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Cambio Climático

Dos exempleadas del Departamento de Energía advierten que estamos haciendo mal la eliminación de CO₂

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La absorción de gases de efecto invernadero para anular las emisiones de las empresas puede ir en detrimento de necesidades públicas más acuciantes. 

  • por James Temple | traducido por
  • 22 Diciembre, 2023

La industria de eliminación del CO₂ empieza a despegar, pero algunos expertos advierten que ya va en la dirección equivocada. Dos antiguas empleadas de la agencia de EE UU responsable del desarrollo de esta tecnología afirman que el afán de lucro de la industria por reducir las emisiones de las empresas irá en detrimento de la reducción de los peligrosos niveles de calentamiento global.

Numerosos estudios han llegado a la conclusión de que el mundo tendría que eliminar de la atmósfera decenas de miles de millones de toneladas de CO₂ al año hacia mediados de este siglo para mantener a raya el calentamiento global. Estas conclusiones dieron lugar a importantes inversiones en start-ups que desarrollan fábricas de captura directa de CO₂ y en empresas que se esfuerzan por aprovechar el potencial de las plantas, los minerales y los océanos para atrapar gases de efecto invernadero.

Sin embargo, un reto fundamental es que la eliminación del CO₂ (RCD, por sus siglas en inglés) no es un producto que cualquier persona o empresa "necesite", en el sentido tradicional del mercado. Más bien se trata de un bien colectivo de la sociedad, como la gestión de residuos, pero con mayor interés global. Hasta la fecha, ha sido financiado en gran parte por empresas que pagan de manera voluntaria como una forma de acción climática corporativa frente a las crecientes presiones de inversores, clientes, empleados o reguladores. Esto incluye la compra de la futura eliminación a través de la iniciativa Frontier, de 1.000 millones de dólares (920 millones de euros), creada por Stripe y otras empresas.

Además, cada vez hay más apoyo gubernamental en países como EE UU, que financia proyectos de eliminación de CO₂, ofrece una pequeña cantidad económica a las empresas que prestan el servicio y subvencionan a las que almacenan CO₂.

Sin embargo, en un extenso y agudo ensayo publicado en la revista Carbon Management el 12 de diciembre, las investigadoras Emily Grubert y Shuchi Talati sostienen que existen peligros crecientes para este campo. Ambas trabajaron anteriormente para la Oficina de Energía Fósil y Gestión del Carbono del Departamento de Energía de EE UU, que impulsó varios de los recientes esfuerzos del país para desarrollar el sector.

Grubert y Talati escribieron que la aparición de un sector con ánimo de lucro y centrado en el crecimiento que vende un producto de eliminación de CO₂, en lugar de un esfuerzo coordinado y financiado con fondos públicos más parecido a la gestión de residuos, "presenta graves riesgos para la capacidad de RCD de permitir objetivos netos cero y negativos". Esto incluye mantener el calentamiento global en 1,5 ºC por encima de los niveles preindustriales, o el retroceso del planeta a ese nivel.

"Si asignamos mal nuestros limitados recursos RCD y acabamos sin acceso a la capacidad que puede satisfacer las necesidades que tenemos, climáticamente, eso es un problema", asegura Grubert, que ahora es profesora asociada de Política Energética Sostenible en la Universidad de Notre Dame (Francia). "Es decir, nunca vamos a conseguirlo".

Una de sus principales preocupaciones es que las empresas han llegado a considerar la eliminación de CO₂ como una forma sencilla y fiable de anular la contaminación climática actuales, mientras tienen otras formas de limpiar. Las autoras lo denominan eliminación "de lujo".

Esto podría aumentar la eliminación total de CO₂ que el mundo necesitaría llevar a cabo, y dedicar una gran parte de un recurso limitado a temas que pueden abordarse de manera directa. Además, concede una parte importante de la capacidad mundial de eliminación de CO₂ a las empresas rentables de los países ricos; en lugar de reservarla para bienes públicos más prioritarios, como dar más tiempo a las economías emergentes para reducir sus emisiones, equilibrar las emisiones de sectores que aún no tenemos manera de limpiar, como la agricultura, y reducir lo suficiente las emisiones históricas como para que la temperatura mundial alcance niveles más seguros.

"En realidad, hay que ahorrarlo para las cosas que no se pueden eliminar, no solo para las que son caras de eliminar", afirma Grubert.

