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Tecnología y Sociedad

Un autobús inteligente, autónomo y que habla la lengua de signos para llevar a todos los discapacitados

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Los autobuses Olli podrían utilizar sensores hápticos para que los invidentes perciban cuándo hay un asiento libre y emitir sonidos para que la gente mayor no se olvide sus pertenencias. Todo una avance para una comunidad demasiado acostumbrada a las barreras

  • por Elizabeth Woyke | traducido por Teresa Woods
  • 26 Abril, 2017

Hace 15 años que una enfermedad ocular degenerativa obligó a Erich Manser a dejar de conducir. Hoy, acude a su trabajo como consultor de accesibilidad en trenes de cercanías y autobuses urbanos, pero tiene problemas para encontrar un asiento y debe pedir ayuda a desconocidos.

Un pequeño avance para solucioanr el problema de Manser podría llegar el año que viene. La empresa de Manser, IBM, y un fabricante automovilístico independiente llamado Local Motors están desarrollando un autobús lanzadera autónomo y eléctrico que combina la inteligencia artificial (IA), la realidad aumentada (RA) y apps de smartphone para servir a personas con discapacidades visuales, auditivas, físicas y cognitivas. Los autobuses, llamados Ollis, están diseñados para transportar personas a velocidades inferiores a 60 kilómetros por hora y serán vendidos a ciudades, comunidades autónomas, aeropuertos, empresas y universidades. Si los autobuses entran en producción en agosto de 2018, tal y como está planificado, podrían contarse entre los primeros vehículos autónomos en echarse a las carreteras estadounidenses.

Puesto que Olli es totalmente autónomo y no dispone de conductor humano, utiliza la la inteligencia artificial de Watson de IBM para conversar con los pasajeros (mediante voz y textos mostrados en un iPad). Olli navega mediante radar, LIDAR y cámaras ópticas de una empresa llamada Meridian Autonomous. Antes lanzarse a las calles, Meridian Autonomous construye mapas en 3D de la zona y Local Motors se asegura de que tienen una precisión de un centímetro. El humano encargado de gestionar una flota determina la ruta del autobús. Cuando Olli detecta una emergencia a través de sus varios sensores, se detiene, avisa a un supervisor (humano) en remoto y analiza una lista de comprobaciones de posibles problemas. "Si un pasajero tiene un problema médico o [se produce un problema de seguridad], Olli llamará a las autoridades o se conducirá solo a un hospital o estación de policía", explica la directora de Local Motors y líder del proyecto, Gina O´Connell.

Local Motors e IBM empezaron a colaborar en Olli a principios de 2016 y terminaron una primera iteración del autobús en junio del año pasado. Ahora mismo, ese vehículo está en fase de pruebas en Alemania y Suiza. Es la próxima (segunda) generación de Olli la que incluirá tecnologías de apoyo. Esa versión, que las empresas han denominado como el "Olli accesible", será fabricada a partir de 2018, y mantendrá a Watson para comunicarse con los pasajeros y para incorporar alguna de sus otras prestaciones.

Local Motors e IBM aún están probando las tecnologías, pero ya han identificado algunas que probablemente añadirán. Los futuros Ollis, por ejemplo, podrían dirigir pasajeros con discapacidades visuales hasta asientos libres mediante el uso de visión de máquinas para identificar huecos libres y pistas de audio y una app móvil para dirigir al pasajero. Olli también podría guiar a los pasajeros mediante un tipo especial de información táctil que emplea ultrasonidos para proyectar sensaciones al aire. Un conjunto de sensores hápticos podría ser diseñado para cada asiento, y cuando la gente recorra el pasillo sentiría una vibración en su brazo o mano que le alertaría de que ya ha llegado a un asiento libre, explica el director de programa de la división de movilidad de IBM, Drew LaHart.

