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Philip Keith

Tecnología y Sociedad

Los vídeos del móvil, el arma definitiva contra la brutalidad policial

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Las grabaciones del asesinato de George Floyd y el tiroteo de Jacob Blake han catalizado en un movimiento generalizado de protestas contra impunidad de las fuerzas del orden. Frente a tecnologías previas, como las fotografías, estos vídeos personales podrían cambiar la vigilancia para siempre.

  • por Karen Hao | traducido por Ana Milutinovic
  • 28 Agosto, 2020

De todos los vídeos publicados tras el asesinato de George Floyd, el que grabó la joven de 17 años Darnella Frazier con su teléfono es el más estremecedor. Muestra al policía Derek Chauvin con la rodilla sobre el cuello de Floyd mientras Floyd suplica: "Por favor, por favor, por favor, no puedo respirar", y se ve a Chauvin negándose a ceder. Una posterior denuncia penal afirma que Chauvin inmovilizó el cuello de Floyd durante 8 minutos y 46 segundos, más allá del momento cuando Floyd perdió el conocimiento.

En el vídeo, Chauvin levanta la cabeza y mira a Frazier, inmóvil, en una escena escalofriante y desoladora. Este tipo de material documental impulsó a millones de personas a inundar las calles en centenares de protestas en EE. UU. Ahora, la historia se repite tras la publicación de otro reciente vídeo en el que la policía de EE. UU. dispara siete veces por la espalda a Jacob Blake.

Desde que empezaron las manifestaciones, se han subido vídeos infinidad de vídeos en redes sociales en los que se muestran centenares de otros incidentes de brutalidad policial. Un policía a caballo que pisotea a una mujer. Coches de policía que aceleran hacia una multitud. Agentes empujan a un hombre mayor, que se golpea la cabeza al caerse en la acera, y se alejan mientras su sangre se derramaba por el suelo. Un montaje de 14 vídeos, titulado Este es un estado policial, ya acumula más de 52 millones de reproducciones.

De nuevo, los vídeos de smartphone están catalizando la acción para poner fin a la brutalidad policial. Pero el vídeo de Frazier también demuestra el desafío de convertir ese impulso en un cambio duradero. Hace seis años, el mundo vio a Eric Garner pronunciar las mismas palabras: "No puedo respirar", mientras el policía de Nueva York (EE. UU.) Daniel Pantaleo lo asfixiaba por estrangulamiento. Hace cuatro años, vimos cómo Philando Castile se desangraba a 15 minutos en coche de Minneapolis (EE. UU.), después de recibir cinco disparos del policía Jerónimo Yáñez en un control de tráfico. Aunque ambos incidentes también provocaron protestas masivas, parece que la situación no deja de repetirse.

Entonces, ¿cómo se puede convertir todo este material audiovisual en algo permanente, no solo en protestas e indignación, sino en una reforma policial concreta? La respuesta supone tres fases: primero, debemos dar testimonio de estas injusticias; segundo, tenemos que crear leyes para desmantelar los sistemas que protegen a los policías cuando cometen tales actos; y finalmente, deberíamos organizar programas comunitarios de "vigilar a la policía o copwatching" para exigir responsabilidades a los departamentos locales.

La buena noticia es que ya hay fuertes indicios de que la primera fase está teniendo un impacto. "Ha habido tantos momentos diferentes que deberían haber sido como polvorines, pero simplemente no fue así", destaca la profesora asistente de periodismo en la Universidad del Sur de California (EE. UU.) Allissa V. Richardson, quien recientemente escribió un libro sobre el papel de los teléfonos inteligentes en el movimiento contra la brutalidad policial. Y añade: "Creo que ahora es diferente".

Fotografía de un niño en una bicicleta BMX fotografiando a la policía frente a una estación de MBTA en Boston

Foto: Fuera de la estación de la policía MBTA de Green Street de Boston en el barrio Jamaica Plain, un joven se para para grabar la presencia policial que observa a la multitud que pasa el 4 de junio. Créditos: Philip Keith

I. Testimonios

Primero, parece importante reconocer a dónde nos han llevado los teléfonos inteligentes. Muchos críticos defienden que no se ha logrado poner fin a la violencia policial de esa forma, pero este objetivo tampoco podría cumplirse sin smartphones. Para movilizar el cambio contra una injusticia dada, primero debe haber un consenso mayoritario de que esa injusticia existe.

Esto es algo que hasta ahora no se había dado en la lucha contra la opresión racista en Estados Unidos. A lo largo de la historia de esta nación, los estadounidenses negros han tenido que luchar continuamente contra la incredulidad generalizada sobre las violaciones que sufrían. Para conseguirlo, se han basado en los testimonios y en documentarlos.

