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Computación

Gafas de realidad aumentada

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Unas nuevas gafas de vídeo son capaces de producir deslumbrantes efectos especiales, ¿pero quién va a usarlas?

  • por Kristina Grifantini | traducido por Francisco Reyes (Opinno)
  • 10 Noviembre, 2010

Al sostener un cuadrado negro y blanco de cartón en la mano pude observar cómo un dragón del tamaño de un perrito apareció encima de él y empezó a rugirme. Ví una pequeña órbita de la Tierra alrededor de una lata de refresco real, ví caer bolas virtuales a través de una raja digital en una mesa, y ví a un humano virtual de tamaño natural sentado en una silla vacía.

Lo que hizo posible todos estos impresionantes efectos especiales fueron unas gafas de realidad aumentada (RA)—de forma específica, las gafas Wrap 920AR de Vuzix. Mientras que la realidad virtual sólo nos muestra un paisaje digital, la realidad aumentada (RA) mezcla información virtual, como texto o imágenes, con nuestra visión del mundo real en tiempo real.

Durante los últimos años, la RA ha comenzado a aparecer en teléfonos inteligentes. En ese contexto, el software superpone información por encima de nuestra visión del mundo observada a través de la pantalla del dispositivo. Sin embargo las gafas de RA, que proporcionan una experiencia más intensa, se han visto limitadas a la investigación académica y a aplicaciones dentro de campos concretos, como el entrenamiento de médicos y militares. Eso se debe en gran parte a que el hardware de RA más antiguo ha sido hasta ahora muy voluminoso y ha costado decenas de miles de dólares.

Las Wrap 920AR de Vuzix, con sede en Rochester, Nueva York, cuestan 1.995 dólares—casi la mitad que otras gafas de RA con una resolución de imagen similar. La compañía espera que las gafas sean de interés para jugadores, animadores, arquitectos y desarrolladores de software, y ha desarrollado un software para la construcción de entornos de RA, que se incluye con las gafas.

Al usar las 920AR vemos el mundo a través de un par de pantallas de video LCD. Las 920AR son más pesadas que un par de gafas normales pero mucho más ligeras que otros cascos de realidad virtual que he probado. Las pantallas están conectadas a dos cámaras de video que se colocan fuera de las gafas delante de los ojos. Las pantallas muestran a cada ojo una visión ligeramente diferente del mundo, imitando la visión natural del ser humano, lo que permite la percepción de la profundidad. Una serie de acelerómetros, sensores giroscópicos y magnetómetros hacen el seguimiento de la dirección en la que el usuario está mirando. Las gafas también incorporan puertos que permiten a los usuarios conectarlas a un iPhone para obtener energía y controles remotos, como por ejemplo cargar un objeto o ambiente de RA en particular.

El software de Vuzix es capaz de reconocer y realizar un seguimiento de marcadores visuales (como la pieza de cartón negro y blanco que yo sostuve), o fijarse en un determinado objeto o color (como la lata de refresco). El seguimiento funciona bien siempre y cuando el patrón u objeto al que se le está realizando el seguimiento sean visibles para las cámaras; al inclinar demasiado un patrón de seguimiento la imagen virtual empieza a parpadear. Mediante el seguimiento de los movimientos de la cabeza, el software puede asegurarse de que los objetos virtuales son perfectamente posicionados sobre el mundo real.

"Hay otras empresas que fabrican gafas estéreo y transparentes, pero no existe nadie que tenga un precio cercano al de Vuzix", afirma Steve Feiner, profesor de ciencias informáticas en la Universidad de Columbia, e investigador líder de RA desde la década de los 90. Feiner señala que la integración de cámaras y sensores de movimiento en la pantalla hace que las gafas sean menos voluminosas.

Blair MacIntyre, profesor asociado en el Instituto de Tecnología de Georgia, y que trabaja en juegos de RA, señala que la mayoría de los investigadores y las empresas se están centrando en los teléfonos inteligentes. "Existen muy pocas personas dedicadas a crear pantallas para su colocación en la cabeza [para consumidores] desde que los teléfonos inteligentes adquirieron la potencia que tienen", afirma.

Sin embargo, MacIntyre asegura que aún así las gafas de RA son más prácticas que los teléfonos en muchas situaciones. "Cualquier cosa destinada a ser una herramienta—medicina, ejército, reparaciones de mantenimiento—requerirá el uso de pantallas colocadas en un dispositivo en la cabeza", afirma, porque la gente necesita tener libres las manos para hacer esas tareas. MacIntyre también señala que el descubrimiento de información acerca del mundo con la RA requeriría mirar a través de un dispositivo de forma permanente, algo que resulta demasiado complicado de hacer con un teléfono.

Para que las gafas de RA se vuelvan realmente populares, asegura MacIntyre, necesitarán ser más ligeras y tener mejor aspecto, y tendrán que crearse aplicaciones que valgan la pena. "Nadie va a pagar ni siquiera 100 dólares si no hay aplicaciones", afirma. MacIntyre cree que los juegos podrían ser una de las mejores aplicaciones para la RA, y afirma que las aplicaciones en medios sociales o de negocios también podrían ser populares. Las gafas de Vuzix son "una especie de paso intermedio", señala. "No las comprarán un millón de personas, pero creo que, en comparación con productos anteriores, son un producto mucho más cercano a lo que necesitamos".

En última instancia, podría resultar práctica la incorporación de la RA en gafas sin pantallas voluminosas, mediante la superposición de una imagen en una lente con componentes ópticos. "Las gafas transparentes son una idea muy antigua que se remonta a los primeros días de la RA", afirma Feiner. Sin embargo es más difícil hacer un seguimiento de la imagen vista por una persona y superponer con precisión objetos virtuales, en una pantalla transparente. Las pantallas ópticas también tienen dificultades para competir con la luz ambiente.

MacIntyre considera que incluso aquellos que normalmente no usan gafas podrían llegar a encontrar el atractivo de las gafas de RA. "Hace diez años, si te hubiera dicho que la gente usaría una cosa grande en la oreja que parpadea, nadie podría habérselo imaginado", afirma, refiriéndose a los auriculares Bluetooth. "El valor compensó la falta de estética y la incomodidad".

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