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Cadenas de bloques y aplicaciones

La realidad virtual convierte la bici estática en un F1

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Una 'start-up' crea una bicicleta estática adaptada al entorno de la realidad virtual para convertir el ejercicio en entretenimiento

  • por Signe Brewster | traducido por Teresa Woods
  • 18 Diciembre, 2015

Foto: La bicicleta estática se conecta a un casco de realidad virtual para que el usuario pueda hacer ejercicio envuelto en un juego.

La nueva bicicleta estática de la start-up VirZoom, en Boston (EEUU), incluye un accesorio poco corriente para pedalear: un casco de realidad virtual para convertir el entrenamiento en una aventura virtual.

La semana pasada me coloqué un casco de desarrolladores de Oculus sobre los ojos y me acomodé encima de la bici, la que tendrá un precio de 250 dólares (unos 230 euros) cuando se empiece a comercializar el año que viene. Tiene casi el mismo aspecto que una bicicleta plegable convencional salvo por los botones y mandos repartidos por el manillar.

Debido a los lanzamientos programados para este año de varios cascos de realidad virtual –incluido el anticipado casco Oculus Rift–, tanto el entusiasmo por las aplicaciones como por los juegos va en aumento. Pero hace mucho que se emplea la realidad virtual para la rehabilitación, incluido el ejercicio. Un estudio de 2011 de la Universidad de Carolina del Norte – Charlotte (EEUU), por ejemplo, concluyó que cuando las personas creían que aumentaba la intensidad del entrenamiento de realidad virtual, su motivación también aumentaba.

Con el casco puesto, el cofundador y CEO de VirZoom, Eric Janzsen, me retó a una carrera de coches. Aprendí a manejar las curvas cerrada y tener que pedalear más rápido para acelerar mi coche. También conducir por lo que-virtualmente- era un terreno más irregular en el que me vi obligado a pedalear aún más fuerte para mantener la misma velocidad (ver Aparta, Disnelyland; nace el primer parque de atracciones de realidad virtual).

En otro juego, me convertí en un Pegaso, volando por un mundo lleno de árboles y colinas ondulantes. Cuando más pedaleaba, más alto volaba. El juego en sí era sencillo y, después de un rato, algo aburrido: tuve que encontrar monedas y atravesarlas al vuelo para ganar energía. Mientras que notaba las piernas cada vez más cansadas, mi mente nunca tuvo tiempo para recrearse en el dolor del ejercicio.

Foto: Una actividad de VirZoom le coloca al usuario en el asiento de piloto de un coche de carreras. El pedaleo controla su velocidad.

En principio, VirZoom será compatible con tres dispositivos de realidad virtual – el Oculus Rift, el Sony PlayStation VR y el HTC Vive – capaces de rastrear los movimientos de la cabeza para traducirlos en un movimiento dentro del juego. La propia bicicleta rastrea la rapidez del pedaleo y puede añadir más resistencia basándose en el avatar elegido por el usuario o el tipo de terreno que atraviese (ver Las start-uo de realidad virtual miran al futuro).

"Te desplazamos por el mundo en proporción a tus esfuerzos", explica Janzsen.

Su plataforma algún día se abrirá a los desarrolladores, pero por ahora VirZoom está desarrollando sus primeros cinco juegos desde cero porque a su equipo le preocupa que los tipos de movimientos de los juegos existentes podrían hacer que los usuarios se mareen. Tiene sentido: relativamente pronto en mi demo, inclinarme demasiado hacia un lado me dio un poco de náuseas. Pero al ganar experiencia con la bici, esa sensación desapareció.

Aun así, comprar todo el equipo que requiere la bici no resultará barato y utilizarlo será algo tosco. Mientras que VirZoom costará unos 250 dólares (unos 230 euros), los compradores también tendrán que tener en cuenta el coste de un casco (aún sin determinar para los tres cascos compatibles, que tienen programados sus lanzamientos para el 2016). Y el Vive y el Rift necesitarán conectarse a un potente ordenador de sobremesa, mientras que el PlayStation VR tendrá que conectarse a una PlayStation 4.

Por ahora, VirZoom sólo tiene pensado vender su bicicleta a personas que quieran utilizarla en casa. Los cascos probablemente resulten demasiado caros y delicados para que los gimnasios los presten durante las clases de spinning. Además, me imagino que la gente no se sentiría demasiado entusiasmada con la perspectiva de compartir unos cascos sudados. Sé que el mío estaba bastante asqueroso al terminar de pedalear.

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