Para los discapacitados auditivos, los autobuses podrían emplear la visión automática y la realidad aumentada para interpretar y hablar en lenguaje de signos a través de las pantallas de a bordo o los smartphones de los pasajeros. LaHart señala que Olli podría ser entrenado para reconocer el lenguaje de signos mediante el aprendizaje automático y las capacidades de reconocimiento de imágenes de Watson. Si el autobús se equipara con tecnologías de RA, podría ser capaz de responder mediante el holograma de una persona que se comunica mediante lenguaje de signos.

La visión automática también podría habilitar a Olli a reconocer pasajeros con andadores y sillas de ruedas que esperan en paradas de autobús. Entonces el vehículo podría activar una rampa automatizada para ayudarles a subirse a bordo y después desplegaría otros equipos que asegurarían sus dispositivos de apoyo para inmovilizar una silla de ruedas, por ejemplo.

Otra tecnología en potencia de Olli combina visión automática y sensores para detectar cuándo un pasajero coloca algo debajo de su asiento. Esto permitiría que el autobús emitiera una señal para recordar al pasajero que recoja sus cosas antes de bajarse, una prestación dirigida a beneficiar a la gente que padezca de demencia y otras discapacidades cognitivas.

Todas estas prestaciones suponen una  importante mejora frente a las capacidades de los autobuses actuales, que se limitan a sillas de ruedas, elevadores de minusválidos y actualizaciones de rutas de audio y visuales. Local Motors, IBM y la Fundación CTA, el brazo social de la Asociación de Tecnologías de Consumo, un grupo industrial del sector de electrónica de consumo y un socio de Olli Accesible, han dedicado los últimos tres meses a recopilar ideas de organicaciones de derechos de discapacitados y comunidades de tercera edad, entre otras. Manser, que trabaja para IBM Accessibility, ha organizado un taller con organizaciones de invidentes y agencias de transporte público, y asistió en marzo a un hackathon de tecnologías de apoyo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, EEUU) para explicar los retos a los que se enfrenta en el transporte público.

Local Motors planea seguir pidiendo opiniones al público durante varios meses más. En julio, elaborará un plan de ingeniería para la nueva versión de Olli, seleccionará proveedores y calculará el coste de fabricar el autobús. Su intención es vender el vehículo por cerca de 240.000 euros y también ofrecerá un servicio de subscripción de leasing que costaría entre 10.000 y 12.000 euros al mes e incluirá mejoras de hardware. Puesto que Olli se fabricaría principalmente bajo demanda, mediante la impresión 3D, su diseño puede ser modificado rápidamente para adaptarse a las opiniones de los usuarios, indica O´Connell.

La empresa espera que los operadores de transporte público se conviertan en sus principales clientes y que las ciudades compren los autobuses para llenar los vacíos de sus sistemas de tránsito regulares y no únicamente como vehículos de paratránsito para discapacitados.  

Pero para los discapacitados, Olli podría ofrecer una gran mejora real respecto a sus opciones actuales. Los servicios de paratránsito puerta a puerta tienden a ser lentos, han de ser programados con antelación y solo están disponibles para personas que reúnan todos los requisitos, señala el director de políticas del Centro de Políticas de Vida Comunitaria de la Universidad de California en San Francisco (EEUU), Henry Claypool, usuario de sillas de ruedas. "Es mucho más fiable poder subir y bajar del autobús en el mismo sitio y disponer de un horario regular, especialmente si el autobús incluye este tipo de tecnologías de apoyo", afirma. Olli también podría complementar las definiciencias de los sistemas públicos de autobús y tren también, según la directora ejecutiva del Fondo de Educación y Defensa de las Discapacidades, Susan Henderson. La Ley de Estadounidenses Discapacitados solo obliga a que las estaciones de tren y metro "claves" sean accesibles, lo que significa que la gente con silla de ruedas, andador o silla motorizada a menudo han de desviarse varias paradas para llegar a casa u a otro destino, dice Henderson, y concluye: "Si aún me quedasen 10 manzanas después de bajarme en mi estación local, disponer de un Olli en mi barrio marcaría una gran diferencia".

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