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Biotecnología

Una prueba rápida y de bajo coste para el diagnóstico del VIH y otras infecciones

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Un simple chip de microfluidos podría mejorar la atención sanitaria en los países pobres proporcionando test diagnósticos casi instantáneos.

  • por Emily Singer | traducido por Francisco Reyes (Opinno)
  • 01 Agosto, 2011

Un pequeño chip de plástico cuya fabricación cuesta apenas 10 centavos de dólar (7 céntimos de euro) es capaz de diagnosticar el VIH y la sífilis en 15 minutos. El chip, que se basa en la microfluídica, utiliza pequeñas obleas para manipular con precisión volúmenes de líquido del orden de los nanolitros, con el fin de llevar a cabo una secuencia de reacciones químicas.

Desarrollado por Samuel Sia y sus colaboradores en la Universidad de Columbia (Estados Unidos), el sistema fue diseñado para utilizarse en entornos de escasos recursos. Las pruebas de campo en Ruanda mostraron que el chip funciona tan bien como los diagnósticos tradicionales del VIH basados en el laboratorio. Sia quiere implementar el test en clínicas prenatales en África.

Muchas clínicas de salud e incluso hospitales en ciudades de África deben enviar las muestras de sangre a un laboratorio nacional para su procesamiento, algo que puede llevar días o semanas. En las zonas rurales pobres, donde los pacientes podrían tener que viajar días enteros para llegar hasta una clínica, no es probable que muchas personas regresen para una segunda visita y obtener los resultados, por lo que unas prueba capaz de ofrecer resultados fiables en cuestión de minutos podría marcar una gran diferencia al permitir que el médico tratase al paciente durante la visita.

Aunque ya existen pruebas rápidas de diagnóstico del VIH y de otras infecciones, normalmente no se usan en las zonas pobres de África puesto que son más complicadas de leer y más costosas. Estas pruebas se limitan a la detección de una sola enfermedad por uso. Con el chip de Sia, se pueden añadir pruebas complementarias al chip, tales como la de la hepatitis o la malaria, sin aumentar el coste significativamente.

Para hacer que el uso de la tecnología de microfluidos sea más práctico en los países pobres, el equipo de Sia la ha diseñado de forma que sea menos costosa de fabricar y más fácil de leer, y después ha adaptado los métodos de manufactura para esos fines. Los chips se producen a través de un proceso de moldeo por inyección de plástico que se ha optimizado para crear características a nanoescala. Los reactivos para detección se almacenan en un tubo, separados por burbujas de aire, y se introducen en el chip simplemente usando una jeringa.

El proceso no requiere partes móviles, electricidad, o instrumentación externa, y necesita una cantidad muy pequeña de sangre (alrededor de un microlitro). A diferencia de muchos dispositivos de microfluidos, los resultados se pueden leer sin microscopios ópticos u otros sistemas de alto coste. Un sensor óptico simple sobre un instrumento que tiene el tamaño y el coste de un teléfono móvil proporciona los resultados del examen.

El equipo de Sia ha trabajado con la Escuela de Salud Pública de Columbia, el administrador de salud de Ruanda, y organizaciones no gubernamentales de salud para evaluar el dispositivo en la capital del país, Kigali. Hasta un 8 por ciento de las mujeres allí son seropositivas, y puede llevar días o semanas obtener los resultados de las pruebas del VIH en el hospital porque las muestras de sangre deben enviarse a un laboratorio externo para su análisis. Cuando el dispositivo de Sia se utilizó para detectar el sida, y el sida y la sífilis en combinación, acertó el 100 por cien de los casos, con una tasa de falsos positivos de alrededor del 4 al 6 por ciento (a la par con las pruebas estándar de laboratorio). Los hallazgos se han publicado en la revista Nature Medicine.

Tras reconocer la dificultad de recaudar fondos para la comercialización de una tecnología destinada a los países pobres, Sia y dos socios fundaron una compañía llamada Claros Diagnostics. Lograron atraer a inversores para desarrollar un dispositivo de uso en consultorios médicos de países ricos con el que hacer un seguimiento de los signos de cáncer de próstata y que obtuvo la aprobación de comercialización en Europa en junio. Después, el equipo de Sia en Columbia adaptó la tecnología para detectar enfermedades de transmisión sexual; además del VIH, la sífilis y la hepatitis, están trabajando en pruebas para la hepatitis B y C, el herpes y la malaria. Aunque el test se desarrolló para su uso en países pobres, en última instancia podría resultar atractivo en otros lugares.

El enfoque inicial de Sia se centra en las clínicas prenatales. "Si se detectan las enfermedades en las madres, se puede prevenir la transmisión al recién nacido, aumentando el impacto clínico", asegura. Según la investigación, las pruebas de sífilis en madres y mujeres embarazadas podrían reducir en 200.000 el número de años perdidos debido a la mala salud, discapacidad o muerte prematura en Ruanda.

Sia y sus colaboradores aún se enfrentan a un obstáculo importante: encontrar la financiación para desarrollar el dispositivo de enfermedades de transmisión sexual y convertirlo en un producto comercial. Si bien los investigadores han logrado subvenciones y han recibido financiación de capital de riesgo para desarrollar la tecnología, incluyendo dinero de la Fundación Gates para encontrar el mejor mercado, aún no han obtenido fondos para implementar ampliamente la tecnología. Irónicamente, la Fundación Gates se negó a financiar el siguiente paso en el desarrollo, aunque la investigación demostró que las pruebas de ETS eran el mercado óptimo para aplicar la tecnología.

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