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Ms Tech / Salorenzo Herrera vía Unsplash

Tecnología y Sociedad

Así es como el coronavirus ha convertido a internet en un lugar mejor

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La cuarentena que nos obliga a permanecer aislados en casa también ha hecho que volquemos nuestra vida en internet. Ahora, vuelve a resultar emocionante aprender cosas y hablar con desconocidos, y la gente es más natural y abierta, como ya sucedía en los albores de la web, allá por 1999

  • por Tanya Basu | traducido por Ana Milutinovic
  • 09 Abril, 2020

Cada pocos días, decenas de miles de personas se unen a la fiesta de baile virtual organizada por DJ D-Nice en Instagram. Estos impresionantes eventos retransmitidos en directo, conocidos como Club Quarantine (Club Cuarentena), han atraído a celebridades de todos los rincones de internet, como Michelle Obama, Oprah Winfrey y Mark Zuckerberg. Algunas noches, el público ha superado los 150.000 espectadores, y durante varias horas, y los adolescentes han bailado la misma música que algunos de las personas más ricas del planeta.

Existe un sentimiento de déjà vu sobre ese fenómeno: la democracia que representa el encuentro de una gran comunidad. Es la misma sensación que nos molesta cuando intercambiamos consejos de repostería (los más buscados en Google en este momento) con desconocidos y recreamos Chatroulette en Hangouts de Google. Ahora que todos estamos separados, parece que las barreras entre nosotros se están bajando en el terreno digital. 

¿Se trata de un espejismo o algo ha cambiado de verdad? No resulta sorprendente que nuestro comportamiento online esté siendo diferente al de la era precuarentena. El coronavirus (COVID-19) ha alterado drásticamente nuestras vidas, secuestrándonos dentro de nuestros hogares y convirtiendo en potencialmente mortales todas las interacciones que normalmente serían humanas: la hora feliz, los abrazos y los besos, e incluso votar y rascarse la cara. Sin embargo, nadie podía haber esperado que en una era de partidismos rencorosos y troles, el hecho de reunirlos a todos online de alguna manera haya provocado que internet vuelva a ser un lugar agradable.

Es como dar marcha atrás en el tiempo para volver a los momentos más sinceros y honestos de la historia de internet, cuando la novedad de tener una voz y poder conectarse con cualquiera aún nos llenaba de una sensación de infinitas oportunidades y optimismo. Esta sensación se remonta a finales de la década de 1990 y principios de la década de 2000, antes de las redes sociales y de los teléfonos inteligentes, cuando conectarse a internet seguía viéndose como un uso valioso del tiempo para buscar una comunidad.

Eso se nota en la renovada voluntad de las personas de crear relaciones virtuales. Antes de que las redes sociales nos amargaran y nos convirtieran en seres distantes y evasivos, solíamos tomar más en serio la promesa de una conexión fortuita en internet. En la actualidad, vuelve a ser genial encontrarse de forma casual con alguien desconocido (virtualmente, por supuesto). Las personas se unen a videollamadas con personas que no conocen para horas felices, clubes de lectura y hasta para ligar por la noche. Comparten momentos colectivos de creatividad en Google Sheets, buscan nuevos amigos de correspondencia pandémica y envían correos electrónicos más suaves y menos críticos.

También se nota la recuperación de las relaciones del pasado. Antes de que el sentimentalismo fuera sustituido por una anual limpieza de amigos en Facebook, resultaba agradable mantenerse en contacto con los compañeros del instituto y encontrar a los maestros de primaria. Ahora volvemos a apreciar a los viejos amigos lejanos; al fin y al cabo, ya no hay mucha diferencia entre pasar el rato con ellos o con los que están más cerca de casa. La gente también se está volviendo analógica: enviando postales, dejando mensajes telefónicos para la familia, preparando paquetes especiales.

Internet también era un lugar donde se podía aprender cualquier cosa, hasta que la sobrecarga de información lo volvió desbordante. Ahora la claustrofobia y el aburrimiento han llevado a la gente a volver recurrir a internet para aprender cosasreuniendo colaboraciones de la mejor receta de masa madre, estudiando nuevos idiomas o ganando otras habilidades inútiles o prácticas.

Incluso las aplicaciones que solo solían usar los millennials se han vuelto más divertidas y con menos filtros, como en los tiempos anteriores a Photoshop y a los retoques de inteligencia artificial que nos hicieron más vanidosos con nuestra apariencia digital. El brillo que dominaba en Instagram en los últimos años se ha desvanecido. Ahora existe una preciosa naturaleza en las sesiones virtuales de yoga que se llevan a cabo en las  desordenadas salas de estar; Martha Stewart e Ina Garten comparten sus consejos culinarios desde ángulos poco favorecedores, incluso alguna celebridad regaña a su suegra por ser demasiado ruidosa.

Por supuesto, nuestros recuerdos podrían resultar equivocados, como consecuencia de una nostalgia romántica. Al igual que ahora, en los albores de internet también había personas malintencionadas, recuerda el CEO de la organización sin ánimo de lucro Internet Society, Andrew Sullivan, pero "la gente tenía más cuidado con su forma de expresarse". El acceso telefónico a internet hizo que navegar interminablemente fuera más costoso, lo que obligó a las personas a elegir con cuidado cómo pasaban su tiempo online. También el acceso era limitado a las personas con estudios, dinero y conocimientos, y por eso internet era mucho más reducido.

Todos estos factores representan, sin duda, algunas de las razones por las que las interacciones online al menos parecían más pacíficas. Toda esa unión también provoca mucho más ruido en el internet moderno. Pero, aunque las innovaciones como los navegadores y el gran ancho de banda aumentaron el espacio para el debate y para el desacuerdo, también ampliaron la accesibilidad y han hecho que nuestras vidas sean mucho más resistentes a las alteraciones. En otras palabras, sin estos avances ahora estaríamos mucho más aislados en nuestras cuarentenas. "Internet nos permite mantener una sensación de normalidad y apoyarnos mutuamente y unirnos", asegura Sullivan. Básicamente, nos ha proporcionado una manera de seguir siendo humanos.

Cuando todo esto termine, ¿internet seguirá siendo un lugar más agradable y más apacible?

La profesora de la Universidad de California en Los Ángeles (Estados Unidos), especialista en los cambios sociales e internet Leah Lievrouw cree que está surgiendo un sentido de comunidad sin precedentes. La experta subraya: "Estamos viendo que no tenemos que estar físicamente presentes para movilizarnos. La infraestructura física no es la que produce todo esto. Se trata de lo que nosotros hacemos con esa tecnología".

Así que, tal vez es eso lo que ha cambiado debido a la pandemia: no el propio internet en sí, sino nuestra relación con la red. Ahora que aparece como nuestro salvavidas para sentirnos conectados con el mundo, estamos revalorizando nuestras relaciones y comunidades virtuales.

Sullivan considera que no hay forma de predecir cómo será después. Pero el internet del mes pasado nos muestra las posibilidades para el internet del mañana. Y concluye: "Hemos visto que las historias distópicas no se están haciendo realidad. Cuando los seres humanos tienen problemas, recurren los unos a los otros".

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