Richardson detalla: "A lo largo de cada era del terror contra los negros, siempre tuvimos algún tipo de prueba visual, empezando por la esclavitud, que luego dio paso los linchamientos, que después dieron paso a la brutalidad policial. A través de cada una de esas épocas, han existido los llamados testigos negros que han usado la tecnología de sus tiempos para arrojar luz sobre el racismo".

"Por fin, no tendremos que llevar toda esta lucha por nuestra cuenta". Allissa Richardson

Por ejemplo, durante la primera mitad del siglo XIX, los esclavos liberados como Frederick Douglass confiaron en los periódicos y en la palabra hablada para crear representaciones gráficas de la esclavitud e impulsar la formación de grupos abolicionistas. A principios del siglo pasado, la periodista de investigación Ida B. Wells se dedicó a crear cuidadosamente tablas estadísticas sobre la omnipresencia de los linchamientos y trabajó con varios fotógrafos blancos para capturar imágenes terribles de estos ataques en lugares a los que ella no podía ir. Luego, a mediados de la década de 1950, los líderes negros de los derechos civiles como Martin Luther King Jr. atrajeron estratégicamente las cámaras de televisión para recoger las brutales escenas de los perros policiales y cañones de agua en las manifestaciones pacíficas.

En otras palabras, ofrecer testimonios tenía una importancia crítica para impactar al público, en su mayoría blanco, y atraer la atención internacional. Los ciudadanos blancos y otros se aliaron con los estadounidenses negros hasta que el apoyo al cambio alcanzó una masa crítica.

Hoy en día los testimonios que ofrecen los teléfonos inteligentes cumplen el mismo propósito. Las grabaciones permiten demostrar el abuso generalizado y sistémico, y provocar la indignación moral. Pero, en comparación con los formatos previos de estos testimonios, los teléfonos inteligentes además son más accesibles, más comunes y, lo más importante, en muchos casos están controlados por parte de testigos negros. Richardson añade: "Esa ha sido la verdadera transición de las personas negras que dependían de atraer la mirada de los principales medios de comunicación, ahora ya no necesitan a ese intermediario para crear sus propios medios de comunicación".

Fotografía de una multitud en una protesta de BLM con grabación de teléfonos inteligentes

Foto: Los manifestantes en Boston Common el 31 de mayo, la primera noche de protestas en Boston en una vigilia de 'luces de teléfonos móviles' en memoria a George Floyd. Créditos: Philip Keith

Esto también hace que los teléfonos inteligentes sean más potentes que las cámaras policiales, que se volvieron populares después de la muerte de Mike Brown en 2014 y han vuelto a recibir atención tras los terribles sucesos de los últimos meses. ¿Por qué confiar en la presencia de transeúntes cuando la policía podría ser monitorizada en todo momento? Porque esas cámaras están controladas por la propia policía, no cuentan con la misma transparencia ni exigen responsabilidades. Apuntan en la dirección equivocada, se desconectan fácilmente y, en algunos casos, se han utilizado para falsificar pruebas.

Debido a que las normas para el manejo de las imágenes de las cámaras policiales las definen los departamentos de policía, también hay poca obligación de publicar las grabaciones sin editarlas (como en el caso de Floyd). En 2017, las imágenes de 40 de los 105 asesinatos policiales capturados por las cámaras policiales nunca vieron la luz, según un análisis de la organización sin ánimo de lucro Upturn.

Uno de los ensayos aleatorios más grandes jamás realizados sobre esta tecnología, que involucró a más de 1.000 policías, no encontró diferencias estadísticas en el comportamiento entre los policías que llevaban cámaras y los que no. "Las cámaras corporales refuerzan el poder de un agente de policía", sostiene el director de los programas de la organización internacional sin ánimo de lucro Witness, Sam Gregory.

Por lo tanto, los teléfonos inteligentes siguen siendo la mejor herramienta para demostrar la brutalidad policial y cambiar la opinión pública. Y las primeras investigaciones del equipo de Richardson señalan varios indicadores de que ya lo han hecho.

Al etiquetar fotos de manifestantes por raza, por ejemplo, descubrieron que las manifestaciones actuales son mucho más diversas que las anteriores protestas contra la brutalidad policial. Esto sugiere que, como en los ejemplos históricos, otros grupos raciales se están aliando más fácilmente con los negros. Analizando las noticias y las redes sociales con el procesamiento del lenguaje natural, también comprobaron que el debate sobre si la víctima era una persona respetable o si hizo algo para merecer un tratamiento violento ha sido menos frecuente en el caso de Floyd que en otros asesinados por la policía.

