Ahora que incluso Facebook ofrece llamadas gratuitas en su aplicación móvil, los planes de voz empiezan a parecer pasados de moda, pero este experimento demuestra que cuesta abandonarlos.
Hablar y enviar mensajes de texto quizá fueran las primeras cosas para las que usamos los móviles, pero ya no son las únicas. Y ahora que es igual de fácil hacer una videollamada por Skype, mandar un mensaje instantáneo a través de WhatsApp, tuitear o entrar en Facebook, tirar del teclado para marcar un número queda en segundo plano. ¿Podríamos estar llegando a un momento en el que ni siquiera tenga sentido tener un plan de voz o de mensajes de texto?
Para hacerme una idea de la factibilidad de funcionar sin uno de estos planes, pasé mi semana de vacaciones en diciembre intentando abstenerme de usar los servicios de voz y SMS de mi aparato Android (y de mi teléfono fijo en la oficina).
Existen buenos motivos para pensar que un plan de datos puede ser todo lo que necesites. Las llamadas inalámbricas son cada vez más cortas —solo 1,8 minutos por llamada de media en 2011, bajando desde los 3,1 minutos de 2007— y según PricewaterhouseCoopers, el número global de minutos sigue descendiendo. Juniper Research predice que para 2017 mil millones de personas harán llamadas de voz y de vídeo a través de aplicaciones en aparatos móviles, aproximadamente el mismo número que usa teléfonos inteligentes en la actualidad. Simultáneamente, las redes móviles 4G se están expandiendo y aumentan su fiabilidad, el wifi está disponible en más lugares y cada vez más empresas ofrecen estupendas aplicaciones gratuitas o muy baratas para hacer videollamadas y enviar mensajes que funcionan en estas redes de datos. Incluso Facebook va a introducir las llamadas gratuitas a su aplicación de Messenger móvil, empezando por los usuarios de iPhone en Canadá. Algunas operadoras también participan en este proyecto.
Sorprendentemente, no pude aguantar toda una semana sin servicio de voz. Pero fue un experimento fascinante y me di cuenta rápidamente de que gracias a las nuevas posibilidades abiertas por algunas ingeniosas aplicaciones, la comunicación de datos se está convirtiendo en algo cada vez más interesante.
Como poseo un aparato con sistema operativo Android, usé dos aplicaciones móviles para hacer llamadas a cualquier aparato fijo o móvil: Skype, que es propiedad de Microsoft, y Rebtel, de una empresa sueca que afirma ser el segundo mayor servicio de voz sobre protocolo de internet móvil (VoIP, por sus siglas en inglés), con 20 millones de usuarios a nivel global. Con cualquiera de las dos aplicaciones, las personas a las que llamaba podían ver mi número de teléfono normal cuando marcaba y establecí el desvío de llamadas para poder usar Skype para responder a todas las llamadas entrantes a mi cuenta de Verizon normal.
La VoIP móvil está mejorando claramente de calidad, pero aún no está lista para sustituir las llamadas tradicionales a gran escala. Cuando las llamadas iban bien, la calidad de la voz parecía mejor de lo normal y quienes estaban en el otro extremo de la llamada estaban de acuerdo normalmente. Esto sin duda se convertirá en una tendencia ahora que las operadoras se han centrado en hacer inversiones de infraestructura de redes 4G -en muchos casos a expensas de las redes de voz- y con los proveedores de aplicaciones mejorando sus propios servicios. Un portavoz de Skype me comentó por ejemplo que la empresa se encuentra trabajando para integrar Opus -un algoritmo recién estandarizado para la compresión de audio que proporciona sonido con la calidad de CD- en su software para aparatos móviles y ordenadores de sobremesa.
Otra cosa que me gustó fue que las aplicaciones replicaban mi experiencia de llamada habitual, integrándose con todos mis contactos. Y ni Skype ni Rebtel consumieron cantidades desproporcionadas de datos (unos 30 o 40 megabytes cada uno en una semana), a pesar de que tenía las aplicaciones abiertas la mayor parte del tiempo (no usé demasiado la función de videollamada).
