamos los distintos riesgos externos que corre la ciudadanía a causa del cambio climático", afirma la fundadora del proyecto.

Imágenes: Sanders reúne pruebas de los problemas que surgen cuando los barrios están condicionados por factores como el racismo y la inversión precaria en las infraestructuras. Créditos: ALYSSA SCHUKAR.

Igual que la exclusión social ha condicionado el desarrollo de los barrios, las decisiones políticas han determinado la vulnerabilidad de las comunidades ante peligros naturales, como los huracanes y terremotos. Los códigos de construcción se han desarrollado para mitigar los peores efectos de las inundaciones costeras o las sacudidas sísmicas. En el pasado, en ausencia de estas normativas, las comunidades se desarrollaban en regiones costeras de alto riesgo o en fallas sísmicas. Esto las hacía más vulnerables que otras zonas.

"Como habitante de Louisiana, no siempre es tan grave como tener una tormenta mortal cada tres años", explica Sanders. "Es tan sutil como que todos en este barrio caminan con zapatos cerrados porque están tan acostumbrados al agua [de las inundaciones]. A veces, cuando estamos pensando en proyectos de investigación o participación comunitaria, tenemos grandes ideas; pero muchas veces, está justo en nuestra cara".

El argumento de que las catástrofes ocurren "por diseño", cuando se cruzan el mundo natural y el mundo moldeado por el ser humano, fue expuesto por el sociólogo Dennis Mileti en su libro Disasters by Design: A Reassessment of Natural Hazards in the United States (1999). Es una idea ampliamente aceptada por los investigadores de catástrofes, e incluso existe una organización internacional llamada No Natural Disasters. En su conferencia del año pasado, Sanders participó como ponente y explicó cómo el uso de la palabra "natural" despoja de responsabilidad a quienes ostentan el poder y tienen la capacidad de elaborar políticas que podrían ayudar mejor a las comunidades más vulnerables. Como ejemplo, expuso la interconexión entre la contaminación industrial, la subida del nivel del mar y las infraestructuras inadecuadas en el Callejón del Cáncer de Louisiana. Esta es una de las zonas que el Proyecto Undivide ha cartografiado para demostrar cómo estos riesgos se agravan a costa de los residentes.


Sanders concibió la idea del Proyecto Undivide durante la pandemia de Covid-19. Entonces, trabajaba como voluntaria en RowdyOrb.it, una organización de Baltimore que forma y contrata a personas para que instalen redes inalámbricas malladas en sus propios barrios con el fin de crear comunidad, mejorar el acceso a internet de alta velocidad y generar riqueza local. Sanders recuerda que en 2019 estaba caminando por uno de esos barrios cuando vio un signo revelador de inundación: marcas que el agua dejó en el tercer o cuarto escalón de acceso a las casas.

"Mientras recorríamos el barrio trabajando en la conexión Wi-Fi, me di cuenta de que se trataba de un barrio marginado. Tienen problemas de calor urbano, que ya han sido estudiados, pero no por nadie de la comunidad", desarrolla Sanders. "No puede ser una coincidencia que todas estas cosas estén ocurriendo al mismo tiempo". 

Jonathan Moore, fundador de RowdyOrb.it, también ha detectado este solapamiento.

"Estamos reciclando los mismos problemas, pero en el mundo digital", afirma Moore. "¿Cómo nos aseguramos de que los prejuicios y las exclusiones sociales que existen en la sociedad no ocurran también en el mundo digital?".

Sin embargo, Sanders recuerda que le costó convencer a otros colegas y que hizo falta algo más que pruebas anecdóticas. Necesitaba investigación y hechos factibles para garantizar que las futuras políticas abarcaran a estas comunidades de forma holística, en vez de seleccionar los problemas de forma que solo sirvieran para eliminar el problema general. El Proyecto Undivide es un esfuerzo por reunir esos datos, inspirándose en el modelo comunitario de RowdyOrb.it.

una captura de pantalla de un mapa titulado "Mapeo de vulnerabilidad, parte 1". Debajo están los selectores de estado de pobreza, población en grupo de edad dependiente, de 18 a 64 años sin computadora y conectividad a Internet, que se selecciona.
El Proyecto Undivide crea informes que documentan las desigualdades superpuestas en las comunidades. La siguiente captura de pantalla es del “StoryMap” del grupo en Buzzard Point en Washington, DC.