Eso significa utilizar la eliminación del CO₂ para abordar cuestiones como las emisiones de los fertilizantes utilizados para alimentar a las poblaciones de las zonas con rentas más bajas, no para evitar las molestias y los gastos de modernizar una fábrica de cemento, añade.

"El RCD no puede tener éxito en sus objetivos de restauración y reparación si está controlado por las mismas fuerzas que crearon los problemas que intenta resolver", escribieron Grubert y Talati, CEO de la Alianza para una Deliberación Justa sobre la Geoingeniería Solar.

Cambio de opiniones

Hay pruebas de que algunas empresas han llegado a percibir la eliminación del CO₂ del modo que describen las autoras.

A principios de 2023, Vicki Hollub, directora ejecutiva de Occidental, la empresa petrolera y gasística que recientemente adquirió una empresa de captura directa del aire, aseguró a los asistentes de una conferencia sobre energía: "Creemos que nuestra tecnología de captura directa va a ser la que ayude a preservar nuestra industria a largo plazo. Esto da a nuestra industria una licencia para seguir operando durante los próximos 60, 70 u 80 años que será muy necesaria".

Parte del problema, señalan las autoras, es que la eliminación del CO₂ se considera "ilimitada", fácilmente escalable para cumplir los objetivos de la industria y las necesidades climáticas. Pero, en realidad, es difícil y caro hacerlo de forma fiable. Por ejemplo, las máquinas de captura directa de CO₂ necesitan mucho terreno y recursos para construirse, y mucha energía para funcionar, según Talati. Esto limita el tamaño del sector y complica la cuestión de la utilidad de las instalaciones.

A principios de diciembre, el Global Carbon Project informó de que la eliminación mundial de CO₂ basada en la tecnología solo ha absorbido unas 10.000 toneladas en 2023, "bastante menos de una millonésima parte de nuestras emisiones de combustibles fósiles", como informó MIT Technology Review.

Otras formas de eliminar el CO₂ pueden ser más baratas y ampliables, sobre todo, los métodos que aprovechan la naturaleza para hacer el trabajo. Pero algunos de estos enfoques, como la adición de minerales a los océanos o el hundimiento de biomasa en ellos, también suscitan preocupación por los efectos secundarios medioambientales o crean dificultades añadidas a la hora de certificar los beneficios climáticos.

Grubert y Talatai temen que las crecientes presiones del mercado, incluida la demanda de eliminación de CO₂ a bajo coste y en grandes cantidades, puedan socavar la medición, notificación y verificación de estos esfuerzos a largo plazo. También añaden que el mercado de la eliminación de CO₂ podría reproducir muchos de los problemas del espacio tradicional de compensación de CO₂, donde los investigadores han descubierto que los esfuerzos para plantar árboles o evitar la deforestación a menudo exageran la cantidad de CO₂ retenido.

En última instancia, las autoras sostienen que la tarea global de extraer miles de millones de toneladas de CO₂ debe ser en gran medida financiada y gestionada públicamente si esperamos alcanzar el bien común global de estabilizar y reparar el clima.

"El sector privado tiene su papel, pero nuestro argumento es que una industria lucrativa que ahora funciona con muy poca gobernanza va a ir mal", afirma Talati. "Si queremos que esto tenga éxito, no podemos contar con el autogobierno de las empresas, que hemos visto fracasar una y otra vez en todos los sectores. Hay que ampliar y profundizar el papel del sector público".

Stripe no respondió a la consulta antes del cierre de esta edición. Sin embargo, sus directivos afirman que Frontier está reuniendo fondos y conocimientos corporativos para ayudar a construir una industria esencial que será necesaria para combatir los peligros del cambio climático, permitiendo a las empresas emergentes avanzar en los primeros proyectos de demostración y poner a prueba una serie de enfoques para la eliminación del CO₂. Los principales inversores también han afirmado que la creciente demanda entre las empresas ayuda a impulsar la innovación y el crecimiento en este campo.

Un portavoz de Heirloom, que forma parte de un equipo que recientemente consiguió fondos del Departamento de Energía de EE UU para sacar adelante un importante proyecto de captura directa de CO₂ en Luisiana, afirmó que reconoce algunos de los riesgos que plantean los autores y ha tomado medidas para abordarlos comprometiéndose a seguir un conjunto claro de principios corporativos: "Creemos que la descarbonización debe ser el objetivo número uno de la mitigación climática, y que la RCD debe utilizarse para las emisiones residuales y heredadas. La RCD no debe utilizarse como una hoja de parra para las industrias emisoras".

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