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Tecnología y Sociedad

China está exportando sus métodos y tecnologías de vigilancia por el mundo

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Y Rusia, también. Un nuevo informe revela que Tiandy, una de las compañías de videovigilancia más grandes del mundo, ha firmado acuerdos comerciales en Irán, donde ya se usan sus productos, que incluyen mesas de interrogatorio "inteligentes" para usar junto con las famosas "sillas tigre" de tortura

  • por Tate Ryan-Mosley | traducido por Ana Milutinovic
  • 20 Diciembre, 2021

Según un nuevo informe del grupo de investigación de vigilancia IPVM, la empresa china Tiandy vende su tecnología de vigilancia a la Guardia Revolucionaria, a la Policía y al Ejército de Irán. Se trata de una de las compañías de videovigilancia más grandes del mundo, con ventas por casi 620 millones de euros en 2020.

Tiandy vende cámaras, el software de inteligencia artificial (IA) que va con ellas, incluida tecnología de reconocimiento facial, que, según afirma Tiandy, puede detectar la raza, y unas mesas de interrogatorio "inteligentes" para usar junto con "sillas tigre", que se usan en muchos sitios como herramienta de tortura.

El informe en cuestión es una mirada poco común a algunos detalles de la relación estratégica de China con Irán y a las formas en las que este país distribuye la tecnología de vigilancia a otras autocracias en el extranjero.

Se cree que la herramienta de "seguimiento étnico" de Tiandy, que ha sido ampliamente cuestionada por expertos por ser inexacta y poco ética, es uno de los varios sistemas basados en inteligencia artificial que el Gobierno chino utiliza para reprimir al grupo minoritario uigur en la provincia de Xinjiang, junto con el software de reconocimiento facial de Huawei, las tecnologías de inteligencia artificial de detección de emociones y muchas otras. (Huawei ha negado su participación en la región).

El informe, basado en el análisis de las publicaciones de redes sociales de Tiandy y en sus materiales de marketing online disponibles públicamente, muestra que la compañía ha firmado un contrato de cinco años en Irán, donde planea tener ocho miembros del personal local. El informe también detalla que, si bien Tiandy es de propiedad privada, su CEO, Dai Lin, es partidario público del Partido Comunista, el partido gobernante en China, y la empresa es un importante proveedor del Gobierno chino.

Aunque no está claro cuál es el paquete de vigilancia exacto que Tiandy venderá a Irán, IPVM descubrió que las cámaras de Tiandy estaban siendo utilizadas por la empresa iraní Sairan, un "proveedor de electrónica militar de propiedad estatal", y en una base militar no revelada. Tiandy también promociona públicamente varios proyectos en Irán en su página web, incluido el trabajo con un brazo de la Guardia Revolucionaria Islámica y con la Policía en la ciudad norteña de Khomam (Irán).

Es importante destacar que el informe revela que el Ejército iraní usa las grabadoras de vídeo en red (NVR) de Tiandy, que funcionan con chips producidos por el fabricante estadounidense Intel, lo que plantea dudas sobre si esta compañía ha violado las sanciones de Estados Unidos contra Irán. La portavoz de Intel, Penny Bruce, aseguró a MIT Technology Review: "No tenemos conocimiento de las acusaciones planteadas y estamos investigando la situación".

Una colaboración en ciernes

El nuevo informe es una de las pocas pruebas contundentes de algo que los expertos sospechan desde hace mucho tiempo: que Irán está tratando de construir un sistema de control digital sobre sus ciudadanos, siguiendo el modelo de China y utilizando herramientas chinas. La censura y la vigilancia son principios fundamentales de ese modelo, resalta el experto en seguridad iraní y profesor de la Universidad de Tennessee, Chattanooga (EE. UU.) Saeid Golkar. "La República Islámica intenta crear su internet como China, con conectividad masiva que luego controlaría", explica Golkar.

Irán se ha subido al carro de China en el ámbito de la vigilancia desde hace ya tiempo. Fue uno de los primeros en adoptar el sistema de "crédito social" chino, una calificación integral de las actividades económicas, cívicas y sociales de los ciudadanos. En 2010, la empresa ZTE, con sede en Shenzhen (China), firmó un contrato de 115 millones de euros con la empresa estatal de telecomunicaciones de Irán (TCI) para instalar el sistema de vigilancia de ZTE en la infraestructura de telefonía e internet administrada por el Gobierno iraní.

