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Biotecnología

Los monitores de glucosa se meten bajo la piel

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Estos dispositivos implantables hace más de un año que funcionan en cerdos diabéticos--el próximo paso podría ser las pruebas en humanos

  • por Emily Singer | traducido por Joan Minguet (Opinno)
  • 02 Agosto, 2010

Un equipo de investigadores ha probado en cerdos durante casi dos años y con éxito un dispositivo de control de la glucosa completamente implantable, según un nuevo estudio publicado hoy en la revista Science Translational Medicine. Los científicos planean presentar una solicitud de aprobación a la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. para comenzar los ensayos en humanos. Eventualmente, los investigadores pretenden acoplar un dispositivo de este tipo con otro que libere insulina automáticamente en respuesta a cambios en los niveles de azúcar en la sangre.

El nuevo dispositivo, de unos tres centímetros de diámetro y un centímetro de grosor, se implanta en el pecho en un procedimiento ambulatorio. Éste mide los niveles de glucosa en los tejidos y transmite esa información de forma inalámbrica a un receptor externo, como un teléfono celular. A diferencia de los monitores continuos existentes, "no hay nada que sobresalga del cuerpo", señala David Gough, bioingeniero de la Universidad de California en San Diego, quien desarrolló la tecnología. Gough cofundó una compañía llamada GlySens para comercializar ésta y otras tecnologías que su laboratorio ha desarrollado.

Los diabéticos insulinodependientes deben medir su nivel de azúcar en la sangre varias veces al día mediante un pinchazo en el dedo. Esto funciona porque la glucosa de una pequeña gota de sangre reacciona con las sustancias químicas de una tira de testeo desechable. En los últimos años, un número creciente de personas han empezado a utilizar los monitores continuos de glucosa, que miden los niveles de glucosa cada pocos minutos a través de un sensor integrado en la piel. El sensor se conecta a través de un cable a una pequeña unidad de procesamiento pegado en el abdomen que envía la información a un receptor en un bolsillo o en el cinturón.

La ventaja de estos dispositivos es que pueden mostrar las tendencias de los niveles de azúcar en la sangre, ayudando a los pacientes a adaptar mejor su próxima dosis de insulina. Sin embargo, con los modelos existentes, el sensor tiene que ser reemplazado cada tres a siete días y se tiene que volver a calibrar regularmente con las tiras desechables tradicionales. Los científicos han estado trabajando durante más de una década para desarrollar un dispositivo totalmente implantado que sea capaz de determinar con precisión los niveles de glucosa sin tener que ser reemplazado cada cierto número de meses o años.

Al igual que los bolígrafos para los dedos, el nuevo monitor implantado mide los niveles de glucosa utilizando una enzima llamada glucosa oxidasa. Cuando los niveles de glucosa son altos, la enzima lleva a cabo una reacción que consume oxígeno, lo que se detectan con un sensor de oxígeno asociado. Gough señala que uno de los principales desafíos en el desarrollo de un sensor que tiene que funcionar a largo plazo es la estabilización de la enzima, que tiende a degradarse en unos días. Para solucionar este problema, los investigadores agregaron una segunda enzima diseñada para eliminar uno de los subproductos tóxicos de la reacción.

El equipo de Gough también tuvo que lidiar con la formación de tejido cicatricial alrededor del dispositivo. El tejido cicatricial reduce la permeabilidad de la glucosa y el oxígeno y con el tiempo puede interferir con la detección. Los investigadores resolvieron este problema mediante la adición de un sensor de referencia--un alambre de platino sensor de oxígeno que funciona sin la enzima. Este sensor permite que el dispositivo corrija las mediciones según los cambios en la permeabilidad.

"Me impresionó que el dispositivo funcionara continuamente [en los experimentos con cerdos] por un período de tiempo tan largo--casi dos años--y también que funcionara de una forma relativamente estable", comenta Steven Russell, investigador y médico del Hospital General de Massachusetts, quien no participó en el estudio. "Una de las preocupaciones que tenía era la precisión. Ellos informaron que es tan bueno como algunos sensores subcutáneos existentes, lo cual es cierto, pero no es tan bueno como el mejor de ellos."

Sin embargo, la comercialización de la tecnología puede resultar difícil. "Creo que éste es un progreso significativo y una importante prueba de principio, pero aún quedan desafíos importantes que superar", afirma Roman Hovroka, investigador de la Universidad de Cambridge, quien no estuvo involucrado en la investigación. "Aún queda un largo camino hasta conseguir un producto comercial."

Él señala que debido a que los estudios duran uno o dos años, el desarrollo comercial y los ensayos clínicos pueden ser muy costosos. Varias otras empresas desarrollando tecnologías de detección continua han redirigido sus esfuerzos de los dispositivos implantados a largo plazo a las tecnologías a corto plazo, indica Hovroka, posiblemente a causa de estos altos costes de desarrollo y de testeo.

No obstante, Hovroka y otros afirman que un dispositivo capaz de funcionar a largo plazo es un objetivo importante. Varios estudios han demostrado que la frecuencia con que los pacientes controlan su nivel de azúcar en sangre afecta a lo bien que pueden controlarlo, lo a su vez está ligado con su salud a largo plazo. "De modo que probablemente un sensor implantable tendría un mayor impacto en los resultados que un sensor que tiene que ser reemplazado regularmente", señala Hovroka. "Sin embargo, eso tiene que compensar la necesidad de realizar cirugía local anualmente y la fiabilidad de este tipo de dispositivos."

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