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Foto: Mural a las afueras de Nueva York que reza "El único crecimiento sostenible es el decrecimiento".

Cambio Climático

La última baza contra el cambio climático: para crecer, ahora toca decrecer

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Ya hay tecnología e inversión para la descarbonización y una mejor protección de ecosistemas olvidados, como los acuáticos, pero los expertos apuntan a una falta de visión global y de un enfoque social para una transición realista e inteligente, que deje por fin de lado la codicia y el crecimiento innecesario

  • por Patricia Ruiz Guevara | traducido por
  • 29 Abril, 2022

La lucha contra el cambio climático es el mayor desafío de la humanidad. Una aseveración así podrá tener detractores, pero a estas alturas de siglo y de números, expertos, científicos y hasta políticos y dirigentes coinciden en este reto al que la sociedad ya llega tarde. El año 2050 tiembla ante todos los objetivos que cuelgan de él.

Mientras, el planeta está lanzando su enésima y quizá última llamada; en particular, los océanos, que cubren más del 70% de la superficie terrestre, y su biodiversidad son a menudo los más olvidados, amenazados por los fenómenos extremos y los efectos de la acción humana, como la contaminación y el turismo.

La protección siempre pende de la inversión y, en este caso, el término en tendencia es la economía azul, aquella que reconoce el potencial de océanos y mares como motores económicos. Durante el evento MadBlue 2022, celebrado en Madrid esta semana, el Comisario Europeo de Medioambiente, Océanos y Pesca, Virginijus Sinkevicius, lanzó un mensaje en esta dirección.

"Debemos ser ambiciosos y tomar acciones concretas para proteger nuestros océanos. Necesitamos cambiar nuestro entorno regulador e impulsar las finanzas sostenibles", afirmó. Todo es transversal: cambios en los impuestos de la energía, combustibles alternativos, gestión de residuos, sinergias entre los sectores implicados. Agua y descarbonización. "Tenemos mucho trabajo por delante, pero también muchas herramientas y recursos que usar. Este año será finalmente el año de los océanos", aseguraba Sinkevicius. Antes de que nos llegue el agua al cuello, exploremos la opinión de los expertos.

El ciclo del agua y la transición energética

En Europa, abrimos el grifo y sale agua. Consumimos, regamos los campos y nutrimos las industrias, pero analizar y optimizar su ciclo conlleva una superposición de muchas más capas.

Gonzalo Delacámara es asesor internacional en política de sostenibilidad y cambio climático, e investigador principal y coordinador del Departamento de Economía del Agua en el Instituto IMDEA Agua, y tiene una visión global parapetada por la ciencia y la economía: "El agua siempre estuvo conectada al territorio y forma parte del modelo de desarrollo económico y social. Cuando gestionamos recursos hídricos no se trata solo del agua, sino de las actividades en el territorio que generan presión sobre los ecosistemas acuáticos".

Por eso, ante la necesidad de respaldar su protección, Delacámara llama a un punto de vista mucho más amplio: "Si no somos capaces de entender que la gestión de los recursos hídricos o de los ecosistemas acuáticos en general debe estar centrada en el modelo de desarrollo, lo que se nos cae no es un sector o un aspecto ambiental: estamos fallando en la oportunidad de generar recursos para la sociedad en su conjunto".

Foto: Fernando Valladares y Gonzalo Delacámara durante la mesa redonda moderada por la periodista Adela Úcar en MadBlue 2022. Crédito: Patricia R. Guevara.

Cuando esto se traslada a la economía azul y a la visión de negocio, ocurre lo mismo. "Las empresas tienen cierta tendencia y miopía para pensar en una escala micro, solo en las fronteras de la propia empresa. Pero hoy no puede existir un modelo de negocio sostenible que no sea un modelo de negocio basado en la generación de valor compartido, para los accionistas y la sociedad en su conjunto", explicó a MIT Technology Review en español.

No se trata solo de los océanos: toda la gestión del cambio climático y la descarbonización necesita una transición inteligente y un modelo sostenible, para lo que los expertos afirman que no falta ni tecnología ni inversión, sino una mayor conexión entre problemas medioambientales y el rediseño de los procesos.

Hay tecnología y hay inversión, ¿dónde está el problema?