En 2020, casi 20.000 hogares de Baltimore con niños en edad escolar carecían de banda ancha u ordenadores en casa, según un informe de la Fundación Abell. En colaboración con otras organizaciones locales sin ánimo de lucro y con financiación de la Internet Society, los empleados de RowdyOrb.it instalaron antenas en escuelas, centros comunitarios e iglesias de Baltimore a lo largo de ese año. Desde entonces, RowdyOrb.it ha recibido financiación adicional de United Way of Central Maryland, que apoya una nueva infraestructura que también puede llegar a residencias individuales. La organización afirma que sus puntos de acceso comunitario prestan servicio a unas 2.000 personas cada semana, cifra que esperen que aumente a 6.000 una vez finalicen las nuevas instalaciones.

Moore cita estudios que han descubierto que el acceso a Wi-Fi es un determinante social de la salud, ya que proporciona información esencial sobre todo tipo de materias, desde opciones de atención sanitaria hasta oportunidades educativas y económicas. Una conexión estable a internet también puede determinar la cantidad de datos relacionados con la salud que una comunidad es capaz de recopilar, como descubrieron Moore y Sanders de primera mano cuando hace unos años descubrieron que no tenían un servicio lo bastante bueno como para instalar monitores de calidad del aire. Esperaban hacer un seguimiento de los niveles de contaminación en distintos barrios de Baltimore, pero sin Wi-Fi los sensores no podían recoger datos longitudinales adecuados.

El acceso a banda ancha de alta velocidad debería considerarse ahora un recurso esencial, sostiene Ernesto Falcón, asesor legislativo principal de la Electronic Frontier Foundation, comparándolo con el agua potable o la electricidad asequible. La Casa Blanca se ha hecho eco de esta postura, pues en 2022 la administración Biden creó un Grupo de Trabajo para Prevenir la Discriminación Digital encargado de promover el acceso equitativo a la banda ancha en todo el país. También se están destinando miles de millones de dólares de la Ley de Inversión en Infraestructuras y Empleo, que el Congreso aprobó en 2021, para construir infraestructuras de banda ancha "preparadas para el futuro". Según Falcon, esto puede tener un impacto significativo en lo que describe como "exclusión digital".

“Estamos reciclando los mismos problemas en el mundo digital. ¿Cómo nos aseguramos de que los prejuicios y las exclusiones que existen en la sociedad normal no existan en el mundo digital?

Jonathan Moore, fundador de RowdyOrb.it

Sin embargo, advierte que esta financiación es una herramienta más, no una solución definitiva. Como ocurre con cualquier infraestructura, los funcionarios estatales o locales deben intervenir y garantizar que se aplique de forma equitativa y en un plazo razonable, y que se financie de forma duradera. Si no se presta atención a las causas subyacentes del problema, pueden producirse consecuencias imprevistas.


Aunque aumentar el acceso a internet es la misión clave de las iniciativas de Sanders y Moore, también conlleva un riesgo. Varios proyectos que amplían el acceso a banda ancha en las ciudades se han asociado con la gentrificación, que aumenta el valor de las propiedades y hace que la zona sea cada vez menos asequible. En parte, este es el motivo por el que Sanders es tan firme en permitir que los miembros de la comunidad dirijan los esfuerzos de su equipo en sus propios barrios, algo que Moore también modela a través de RowdyOrb.it.

Moore afirma que su objetivo es crear una "comunidad de partes interesadas", formando a jóvenes, veteranos y exconvictos para que instalen y mantengan estas infraestructuras. Para ello, se inspiró en el trabajo de NYC Mesh, que también pretende conectar a los residentes más desfavorecidos y tiene varios niveles de pago e incentivos para animar a los vecinos a unirse a la red. Al garantizar que sus servicios siguen siendo accesibles incluso devolver dinero a la comunidad mediante la creación de nueva mano de obra, RowdyOrb.it ofrece a los residentes más posibilidades de disfrutar de las ventajas sin verse desplazados por los costes.

