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Biotecnología

Logran revertir la pérdida de memoria relacionada con el envejecimiento en monos

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Una investigación descubre los defectos celulares que causan este tipo de olvidos.

  • por Emily Singer | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 27 Julio, 2011

Nos pasa a todos: entras en la cocina a por un café pero te distrae el correo y se te olvida lo que ibas a hacer. Envejecer hace que seamos especialmente vulnerables a este tipo de olvidos cuando no conseguimos mantener un pensamiento al encontrarnos con cosas que nos distraen.

Nuevas investigaciones realizadas en la Universidad de Yale (Estados Unidos) descubren los cambios celulares que parecen subyacer en este tipo de pérdida de memoria en monos y demuestran que se pueden revertir con fármacos. Administrando un compuesto químico al cerebro, los investigadores consiguieron que las neuronas de los monos más viejos se comportaran como las de los más jóvenes. Ya se están llevando a cabo pruebas clínicas con un medicamento genérico que imita este efecto.

Los descubrimientos apoyan la idea de que parte de los cambios que ocurren en el cerebro al envejecer son muy específicos y no están provocados por un deterioro general del cerebro, por lo que pueden prevenirse. “Nos ayuda a comprender que los cambios relacionados con la edad en el cerebro son maleables”, afirma  Molly Wagster, directora de la rama de Neurociencia del Comportamiento y de Sistemas en el Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos, que financió la investigación. “Es una información crucial y que nos da muchas esperanzas”, asegura.

En el estudio, Amy Arnsten y sus colaboradores registraron la actividad eléctrica de las neuronas de una parte del cerebro denominada córtex prefrontal, una región especialmente vulnerable al envejecimiento tanto en humanos como en primates. Es una zona vital para nuestras funciones cognitivas de más alto nivel, como la memoria de trabajo y la capacidad para hacer varias tareas a la vez e inhibir las distracciones. “El córtex prefrontal es un cuaderno de notas mental que mantiene las cosas en la mente aunque nada de lo que haya en el entorno nos diga qué tenemos que hacer”, explica Arnsten. “Es la base del pensamiento abstracto”, explica.

Investigaciones anteriores habían demostrado que los circuitos neuronales en esta zona del cerebro están organizados de tal manera que mantienen un nivel constante de actividad, algo crucial para la memoria de trabajo. “Al estimularse unas a otras, las neuronas pueden mantener activa información que no se halla presente en el entorno en ese momento”, afirma Arnsten.

Al analizar la actividad registrada en monos jóvenes, adultos y ancianos, los investigadores descubrieron que la tasa de activación de las neuronas en esta zona disminuye con la edad. Vieron que otras neuronas, como las que responden a pistas en el entorno, seguían activándose normalmente según envejecían los monos. La investigación se ha publicado hoy en la revista Nature.

Arnsten cree que el problema es una respuesta al estrés equivocada. Durante momentos de estrés, incluso en los animales jóvenes, estas células cerebrales se ve inundadas de un neurotransmisor denominado cAMP, que apaga la actividad al abrir los canales de potasio (la teoría de Arnsten es que ésta es una adaptación evolutiva que permite al cerebro ceder el control rápidamente del córtex prefrontal “una zona lenta y reflexiva” a una zona más primitiva en momentos de estrés). Normalmente las encimas cierran la respuesta al estrés y el cerebro vuelve a la normalidad. “Pero creemos que en condiciones normales de envejecimiento, el camino de transmisión del estrés se desregula”, sostiene Arnsten.

Los investigadores pudieron controlar el problema al tratar las células con un medicamento que bloquea los canales de potasio. Después del tratamiento, las células cerebrales en monos ancianos se activaban más rápido, igual que las de sus homólogos más jóvenes.

Los investigadores ya sabían que administrar este fármaco a los monos sistémicamente en vez de introduciéndolo directamente en el cerebro, podía revertir el déficit de memoria de trabajo relacionado con la edad. Una prueba clínica del compuesto, un medicamento genérico denominado guanfacine, que se usa originalmente para tratar la hipertensión ya está en marcha en Yale.

Los descubrimientos son prometedores respecto a la posibilidad de ralentizar el deterioro cognitivo asociado a la edad en humanos. “Cuanto más sabemos sobre la base sináptica del envejecimiento, más sabemos que afecta a elementos muy concretos de lo que pueden hacer estas neuronas”, afirma  John Morrison, neurólogo de la facultad de medicina de Mount Sinai (Estados Unidos). Morrison no tiene relación con estas investigaciones. “Una vez que lo comprendamos, podemos identificar los objetivos y tratarlos”, sostiene.

Ahora que los investigadores comprenden cómo funciona el guanfacine, quizá puedan diseñar medicamentos más potentes o con menos efectos secundarios. El Guanfacine puede actuar como sedante, así que la gente tiene que desarrollar tolerancia al medicamento para evitar este efecto.

Aún no está claro si el trabajo tiene implicaciones para los cambios más graves que tienen lugar en la memoria y en el cerebro y que ocurren en la enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia (los monos no sufren de alzhéimer, así que los investigadores saben que los cambios en la memoria de estos animales se deben al proceso normal de envejecimiento).

Sin embargo, Morrison cree que estos sutiles cambios celulares quizá hagan que el cerebro sea más vulnerable a la mortalidad celular que se da en el caso del alzhéimer, y mientras los investigadores exploran formas de intervenir antes a los pacientes que lo sufren, quizá sea útil atacar estos cambios desde un primer momento.

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