Richardson ha encontrado este mismo cambio en grupos focales y entrevistas. En el pasado, los blancos a menudo expresaban su opinión con frases como "Esta persona no era un ángel", pero el tono actual es completamente diferente. A pesar de que Floyd fue arrestado bajo la acusación de usar un billete falso, "la gente suele decir: '¿Sabe qué? Estamos en medio de una pandemia. Probablemente haría lo mismo'", destaca. Luego señalan la larga serie de asesinatos que hace que sea imposible negar más el racismo y la brutalidad policial: George Floyd, Ahmaud Arbery, Philando Castile, Alton Sterling, Eric Garner.

En el análisis de las protestas de MIT Technology Review, también hemos encontrado que este momento parece sustancialmente diferente. Entre el 9 de junio y el 11 de junio, la muerte de Floyd provocó 680 protestas, un número más de cuatro veces superior a cualquier otro asesinato policial grabado en un vídeo publicado abiertamente. Un conjunto de datos recogidos de encuestas del blogger político Kevin Drum confirma lo mismo. En los últimos seis años, los estadounidenses blancos han convergido lentamente con los estadounidenses negros en la creencia de que la brutalidad policial es una gran causa de violencia.

Richardson añade: "Estos vídeos definitivamente provocan que personas que podían haber negado la opresión actual de los afroamericanos ya no puedan hacerlo. Los afroamericanos lo confirman: Por fin, no tendremos que llevar toda esta lucha por nuestra cuenta'".

II. Legislación

Pero los vídeos no pueden solucionarlo todo. La triste realidad es que las grabaciones de casos concretos de la brutalidad policial rara vez conducen a una condena de los policías involucrados. El análisis de Witness sugiere que, como mucho, suele terminar con las víctimas absueltas de una denuncia falsa, si es que aún siguen con vida.

Con mejores tácticas, las cosas podrían cambiar un poco: Witness ha descubierto, por ejemplo, que podría ser más efectivo mantener en privado las grabaciones de los transeúntes hasta que se publique el informe policial. De esa manera, la policía no tiene la oportunidad de escribir su informe sobre lo que aparece en ellos y justificar sus acciones con algo que no se ve en el vídeo. Esto es lo que hizo el testigo Feiden Santana después del tiroteo fatal de Walter Scott, que tuvo un papel crucial para condenar al agente de policía por el asesinato de segundo grado.

Pero, de nuevo, esto no siempre funciona. El problema más profundo consiste en la gran cantidad de protecciones legales arraigadas que se han dado a la policía en EE. UU., que limitan la efectividad de la prueba de un vídeo.

fotografía de protesta BLM

Foto: En una concentración en Franklin Park, en Boston, un manifestante graba la gran participación de los que vinieron a conmemorar la vida de George Floyd. Créditos: Philip Keith

Uno de los ejemplos más destacados es la "inmunidad calificada", una doctrina legal que otorga a los funcionarios del Gobierno de EE. UU., incluidos los policías, una protección especial contra las responsabilidades por violar la Constitución. "Significa que los agentes de policía obtienen inmunidad especial por las cosas que hacen mientras trabajan. E incluso cuando obviamente están involucrados en una mala conducta, siguen protegidos de las demandas, simplemente por su posición", explica la directora del programa de Tecnología y Defensa de Witness, Dia Kayyali. Esta es la principal forma en la que los agentes de policía han evitado las condenas incluso ante pruebas irrefutables de vídeos.

También existe el estándar de "razonabilidad objetiva", establecido hace 31 años con el caso de la Corte Suprema de Estados Unidos, Graham vs. Connor, que pidió a la corte que considerara si era "razonable" para un policía usar la fuerza letal en una situación dada. "Se supone que hay que ponerse en la piel del agente de policía. Ese es el problema: la perspectiva de los policías está rota", explica Kayyali.

Y luego están las llamadas "declaraciones de derechos policiales", leyes con diferentes nombres en casi todos los estados de EE. UU. para proteger la privacidad de un agente. De hecho, por eso resulta prácticamente imposible obtener informes públicos sobre su comportamiento, lo que significa que un vídeo concreto de una mala conducta sigue siendo una grabación única. No es posible reunir más pruebas o construir un caso más amplio para demostrar sus patrones de abuso.

"Ahora estamos en la fase en la que se habla de las reformas esenciales". Allissa Richardson

Es por eso que los testimonios de los teléfonos inteligentes deben ir acompañados de cambios políticos claros, opina Kayyali. Afortunadamente, dada la amplia base de apoyo que se ha creado gracias a estos vídeos caseros, la aprobación de dicha normativa también se ha vuelto más posible.

Desde la muerte de Floyd, una coalición de activistas de todo el espectro político, descrita por un juez federal como "quizás la más diversa jamás reunida", ha pedido a la Corte Suprema de Estados Unidos que revise la inmunidad calificada. También lo han hecho los jueces Clarence Thomas y Sonia Sotomayor, que representan los opuestos polos ideológicos de la Corte. En el Congreso, los demócratas del Senado y de la Cámara de Representantes presentaron un proyecto de ley que facilitaría el enjuiciamiento de los agentes policiales y crearía un registro nacional para rastrear la mala conducta de los policías. A nivel estatal, se han reiniciado los esfuerzos en Nueva York para derogar su declaración de derechos policiales, conocida como la Ley 50-A .

