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"Empezaremos a tener sensores para medir lo que pasa en el cerebro dentro de cinco años"

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Los dispositivos conectados a internet recopilarán datos de cada cosa que pasa en el universo, según el ingeniero Brian Jamieson

  • por Carlos Corominas | traducido por
  • 09 Septiembre, 2015

Cuando se habla de internet de las cosas (IOT, por sus siglas en inglés) a la mayoría de la gente le vienen a la cabeza posibilidades como la de controlar la tostadora desde el smartphone (ver Tostadoras y cafeteras tendrán su propia red). Pero el presidente de la empresa  SBM, Brian Jamieson, ve mucho más que simples aplicaciones para facilitar el día a día. Su compañía, con sede en Maryland (EEUU), se dedica a fabricar sensores conectados a los aparatos del internet de las cosas con el objetivo de "poder medir el mundo".

Cada aparato conectado genera un flujo de datos que puede aplicarse en áreas desde la exploración espacial hasta la sanidad. Este campo de trabajo se denomina internet industrial de las cosas, en el que sus sensores conectados permiten "medir todo tipo de procesos, desde los industriales hasta los corporales". Esta información se vuelca a la nube y puede ayudar a tomar decisiones como suministrar una dosis diferente de medicamentos al paciente o bloquear una fuente de agua contaminada.     

Jamieson será uno de los ponentes del congreso IoT World Congress que se celebrará en Barcelona (España) la semana que viene. Con motivo de su participación ha hablado con MIT Technology Review en español sobre el tema de su conferencia: el papel de los sensores biomédicos en el internet de las cosas.  

¿Qué tiene que ver una empresa que fabrica sensores con internet de las cosas?

Creo que lo más interesante de internet de las cosas es el análisis de datos que se puede conseguir. Nosotros creamos los sensores que pueden generar información útil para nuestros clientes. Esta información se almacena en la nube de forma automática para que esté disponible en todo momento. Te pongo un ejemplo: las máquinas de radiografías generan datos que pueden quedarse aislados, pero si se conectan a internet pueden subir esa información a una base de datos común que los médicos pueden consultar.

Esto sobrepasa el ámbito médico y todas las compañías con las que hablamos quieren integrar este modelo: tomar los datos, ponerlos en la nube y analizarlos para tomar decisiones. Creemos que esto será lo verdaderamente bueno de combinarlo con nuestros sensores. Una de las razones por las que voy a Barcelona es para poder seguir trabajando en esta cuestión.

¿Cómo deben ser los sensores del internet de las cosas?

Se trata de crear sensores más baratos, más rápidos, más pequeños y mejores que se puedan adaptar a ambientes complicados, como puede ser el cuerpo humano.

¿Cuál es el mayor reto a la hora de crear dispositivos para el cuerpo humano?

Garantizar que el sensor se mantenga viable y funcional durante toda su previsible vida útil. El cuerpo ve al sensor como un extraño y se esfuerza en bloquear y eliminar esa amenaza. Así que nos esforzamos para ser creativos y evitarlo con sensores muy pequeños que se integren en el cuerpo y que tengan un gasto mínimo de energía para que duren más tiempo.

Habéis trabajado en un sensor neuronal que mide las reacciones del cerebro. ¿En qué consiste?

Este proyecto es interesante porque es simple, pero muy rompedor. Hemos creado unos dispositivos muy pequeños y complejos capaces de incrustarse en el cerebro durante mucho tiempo y registrar lo que sucede. La idea es que provean información neurológica en tiempo real acerca de los patrones de los grupos de neuronas.

Ahora lo estamos haciendo con grupos de animales como primates, ratones e incluso moscas. Además, estamos creando sensores químicos en colaboración con el proyecto BRAIN para medir la química del cerebro y no sólo la composición de las neuronas. Calculamos que dentro de entre tres y cinco años se podrían empezar a probar sensores en humanos.

Pie de foto: Los sensores desarrollados por SBM miden se integran en el cerebro de animales para medir sus reacciones. Crédito: SBM

¿Qué aplicaciones médicas pueden tener estos sensores?

Lo más importante es poder usarlo de manera conjunta con la administración de la terapia. Se trata de que el sensor recopile información en tiempo real de cómo un medicamento está afectando a una persona, la acumule en la nube y sirva para que los dispositivos puedan ajustar la administración de medicamentos a las necesidades de los pacientes. Esto nos llevaría a hacer una medicina realmente personalizada.

Nuestro enfoque es poner los sensores lo más rápido posible en el terreno para generar datos lo más rápido posible. Esto se está dando en el modelo preclínico, pero tendrá un gran impacto en cómo se aplica internet de las cosas a la biomedicina.

¿Esta información llegará al gran público?, es decir: ¿Podremos tener apps que nos digan cómo estamos en cada momento?

Estoy convencido de que sí. Obviamente, esto no sucederá mañana, pero va a llegar. Ahora estamos en el momento de crear mejores sensores que puedan medirlo todo. En un primer momento, se utilizará para la investigación médica, pero se irá ampliando.

¿Qué otras aplicaciones pueden tener sensores de este tipo fuera del ámbito médico?

Son interesantes desde el punto de vista de lo que se conoce como el internet industrial de las cosas. Podremos detectar el fraude gracias a sensores que identifiquen a la persona por su composición química. También podemos analizar en tiempo real la composición de una corriente de agua para saber si contiene sustancias peligrosas y bloquear el suministro. También estamos trabajando con DTRA (siglas en inglés de la Agencia de Defensa de Reducción de Amenazas de EEUU) en un proyecto para detectar agentes químicos y biológicos en grandes áreas gracias al despliegue de grandes redes de sensores.

"Podemos medir en tiempo real cómo un medicamento afecta a una persona"

Y todo comenzó con un trabajo que realizó para la NASA.

Como ingeniero siempre he querido investigar y la NASA me dio la oportunidad de hacerlo durante mis años de ingeniero de microsistemas de análisis para la exploración espacial. Teníamos que crear dispositivos muy pequeños para la exploración espacial ya que cada gramo que se manda al espacio cuesta mucho dinero. Me alejé de la biomedicina, pero abrí el foco hacia otro tipo de investigación. Al final decidí dejar mi puesto seguro y crear el tipo de organización que creía que hacía falta.

¿Ha merecido la pena?        

En los días buenos te diría que sí, que es la decisión más inteligente que he tomado. En los días malos te digo que hay muchas preocupaciones que te quitan el sueño. Lo importante es que he podido crear un equipo de profesionales de primera clase e internet de las cosas ofrece oportunidades infinitas y eso es muy emocionante. 

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