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Nadie ha dicho que hay vida en Venus, aunque es una posibilidad

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El asombroso hallazgo de fosfano en sus nubes es un misterio con muchas posibles respuestas, una de las cuales es la presencia de formas de vida, pero es imposible confirmarlo con los datos que tenemos ahora mismo y, de momento, no hay futuras misiones programadas al planeta

  • por Neel V. Patel | traducido por Ana Milutinovic
  • 16 Septiembre, 2020

Si alguna vez llegáramos a Venus, seríamos destruidos en cuestión de segundos. Se cree que la presión en su superficie es hasta 100 veces mayor que la de la Tierra, las temperaturas rondan los 464 °C y el aire contiene más del 96 % de dióxido de carbono. 

Sin embargo, desde ayer, la posibilidad de que haya vida en Venus ya no parece una posibilidad tan inimaginable. Un nuevo artículo publicado en Nature Astronomy revela que las nubes de Venus contienen rastros de fosfano. Los nuevos hallazgos están lejos de ser pruebas de que alguna vez hubo o todavía hay vida en Venus (un planeta extremadamente inhóspito en muchos sentidos). No obstante, su presencia indica que Venus alberga algún tipo de actividad desconocida, ya sea biológica o de algún otro tipo.

Los nuevos hallazgos sugieren la idea de que, si alguna vez existió vida en Venus, ya sea ahora o en el pasado, podría estar presente en el aire. "La biología en la atmósfera podría representar a los últimos supervivientes de la anterior biosfera venusiana. Este resultado sería una lección extraordinaria sobre cómo la vida es capaz de adaptarse realmente a todos los nichos disponibles dentro de un entorno", asegura el astrónomo de la Universidad de California en Riverside (EE. UU.) Stephen Kane, que no participó en el estudio.

La presencia de vida en el aire en Venus sería algo inusual, pero quizás no tan extraño como parece. El mes pasado la astrónoma del MIT Sara Seager y algunos de los otros coautores de este nuevo estudio, inspirados por los últimos hallazgos de fosfano, publicaron un artículo sobre un posible ciclo de vida en Venus que podría sustentar organismos en sus nubes, destacando el hecho de que las nubes venusianas presentan unas condiciones más suaves y habitables.

Seager sugiere que la vida en Venus podría existir en gotitas a grandes altitudes que se evaporan y dejan esporas secas suspendidas en la atmósfera. A diferencia de la Tierra, las nubes de Venus son permanentes y proporcionan un ambiente más estable donde estas esporas se secarían y caerían a altitudes más bajas, se elevarían de nuevo en gotas crecientes en la capa de nubes y se rehidratarían para continuar su ciclo de vida. El objetivo, según Seager, era ayudar a "tapar un agujero" al pensar en este entorno. 

La científica planetaria de la Universidad de Cardiff (Reino Unido) Jane Greaves y su equipo fueron quienes encontraron el fosfano en las nubes de Venus. Estudiaron el planeta utilizando el telescopio James Clerk Maxwell (JCMT) en Hawái (EE. UU.) y el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) en Chile. Ambos observan en longitudes de onda submilimétricas que se extienden desde el infrarrojo lejano hasta las microondas, algo que permite a los científicos determinar más de cerca la composición química de la atmósfera.

El equipo encontró rastros de fosfano en una concentración de alrededor de 20 partes por cada 1.000 millones. Los datos sugieren que el gas está presente en las regiones más cercanas al ecuador y en las altitudes de unos 55 kilómetros, donde las temperaturas son relativamente frías (alrededor de 30 °C) y la presión es en realidad similar a la de la Tierra. "Eso sugiere que forma parte del patrón de circulación global de la atmósfera, donde el gas se hunde antes de desviarse hacia los polos", explica Greaves. 

El fosfano se forma a partir del fósforo con tres átomos de hidrógeno. En la Tierra, se produce principalmente de forma natural por formas de vida en ecosistemas con poco oxígeno, aclara la astrofísica molecular del MIT y coautora del nuevo estudio Clara Sousa-Silva. Y añade: "No sabemos por qué la vida en la Tierra produce fosfano, solo sabemos que lo hace". Las bacterias anaeróbicas lo generan en lugares como aguas residuales, pantanos, marismas y campos de arroz, y en los intestinos de la mayoría de los animales. En realidad, es una molécula extremadamente peligrosa para cualquier forma de vida que respire oxígeno.

En ausencia de vida, se necesitan temperaturas excepcionalmente altas y grandes cantidades de energía para producir fosfano, como las condiciones que se encuentran en las profundidades de la atmósfera de Júpiter. En la Tierra también es producto de la actividad industrial humana. Por eso, los investigadores descartan cualquier vía natural conocida para la producción de fosfano en Venus, incluidos los relámpagos, la actividad volcánica y los meteoritos. 

Entonces, ¿de dónde viene? ¿De la vida? Greaves y su equipo aún no tienen la respuesta definitiva. "Todas las teorías son bastante desafiantes", admite. Podría ser algún tipo de "química exótica" que no se ha descubierto en la Tierra, o algunos organismos resistentes capaces de sobrevivir en ambientes muy ácidos en la superficie y de calentar el fósforo disponible (aunque eso plantea nuevas preguntas sobre cómo llegó el fósforo allí). 

El equipo aún no sabe si el gas se origina en las alturas "templadas" observadas en las nubes venusinas, o si se produce más cerca de la superficie y luego se eleva. Y el análisis del estudio utiliza modelos de comportamiento del fosfano creados a partir de su comportamiento en la Tierra; algo que podría ser radicalmente diferente en otro planeta. Seager insiste: "No estamos diciendo que hayamos encontrado vida en Venus".

Por sí solos, los hallazgos solo aumentan nuestro interés en Venus. También presentan oportunidades para que los científicos comprendan la posible actividad biológica en otros mundos. Kane sostiene: "Ahora sabemos que Venus tiene mucho que ver con la habitabilidad". Aunque Venus es un planeta bastante inhóspito actualmente, "la Tierra y Venus probablemente tuvieron condiciones iniciales muy similares, y algunos trabajos recientes han demostrado que Venus pudo haber sido habitable, con océanos de agua líquida en la superficie, y eso solo hace unos 1.000 millones de años", añade.

Finalmente, los investigadores quieren saber más sobre cómo se distribuye el fosfano en la atmósfera venusiana y tratar de identificar una fuente más local. Otras observaciones terrestres serían útiles, pero sus capacidades de observación aún están limitadas. Seager concluye: "Esperamos que nuestro trabajo motive futuras misiones espaciales a Venus para medir la atmósfera de forma directa".

Lamentablemente, no hay nuevas misiones programadas a Venus. Pero la NASA está considerando dos propuestas, ambas de orbitadores que podrían ayudar en este tipo de investigación. Los nuevos hallazgos respaldarían las razones para llevar a cabo una o las dos. 

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