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Tecnología y Sociedad

De transformar materias primas a construir materia gris

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La competitividad de una economía se medirá por el conocimiento de sus ciudadanos, según los expertos, y la tecnología está jugando un papel fundamental como medio de capacitación y acceso al aprendizaje.

  • por Esther Paniagua | traducido por
  • 06 Junio, 2013

“El proceso de aprendizaje en los seres humanos sucede por asociación”, decía el profesor Seymour Papert. La idea la reproducía Germán Escorcia, presidente de la Academia Internacional de Tecnología y Conocimiento de México, durante la primera edición de la conferencia EmTech -del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT)- celebrada en el país la semana pasada.

Uno de los temas destacados del evento fue el papel de la tecnología en el futuro de la educación. Para Escorcia, que protagonizaba este panel, está claro: “se trata de conectar personas con conocimiento”.

El experto aseguró en su exposición que “el conocimiento de la sociedad reside en las conexiones, y todo lo demás es mera información”. Para él la escuela del futuro "es una en la que niños y adultos trabajan juntos, sin horarios, altamente colaborativa, en base a temas integrados, con la creatividad como máxima y en la que se premia la imaginación”, explicaba el experto". “Aprendizaje sin fronteras y con sustancia”, añadió.

Esta idea se sustenta en su experiencia: “Cuando trabajamos en esquemas de colaboración encontramos que los procesos que siguen los niños hacen que los aprendizajes sean más rápidos y más diversos”. “Mi reclamo hoy es: si el futuro es el grafeno, ¡queremos los grafenos en las manos de los niños ya!”, ha exclamado Escorcia. “¿Por qué vamos a esperar? Aprovechemos los nuevos procesos de aprendizaje para poner las herramientas más increíbles inventadas al servicio de sus mentes, las mentes más poderosas”, defendió el experto.

En su opinión, en un futuro no muy lejano veremos personas, dispositivos y objetos y entidades conectados entre sí para redefinir los procesos de aprendizaje.

Escorcia habló también de sistemas que predicen la competitividad de una economía mediante análisis basados en la carga cognoscitiva de los ciudadanos, y señaló que “nos movemos de una sociedad que transforma materias primas hacia una sociedad que transforma materia gris”. No obstante, también criticó que, a pesar de que sabemos que la educación debe tener como centro a los alumnos, seguimos repitiendo el esquema de enseñanza paternalista.

La tecnología como medio y no como fin

En este sentido Jorge Camil Starr, cofundador y director general de Desarrollo de Enova y premio MIT Technology Review Innovadores menores de 35 México, que acompañaba a Escorcia en el panel sobre educación, puntualizó que “el sistema educativo se sigue basando en modelos del siglo XIX, aunque nosotros ya somos estudiantes del siglo XXI”. Desde su punto de vista, “esto no se soluciona repartiendo hardware y tecnología a lo loco”, ya que “la tecnología no debe ser un fin en sí mismo, sino un medio”.

Camil cree que el verdadero valor que puede aportar el sistema educativo hoy es una mezcla entre educación online y offline. “Por primera vez, podemos mapear con exactitud el proceso de aprendizaje, qué gusta y qué no a niños y maestros, qué salió mal y qué funcionó bien; tenemos absoluto control de lo que sucede en las aulas” remarcó el joven. “Podemos ver lo que está pasando y analizar los patrones, ya que aprendemos de manera muy diferente, de manera visual, textual… y también hay variaciones entre una región y otra”, añadió.

Dadas la brecha educativa (de cada 100 niños que inician la educación primaria e México solo 10 concluyen una licenciatura, según Camil) y digital (el 63 por ciento de la población en el país no tiene acceso a internet), el joven cree que la solución son los emprendedores sociales. “Los problemas en educación, salud, etc. son tan complejos que necesitan que todos pongamos de nuestra parte: el sector social, el sector público y el sector privado”, enfatizó.

Camil está convencido de que “el éxito depende de las personas que creen que, para que los cambios sucedan, hay que empujarlos”.

Creación abierta y colaboración para mirar de otra forma el mundo

Precisamente sobre inventar el futuro hablaron durante panel ‘Mexicanos en el MIT Media Lab’ los jóvenes Edwina Portocarrero, diseñadora del grupo Object-Based Media, y Carlos González Uribe, arquitecto y diseñador del grupo Mediated Matter. Y es que, si hay un laboratorio en el mundo especializado en crear y pensar out of the box (fuera de nuestra zona de confort) ese es el Media Lab.

“Trabajar en ese laboratorio no solo me ha cambiado la forma de ver el mundo, sino la forma de verme a mí en el mundo”, confesó Portocarrero, para quien esto “no es especial únicamente por estar en el MIT, sino por estar en una ciudad como Boston, donde llegas a cualquier sitio en 15 minutos en bicicleta”.

No obstante, la joven cree que “el tamaño del Media Lab está sobrevalorado”. “Somos 140 estudiantes con aproximadamente 40 profesores”, acotó. Según comentó Portocarrero, el área de trabajo es un edificio transparente en el que se puede ver en qué está trabajando todo el mundo, y que está abierto 24 horas los siete días de la semana. “Tenemos un equipo de primera y un entrenamiento digital que me ha abierto enormemente la mente al ver todas las posibilidades que te dan las nuevas tecnologías”, aseguró.

González Uribe, por su parte, afirmó que en el Media Lab ha tenido la fortuna de trabajar con “un equipo maravilloso” en el que confluyen arquitectura, diseño y computación. Precisamente esta confluencia con gente con objetivos distintos a los suyos ha sido -en opinión de González Uribe- clave en su desarrollo personal. Lo más difícil ha sido materializar sus ideas: “tener una idea y saber cómo llevarla a cabo”.

El joven mostró orgulloso ante la audiencia de EmTech México el resultado de un proyecto de diseño y construcción de un invernadero con seda, que “abre nuevas preguntas sobre cómo sintetizar un material o cómo podemos crear un material tan inteligente como este”, y si podemos utilizar la naturaleza como método de fabricación.

“La transformación de energía en este proceso es increíble porque el sol alimenta un árbol -que es la morera-, que, a su vez, alimenta a la oruga para que, con esa energía, construya la estructura”, explicó González Uribe. “Parte de la fascinación de este proyecto es entender a la oruga como una máquina transformadora de energía, una impresora 3D más inteligente y más eficiente que todas las que tenemos”, concluyó.

Tecnología y Sociedad

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