En términos financieros "vivimos un momento inédito, un estímulo económico sin precedentes, una liquidez impresionante desde el ámbito público", afirmó Delacámara durante el evento MadBlue 2022. En términos tecnológicos, "gracias al progreso sabemos que hay una gama de soluciones lo suficientemente amplia, pero la tecnología es un medio para un fin: nos va a ayudar, pero no nos resuelve el problema", añadió.

"Hay tecnología y conocimiento de sobra. En el fondo lo que no cambia es la mentalidad de hacer dinero con cualquier cosa". 

El lado de la ciencia lo confirma. "Hay tecnología y conocimiento de sobra. En el fondo lo que no cambia es la mentalidad de hacer dinero con cualquier cosa. Tenemos que ser capaces de domesticar nuestra codicia y reconocer que tenemos mucho que ganar en bienestar mental y física y estabilidad", alegó el científico y profesor del CSIC y director del grupo de Ecología y Cambio Global del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), Fernando Valladares.

Para ilustrarlo, el experto aludió a una idea poco común, representada en una frase muy concisa: el único crecimiento sostenible es el decrecimiento.

"No hace falta construir más cosas, solo hace falta distribuir. Y podemos crecer en otros ámbitos que no tengan una huella ambiental tan grande como en los que nos empeñamos en seguir desarrollando", afirmó.

Foto: El científico Fernando Valladares durante su conferencia sobre cambio climático. Crédito: Patricia R. Guevara.

¿Cómo? Replanteando los modelos. "Es momento de hacer conexiones e integrar: energía, agua y cambio climático van de la mano, también el precio de la energía y los límites físicos del planeta, ¡se necesita más energía para extraer petróleo que el que se obtiene de quemarlo!", exclamó Valladares.

La cara y la cruz europea

Los científicos coincidieron en que la ley es necesaria para apoyar estos movimientos, pero no suficiente al aparecer de manera reactiva. Las autoridades de la Unión Europea aseguran que el marco jurídico necesario para garantizar esta transición ya está establecido, pero la guerra de Ucrania ha demostrado que hace falta más ambición para la independencia energética.

"La Unión Europea está viviendo un proceso de descarbonización acelerada"

Sin embargo, Miguel Arias Cañete, excomisario europeo de Acción por el Clima y la Energía, aseguró durante su charla en MadBlue 2022 que "la Unión Europea está viviendo un proceso de descarbonización acelerada" y que uno de sus objetivos es "garantizar a los europeos la seguridad energética, diversificar los servicios de gas y reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles más rápidamente ".

"Si todos los paquetes anunciados se ponen en marcha, llegaremos a una altísima electrificación y, en 2050, más del 50% de la energía en Europa vendrá de fuentes renovables", detalló durante su ponencia en MadBlue 2022.

Foto: Miguel Arias Cañete expone la respuesta europea a los desafíos energéticos durante el evento MadBlue 2022. Crédito: Patricia R. Guevara.

Un cambio social y una transición justa

Cuando los esfuerzos se centran en desarrollos tecnológicos, análisis medioambientales y objetivos económicos, a veces queda fuera del sistema de ecuaciones un componente vital, por su papel tanto activo como pasivo: la sociedad.

La catedrática de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid y Directora EnergyEcoLab, Natalia Fabra, lo veía como una oportunidad para repartir mejor la riqueza: "La lucha contra el cambio climático nos permite tener inversiones que van a ser impactantes en muchos sectores estratégicos. Los beneficios de la transición energética deben repartirse de forma equitativa".

Foto: Natalia Fabra, en el debate 'Transición energética: claves para el cambio del modelo energético actual'. Crédito: Patricia R. Guevara.

Con ejemplos concretos: si la electrificación de la economía va a ser el vector principal de cambio hacia la descarbonización, Fabra animó a pensar en "políticas de asignación a la red eléctrica que pongan en marcha proyectos que sean capaces de dejar mayor riqueza en el territorio contratando a personas y mejorando los servicios públicos".

Por su parte, Valladares llamó al sentido común desde otro aspecto social: "Tenemos que acompañar a los países menos desarrollados compartiendo tecnología y evitando que caigan en los errores que hemos caído nosotros", indicó a MIT Technology Review en español.

En un escenario con este torbellino de términos – economía azul, descarbonización, decrecimiento –, si algo queda claro es que sostenibilidad y rendimiento económico van de la mano y que la transición energética hacia un mundo que también proteja a los océanos debe ser social, tecnológica e inteligente.

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