.

Mayanak Makhija / Nurphoto vía AP

Biotecnología

Razones para no temer a la variante 'delta plus': solo es un nombre

1

Los científicos necesitan clasificar las mutaciones en familias y linajes para poder seguir la evolución del coronavirus e identificar mutaciones peligrosas sobre su comportamiento, pero de momento no hay pruebas de que las nuevas variantes añadidas a la familia delta sean más virulentas ni transmisibles

  • por Cat Ferguson | traducido por Ana Milutinovic
  • 18 Agosto, 2021

Si ha estado preocupado por las recientes noticias sobre la cepa de coronavirus (COVID-19) denominada "delta plus", es posible que no le guste saber que los científicos acaban de ampliar la familia delta de cuatro variantes a 13.

Pero respire hondo. A los científicos les gustaría que entendiéramos que no hay evidencia de que la cepa delta haya aprendido trucos nuevos. Estos nuevos nombres aparecen para poder realizar un seguimiento de la evolución de la COVID-19, pero no son nueve nuevas razones para entrar en pánico. Muchos investigadores también esperan de verdad que dejemos de hablar de "delta plus".

El miembro del Comité de Designación del Linaje de la Red Pango Anderson Brito, que asigna los nombres científicos como B.1.1.7 a las nuevas ramas del virus, explica: "El término 'delta plus' es completamente incorrecto, porque crea la percepción de que causará más daño. Por ahora, no tenemos evidencia de que ninguna de las mutaciones afecte al comportamiento en comparación con la variante delta original".

Por eso, recomendamos pensar en la COVID-19 como si fuera un árbol. Delta es como una rama gruesa en ese árbol: una gran familia de virus que comparten un ancestro común y algunas mutaciones que les permite propagarse más rápidamente entre las personas. Cuando en la rama grande salen nuevas ramitas, algo que pasa continuamente, los científicos realizan el seguimiento usando nombres técnicos que incluyen números y letras. Pero un nuevo nombre científico no implica que esos virus actúen de manera diferente a la rama en la que crecieron, y si una de esas nuevas ramas empieza a cambiar su comportamiento, recibe una nueva letra griega, no "plus".

(Habrá que señalar que, aunque algunas de las mutaciones delta vuelven el virus más transmisible, las vacunas siguen siendo muy buenas para prevenir la enfermedad grave de todas las cepas conocidas de la COVID-19).

¿Qué hay en el nombre?

Esta confusión de nombres se debe principalmente a cómo los periodistas (y sus fuentes científicas) han combinado dos sistemas utilizados para seguir la evolución de la COVID-19, a pesar de que ambos enfoques tienen estrategias y objetivos muy diferentes.

El sistema alfanumérico que dio el nombre científico a la primera variante delta (B.1.617.2) se llama Pango. Está destinado a los investigadores que buscan pequeños cambios genéticos en el virus. No determina si los nuevos linajes actúan de manera diferente en las personas, solo si son distintos a nivel molecular. Actualmente hay más de 1.300 linajes Pango, 13 de los cuales se consideran parte de la familia delta.

En cambio, el nombre delta proviene del sistema de la Organización Mundial de la Salud (OMS), creado para simplificar la genómica para la sociedad en general. Ese sistema da nombres a las muestras relacionadas de COVID-19 si cree que pueden ser de un interés especial. Actualmente hay ocho familias con letras griegas, pero hasta que no haya evidencia de que un nuevo sublinaje de la primera cepa delta actúe de manera diferente a sus padres, la OMS lo considera como delta. 

"Delta plus" tiene la designación de la OMS y la mezcla con la información de linaje de Pango. Eso no significa que el virus sea más peligroso o preocupante. Brito añade: "La gente se pone muy nerviosa cuando ve un nuevo nombre de Pango. Pero no deberíamos alterarnos por el descubrimiento de nuevas variantes. Vemos aparecer nuevas variantes continuamente sin ningún comportamiento diferente. Si encontramos alguna evidencia de que un nuevo linaje es más amenazante, la OMS le dará un nuevo nombre".

Seguir la evolución

La científica de datos y de genómica del laboratorio estatal de salud pública de Wisconsin (EE. UU.) Kelsey Florek explica: "Cualquier científico genómico como yo, quiere saber qué variaciones estamos viendo. Para la sociedad en general, eso realmente no supone una gran diferencia. Si se clasifican como delta es suficiente para informar a los responsables de la formulación de políticas, de la salud pública y a la sociedad".

Básicamente, la evolución viral funciona como cualquier otro tipo de evolución. A medida que el virus se propaga por el cuerpo, realiza copias de sí mismo, que a menudo tienen pequeños errores y cambios. La mayoría acaban ahí, pero a veces, una copia con un error se replica tanto en una persona que consigue pasárselo a otra.

La semana pasada, los científicos dividieron a los "hijos" de la cepa delta en 12 familias con el fin de seguir mejor los cambios locales a pequeña escala. Nada de esto significa que el virus en sí haya cambiado de repente.

A medida que el virus se transmite de una persona a otra, acumula esos pequeños cambios, lo que permite a los científicos seguir patrones de transmisión, de la misma manera que podemos observar los genomas humanos e identificar qué personas están relacionadas. Pero en un virus, la mayoría de esos cambios genéticos no tienen ningún impacto en la forma en la que realmente afecta a los individuos y las comunidades.