En marzo de este año, China e Irán acordaron una asociación estratégica de 25 años, y aunque muchos de sus detalles no se han revelado, ese acuerdo estipula una mayor cooperación militar y comercial entre los dos países. El informe de IPVM confirma algunos de esos detalles, y describe cómo Irán está modernizando su capacidad para rastrear a sus ciudadanos.

Golkar señala que, hasta hace poco, gran parte del aparato de seguridad iraní estaba a cargo de moderadores e informadores que monitorizaban las redes sociales, pero eso está cambiando rápidamente. Y añade: "A medida que Irán se digitalice más, estoy seguro de que veremos más formas digitales de opresión y vigilancia". Irán tiene un historial de encarcelar y torturar a los disidentes, y la línea de productos de Tiandy parece muy adecuada para seguir con tales tácticas.

Resulta esencial observar lo que China intenta vender a otros países, y a las autocracias en particular. Golkar opina: "Los regímenes autoritarios están siguiendo a China, porque dirige este juego. Todo lo que hace China, estos regímenes lo comprarán o intentarán duplicarlo".

Exportar tecno-autoritarismo

La relación entre Tiandy e Irán supone un paso más en la ya preocupante tendencia en la que los estados autoritarios utilizan cada vez más tecnologías para ejercer el control sobre sus ciudadanos. A un alto nivel, esta colaboración se alinea con la estrategia diplomática de China que ha perseguido con fuerza lazos más estrechos con países de Asia Central, Oriente Medio y África. Con la intención de consolidar la influencia global a través de su Iniciativa Belt and Road en expansión, las autoridades y las empresas chinas firman acuerdos para construir ambiciosos proyectos de desarrollo que van desde puertos y carreteras hasta infraestructura digital. Huawei, por ejemplo, es responsable de construir alrededor del 70 % de las redes 4G en el continente africano.

Una parte de estos proyectos reside en la visión de China de utilizar la tecnología para monitorizar de cerca a la población. Huawei, Alibaba, ZTE y otras empresas chinas realizan los llamados programas de "ciudades seguras" y "ciudades inteligentes", alegando que su uso de IoT y de tecnologías visuales ayuda a los organismos policiales. Huawei afirma que sus herramientas se utilizaron en más de 700 ciudades a partir de 2019, con un enfoque en Asia y África. En resumen, exportar sistemas de vigilancia es una parte fundamental de la estrategia geopolítica de China.

Rusia también cuenta con un sofisticado programa de vigilancia nacional y ha estado aumentando sus exportaciones a otros países. Moscú (Rusia) implementó el año pasado uno de los sistemas de vídeo más amplios del mundo para el transporte público, escuelas y carreteras, con reconocimiento facial.

El programa está impulsado por NTechLab, los creadores originales de la app FindFace, un precursor de los sistemas modernos de reconocimiento facial que permitían a los usuarios tomar fotografías de caras y compararlas con imágenes en internet. Sus redes neuronales también pueden distinguir ya la forma de andar, siluetas y coches.

El año pasado, en declaraciones a MIT Technology Review, el fundador de NTechLab, Artem Kuharenko, afirmó: "Queremos trabajar en todo el mundo. Tenemos muchos proyectos en América Latina y Medio Oriente". También resaltó que en ese momento las dos áreas centrales del trabajo internacional de NTechLab eran el comercio minorista y las "ciudades seguras e inteligentes".

La vigilancia no se limita solo a los estados autoritarios, y los proyectos de "ciudades seguras e inteligentes" han encontrado un hueco en muchas democracias. Aun así, el tecno-autoritarismo probablemente resultará difícil de controlar. Como subraya el informe sobre la relación entre Tiandy e Irán, ni siquiera las importantes sanciones a Irán impidieron que los chips de Intel alimentaran las cámaras de Tiandy.

"Esto muestra lo difícil que es controlar los flujos de tecnología, especialmente cuando se trata de los chips. Las cadenas de suministro en esta área son complejas y los fabricantes de chips tienen dificultades para controlar exactamente dónde acaban todos sus chips", resalta el autor del informe, Charles Rollet. Si Rusia y China están compitiendo o cooperando en la distribución de sistemas de vigilancia a los estados de todo el mundo es, por el momento, un misterio. Pero una cosa está clara: las tecnologías de videovigilancia son una prioridad en el conjunto de las herramientas autoritarias, y Rusia y China las están introduciendo a otros países.

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