También en las calles, los manifestantes han estado exigiendo a sus jurisdicciones locales que "dejen de financiar a la policía". Y en una concentración celebrada el 7 de junio, el Ayuntamiento de Minneapolis (EE. UU.) anunció el apoyo mayoritario a una medida para desmantelar del todo su Departamento de Policía. Tanto Kayyali como Richardson consideran estas situaciones como una gran novedad. "Ahora estamos en la fase en la que se habla de reformas esenciales", afirma Richardson.

III. 'Copwatching' (Vigilar a la Policia)

Entramos en la fase tres: pensar en cómo cambiar de verdad el comportamiento policial. La respuesta la puede tener la fundadora de la organización comunitaria Berkeley Copwatch, dirigida por voluntarios con el objetivo aumentar la responsabilidad de la policía local, Andrea Pritchett, quien lleva 30 años documentando la mala conducta de la policía local en Berkeley, California.

Mientras los vídeos de los transeúntes dependen de su presencia fortuita, los miembros de Copwatch monitorean la actividad policial a través de los escáneres policiales portátiles y se coordinan a través de grupos de mensajería para acudir y grabar algo en un escenario determinado.

A lo largo de las décadas, Copwatch no solo ha documentado los casos más graves de la violencia policial, también violaciones diarias menos mencionadas, desde allanamientos ilegales hasta la creación de perfiles raciales y maltrato de personas sin hogar. Todos juntos, estos vídeos siguen directamente los patrones de abuso en todo el Departamento de Policía de Berkeley y la conducta de algunos policías concretos.

En septiembre del año pasado, contando con esas grabaciones, Copwatch lanzó una campaña publicitaria contra un policía especialmente abusivo llamado Sean Aranas. El grupo creó una lista de reproducción de vídeos de su mala conducta y la vinculó con un código QR publicado en folletos de toda la comunidad. A los dos meses de la campaña, ese agente de policía se retiró.

Fotografía de un manifestante en JP sosteniendo un teléfono inteligente con una máscara facial

Foto: Un manifestante en Jamaica Plain, el 4 de junio, levanta sus brazos mostrando solidaridad, mientras otro graba a las multitudes que pasan. Créditos: Philip Keith

Con toda la conciencia que los vídeos de los transeúntes han generado a nivel nacional, Pritchett cree que es este tipo de trabajo local el que tiene que continuar ese impulso. No se trata solo de recoger grabaciones, sino que tengan un propósito y un destino.

En mayo, Copwatch lanzó una nueva base de datos en asociación con Witness que permite a los miembros de la comunidad de Berkeley enviar sus propias grabaciones. La base de datos no es pública, para evitar los problemas de privacidad: se sabe que los agentes policiales aplican reconocimiento facial a esas grabaciones para, después, hostigar a los transeúntes. Pero los vídeos enviados se marcan y clasifican en función de lo que muestran, lo que facilita la búsqueda de patrones y ampliar su forma de operar: al reunir una cierta cantidad de documentación sobre un tema determinado, pueden usar los vídeos para demandas colectivas y campañas publicitarias.

"Así la comunidad podría tomar medidas antes de que vuelvan a matar". Andrea Pritchett

Este es el tipo de testimonio organizado y comunitario que Kayyali también apoya. Y señala: "Debemos cambiar nuestras tácticas, porque estamos en el año 2020. Lamentablemente, ya no sorprende ver a alguien publicar en su página de Facebook un vídeo en el que asesinan a personas negras". El uso de grabaciones de ese tipo debería incitar a la acción, pero a veces resulta más traumático que útil.

La base de datos también da a la comunidad un mayor sentido de propiedad. Pritchett subraya: "Eso es lo que me encanta: es la base. Las comunidades envían esta información a personas en las que confían. Por lo tanto, no se trata de un proyecto independiente, mecánico y tecnológico. Es una comunidad de apoyo que se mantiene a través del acceso a la información".

Pritchett anima a más organizaciones locales a adoptar una estrategia similar. Copwatch ha lanzado un conjunto de herramientas para los grupos interesados en crear bases de datos parecidas. Al fin y al cabo, lo considera no solo como un mecanismo de recogida de información, sino también como un sistema de alerta temprana. Y concluye: "Si las comunidades documentan, si conseguimos subir y etiquetar los vídeos correctamente, entonces alguien como Chauvin hubiera sido identificado hace mucho tiempo. Así la comunidad podría tomar medidas antes de que vuelvan a matar".

*Este artículo incluye información de Tate-Ryan Mosley

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