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Biotecnología

La biomedicina en 2014: reescritura del ADN y descodificación del cerebro

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Avances en terapias génicas, el abaratamiento de la secuenciación del genoma y la bioingeniería aplicada al cerebro son algunos de los hitos de este año

  • por Antonio Regalado | traducido por Lía Moya
  • 31 Diciembre, 2014

El año comenzó con un hito. Una década después de que se descodificara el primer genoma humano con un coste de unos 3.000 millones de dólares (unos 2.400 millones de euros), Illumina, la empresa fabricante de máquinas de secuenciación de San Diego, presentó un nuevo modelo, el Hyseq X-10, que puede hacerlo por unos mil dólares (unos 800 euros) por genoma.

La máquina, que cuesta 10 millones de dólares (unos 8 millones de euros) y puede descodificar 20.000 genomas al año, ha sido adquirida rápidamente por grandes laboratorios de investigación, start-ups como Human Longevity de J. Craig Venter (que planea secuenciar a 40.000 personas al año) e incluso el gobierno británico (Reino Unido es el primer país con un proyecto nacional de secuenciación del genoma).

El presidente de Illumina, Francis de Souza predijo que dentro de dos años se habrán secuenciado los genomas de 1,6 millones de personas.

Que exista una forma de secuenciación barata significa que se producirá un diluvio de información y la tecnología diseñada para manejar y explotar el big data tendrá un nuevo papel. Google, el gigante de los buscadores, ha sido la empresa más atenta a la tendencia y ha lanzado un proyecto científico para recoger datos biológicos sobre seres humanos sanos y se ha ofrecido a almacenar cualquier genoma en sus servidores por 25 dólares al año (unos 20 euros). Una coalición de investigadores en genética respaldada por Google ha intentado introducir estándares técnicos como los que gobiernan la web para poder organizar un "internet del ADN" en el que los investigadores puedan compartir datos.

Esta facilidad de acceso a información sobre el ADN ha dado lugar a debates sobre cuánto deben saber los consumidores. La Agencia Estadounidense del Medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) ha dicho que no deberían comercializarse aún los análisis genéticos de venta directa a los pacientes. Pero los consumidores han encontrado formas de llegar a esos datos de todas formas. Miles de personas se han dirigido a las esquinas no reguladas de internet para obtener información sobre sus genes y un padre incluso logró secuenciar el ADN de su propio hijo antes de que naciera, en una polémica primera vez para esta técnica.

Sin duda, la tecnología más interesante del año ha sido un nuevo método de ingeniería genética llamado CRISPR, un potente y novedoso sistema para "editar" el ADN. Los científicos chinos lo usaron para producir monos con alteraciones genéticas en enero y ahora se espera que otros científicos creen monos con enfermedades psiquiátricas humanas. Una medida de la importancia de esta tecnología es que ahora los científicos se disputan su paternidad y la propiedad de la patente del método.

Durante este año los bioingenieros han avanzado en muchos otros frentes usando otras tecnologías. Asistimos a la aparición de novedosas formas de terapia celular usada para tratar enfermedades degenerativas oculares, a los resultados positivos de un ensayo con una terapia génica capaz de curar el VIH y la reaparición de una forma de terapia génica llamada interferencia del ARN. El desarrollo de órganos sustitutos también ha dado pasos adelante, entre ellos nuevas investigaciones que demuestran cómo añadir vasos capilares a un tejido cultivado en laboratorio usando una impresora 3D, y un avance hacia la producción a gran escala de tráqueas artificiales.

Este año, 10 de los 35 nuevos medicamentos aprobados por la FDA fueron moléculas biológicas, como anticuerpos o inyecciones de proteínas. Eso ha sido un récord. Y la FDA afirma que la lista de nuevos fármacos con los que se van a empezar a hacer ensayos clínicos está dominada por los tratamientos biológicos.

Entre esos fármacos biotecnológicos se cuenta el avance médico más importante del año, un nuevo tipo de terapias contra el cáncer denominadas "inmunoterapias". La farmacéutica Merck ha estado haciendo ensayos con un anticuerpo que ayuda al sistema inmune a reconocer células cancerígenas de melanoma con resultados casi milagrosos para algunos pacientes. El otro método de terapia inmune implica rediseñar los glóbulos blancos de alguien para que sepan reconocer y matar determinados tipos de leucemias.

Pero la bioingeniería no se detiene al nivel del ADN. La Iniciativa BRAIN de Estados Unidos, el proyecto científico mimado por el presidente Obama, tiene como objetivo desarrollar neurotecnologías emergentes para medir el cerebro y acabar descifrando el código neuronal. Este enfoque amplio adoptado por EEUU contrasta con el que se sigue en Europa, donde la financiación se ha dirigido hacia un megaproyecto para crear simulaciones informáticas del cerebro, algo que ha producido agrias discusiones entre los neurocientíficos.

La bioingeniería, ya sea del cerebro, de nuevos fármacos o de nuestra comida, podría resolver algunos de los mayores retos del planeta. Por ejemplo, los cultivos transgénicos podrían ayudarnos a adaptarnos a los cambios impredecibles que podría traer el cambio climático. Pero aún hay mucha gente que no está convencida de que estas ideas sea tan seguras como prometen los tecnólogos. En Estados Unidos algunos emprendedores esperan que la nueva tecnología para editar los genes de los animales, por ejemplo del ganado vacuno, lleve al público a replantearse su oposición a los animales transgénicos. En países como China donde el temor a los transgénicos es generalizado, los gobiernos han preferido detener su comercialización. Pero, como informamos este año, China sigue metiendo miles de millones de euros en I+D para crear cepas de plantas modificadas genéticamente.

Para los científicos existe cierta ironía en el desarrollo de los acontecimientos. En Europa, la primera terapia génica occidental ha salido a la venta este año (trata una rara enfermedad hepática arreglando un gen mutante) por 1,4 millones de dólares la dosis (unos 1,1 millones de euros), lo que la convierte en la medicina más cara de la historia. Pero los países europeos no ven un valor parecido en los cultivos transgénicos y prácticamente están prohibidos.

El ingeniero genético de la facultad de medicina de la Universidad de Harvard (EEUU), George Church, cree que esto presenta una paradoja tecnológica. Suya es nuestra cita preferida del año: "Tenemos seres humanos modificados genéticamente sueltos por Europa que no comen comida modificada genéticamente".

Biotecnología

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