Sin embargo, los científicos genómicos necesitan una forma de seguir esa evolución viral, tanto para la ciencia básica como para identificar lo antes posible cualquier cambio en el comportamiento. Es por eso que vigilan de cerca los patrones en la cepa delta, especialmente, ya que se está extendiendo tan rápidamente. El equipo de Pango continúa dividiendo a los descendientes del primer linaje de delta, B.1.617.2, en subcategorías de casos relacionados.

Hasta hace poco, Pango había registrado al propio 617.2 junto a tres hijos, llamados AY.1, AY.2 y AY.3. La semana pasada, el equipo decidió dividir a esos hijos en 12 familias para seguir mejor los cambios locales a pequeña escala, de ahí el total de 13 variantes delta. Nada de esto significa que el virus en sí haya cambiado de repente.

"Especialmente en los extremos, con estas variantes emergentes, se está analizando cada detalle. En función de cómo se elaboran y refinan esas definiciones, los detalles se pueden dividir de diferentes maneras", explica el director científico de la Oficina de Detección Molecular Avanzada del CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU.), Duncan MacCannell.

¿Qué debe saber la sociedad?

Hay que señalar que no todas las variantes con distintas denominaciones de la OMS son igual de malas. Cuando la organización le da un nombre a una nueva familia, también añade una indicación sobre lo preocupados que deberíamos estar.

El nivel más bajo es una variante de interés, que significa que habría que vigilarla; en el medio está una variante preocupante, como delta, que claramente ha evolucionado a una forma más peligrosa. A menudo, las variantes de interés reciben esa etiqueta porque comparten una mutación con las variantes preocupantes: se tienen que controlar.

El CDC tiene una categoría adicional, más grave, de una variante de gran consecuencia, que de momento nunca se le ha dado a ninguna familia de la COVID-19. Está reservada para posibles cepas futuras que podrían causar enfermedad grave en las personas vacunadas, que no aparecerían en las pruebas de diagnóstico de uso común o tal vez serían resistentes a distintos tratamientos para los síntomas de la COVID-19.

Los dos linajes Pango a los que se hace referencia más a menudo como "delta plus", AY.1 y AY.2, tienen una mutación que se detectó anteriormente en otra variante preocupante, denominada beta, que surgió por primera vez en Sudáfrica. Pero en los varios meses desde que aparecieron AY.1 y AY.2, no ha habido señales de que se comporten de forma diferente a sus padres.

"Identificamos mutaciones que creemos que tienen importancia, y cuando hay alguna evidencia que lo respalda. A veces, eso da resultado y, otras, no", dice MacCannell.  Pero, si no se comportan de manera diferente, ¿por qué muchas agencias de salud pública, incluido el CDC, dividen el sublinaje de los casos delta cuando informan sobre sus cifras?

Florek, quien creó el panel de secuenciación de la COVID-19 de Wisconsin, explica: "Mucho de eso tiene que ver con evitar preguntas. Si sacamos un teletipo que dice 'Hay tantos casos de Delta', recibimos preguntas como '¿Hay algún caso de AY.3? He oído que AY.3 es preocupante'. No me refiero solo a los medios de comunicación, sino también a los centros de salud, los hospitales, las clínicas, todos los clientes a los que prestamos nuestros servicios como laboratorio estatal de salud pública. ¿Cuál es el mejor enfoque? Realmente no estoy segura. Creo que todos estamos aprendiendo la mejor manera de comunicar la información necesaria, de una forma que sea procesable e interpretable por parte de una gran audiencia".

Los científicos siempre harán conjeturas sobre qué genes están relacionados con los cambios en el comportamiento. Esa especulación a menudo se basa en experimentos de laboratorio que analizan los efectos de los cambios genéticos individuales.

En realidad, las mutaciones ocurren aleatoriamente en los genomas de los virus en todos los millones de personas infectadas. Algunas de esas mutaciones se extinguen y otras pocas se propagan a otras personas. A medida que se acumulan los cambios, interactúan entre sí y con las acciones humanas, de maneras complicadas, para dar lugar a comportamientos del mundo real.

Hace falta mucho tiempo para que los científicos investiguen y comprendan realmente lo que ocurre, mucho más de lo que se necesita para escribir una noticia o publicar un artículo online sin revisión por pares. Brito concluye: "La genómica no lo es todo, es el inicio de la historia. Nos indica que esta variante existe. Podemos preocuparnos cuando hay una razón, pero no por cambios menores".

*Este reportaje forma parte del Proyecto de Tecnología Pandémica, elaborado con el apoyo de la Fundación Rockefeller.

Biotecnología

Nuevas tecnologías y conocimientos biológicos empiezan a ofrecer opciones sin precedentes para mejorar nuestra salud.

  1. Un nuevo tratamiento a partir de células madre busca curar la epilepsia

    El tratamiento de la epilepsia de Neurona Therapeutics podría suponer un gran avance para la tecnología de células madre

  2. Un fármaco diseñado por IA alcanza un hito al avanzar en la fase de pruebas

    Insilico forma parte de una oleada de empresas que apuestan por la IA como la "próxima revolución asombrosa" en biología

    SARAH ROGERS/MITTR | GETTY
  3. Falta de protocolos y tratamientos dudosos: los retos de la medicina de la longevidad

    Las clínicas de longevidad ofrecen una variedad de servicios dirigidos sobre todo a los ricos. Ahora intentan establecer su campo como una disciplina médica legítima

    Los retos de la medicina de longevidad saludable para alcanzar la legitimidad