Para Sanders, se trata de preparar a los residentes para que sean sus propios defensores, comenzando por la propia investigación.

Cuando empezó a trabajar en Anacostia, se puso en contacto con Desarrollo Económico Comunitario del Distrito 8, una organización de residentes que lleva años elaborando un plan para revitalizar la economía de la comunidad y frenar la gentrificación. En un informe publicado recientemente, el grupo proponía un "colectivo digital" que sirviera de "centro de comunicación y organización comunitario" y virtual. Para que toda la comunidad pueda participar, reconoce el informe, habrá que ampliar el acceso a internet.

Los mapas del Proyecto Undivide pueden ofrecer un punto de partida para estudiar dónde ubicar esa nueva infraestructura. Pues tiene en cuenta no solo qué zonas carecen de acceso de banda ancha, sino también si los emplazamientos propuestos para nuevos puntos de acceso podrían exponer a los residentes a peligros medioambientales como el calor o la contaminación química.

"Si se trata de un sitio donde están pensando en que la gente se reúna y se conecte, queremos que la comunidad haga más preguntas sobre lo que está ocurriendo en los lugares a los que se va a destinar el dinero", dice Sanders.

Mustafa Abdul-Salaam, facilitador del proceso de planificación del Desarrollo Económico Comunitario del Distrito 8, considera que la tecnología puede ser un agente de cambio para comunidades como la suya, consiguiendo alterar el statu quo y modificando el modo en que se asignan los recursos. Aunque considera que esto es solo parte de un cambio mayor que exige reconocer el papel que ha desempeñado el racismo en la marginación de las comunidades afroamericanas.

"Tiene que haber un cambio de mentalidad para ver a las comunidades negras como lugares viables para hacer negocios y dirigir recursos. Hasta que eso ocurra, seguiremos viendo las desigualdades existentes", afirma Abdul-Salaam.

Sanders considera que los jóvenes son fundamentales para crear un cambio duradero en las comunidades. Junto con sus estudiantes universitarios, ha estado trabajando con adolescentes del Anacostia High School como parte de su equipo local de cartografía vecinal.

"Son el Distrito 8 vivo y palpitante", asegura Xavier Brown, que está creando un programa con la Universidad del Distrito de Columbia para ofrecer cursos universitarios a los estudiantes de secundaria y también ayudó a facilitar la participación de los estudiantes en el Proyecto Undivide. "Es importante que reconozcan el poder que tienen en su interior para estar al frente de lo que ocurre".

En mayo, algunos de los estudiantes presentaron un PowerPoint y un mapa del Distrito 8 a funcionarios de la Agencia de Protección del Medio Ambiente, el Departamento del Interior, el Departamento de Parques y otros organismos federales, identificando las zonas con un servicio de banda ancha insuficiente y temperaturas más altas. El objetivo era animar a los organismos competentes a invertir en desarrollo tecnológico y plantación de árboles, para que los residentes no sólo tuvieran un mejor acceso a internet, sino también espacios más frescos donde utilizarlo. Sanders organizó la reunión y uno de sus estudiantes universitarios les ayudó con parte del trabajo, pero afirma que fue a petición de los propios estudiantes investigadores. Los alumnos también elaboraron una guía de política y defensa para enseñar a sus compañeros a defender los temas que les preocupan en su comunidad.  

"Que puedan decir: 'Queremos hablar con el alcalde, con un representante del Ministerio del Interior, que venga alguien de la Administración Nacional de Telecomunicaciones e Información. Esta es nuestra visión, expuesta claramente, y esto es [algo] por lo que vamos a seguir abogando', para mí, es una victoria en el camino", afirma Sanders.

Colleen Hagerty es periodista independiente residente en Los Ángeles.

 

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