Pero algunas llamadas no salieron nada bien, sobre todo al intentar llamar a alguien a su teléfono, no a través de cuentas de Skype o Rebtel. Varias llamadas se cortaron o estuvieron plagadas de desesperantes desfases en el audio, probablemente debidos a una mala conexión de datos o a una red que pasó del servicio 4G al servicio 3G. En general Rebtel es más fiable y ofrece la opción cambiar a su servicio de llamadas local a través de la red celular a mitad de una llamada si el servicio de datos o wifi empieza a fallar. Pero hice trampas unas cuantas veces cuando tenía que hacer una llamada importante, rápida o sensible por el horario y simplemente usé el servicio de voz de mi operadora.
El intento por evitar los mensajes de texto fue más difícil, en parte porque suelo enviar muchos mensajes de texto. La mayoría de las aplicaciones para enviar mensajes requieren que quien recibe los mensajes también esté suscrito al servicio. Apenas encontré a algunos de mis contactos habituales a través del popular servicio WhatsApp y solo unos cuantos estaban en Skype. Tuve un poco más de éxito con Google Talk. Facebook Messenger fue lo más parecido a un sustituto del SMS, puesto que muchos de mis amigos lo tenían configurado para aceptar charlas móviles y ahora la empresa ni siquiera exige una cuenta de Facebook para suscribirse,
Evidentemente, el experimento fue hipotético y pocos dueños de teléfonos inteligentes parecen preparados para deshacerse de sus planes de voz. De hecho, algunos de los nuevos contratos para teléfonos inteligentes ni siquiera dan la opción de reducir el número de minutos de voz para ahorrar dinero y mucho menos renunciar del todo al servicio. Los dos principales operadores inalámbricos, Verizon y AT&T, agrupan ahora minutos de voz y SMS ilimitados con planes de datos progresivos para teléfonos inteligentes (aunque no para tabletas). Esto permite a las operadoras agarrarse a la fuente de ingresos relativamente lucrativa que suponen las redes de voz de ancho de banda menor durante todo el tiempo que puedan, incluso cobrando más por uso de datos. También desincentiva la adopción de aplicaciones móviles para hablar y chatear.
Pero incluso sin un incentivo económico, las posibilidades que ofrece la comunicación a través de redes de datos son muy atractivas. De repente, en vez de hablar con la oreja puesta en el aparato, podía abrir una videollamada en directo, contactar con un amigo de Facebook cuyo número no tengo, enviar a un amigo mi localización actual mientras hablamos, o enviar una foto o mensaje que se autodestruye en unos segundos a través de la aplicación SnapChat, que protege la intimidad.
Llegarán más innovaciones, les guste o no a las operadoras móviles, aunque sí tienen algún poder para ralentizar la adopción de servicios móviles VoIP, afirma Susan Crawford, antigua asesora de política de comunicaciones para el presidente Obama. Por ejemplo, podrían desincentivar las videollamadas con unas tarifas muy caras por el uso excesivo de datos, o bloquear directamente esos servicios, como intentó hacer AT&T con la aplicación Facetime de Apple para las videocharlas el año pasado.
"Las llamadas de teléfono son iguales desde hace cien años", sostiene Tim Tuttle, fundador de Expect Labs en San Francisco (EE.UU.). "Las operadoras han controlado la red y no ha existido la posibilidad de construir tecnologías encima de ella".
La start-up de Tuttle está desarrollando una aplicación para hacer llamadas, en un principio para el iPad, que escuchará la conversación y, al igual que la ayudante personal de Apple, Siri, reconocerá los términos clave para sacar información relevante para la discusión en curso, como los horarios de una película o un número de contacto. La empresa también planea vender una plataforma de tecnología diseñada para ayudar a los empleados de una empresa a colaborar en documentos al mismo tiempo que hablan por sus teléfonos.
Andreas Bernstrom, director ejecutivo de Rebtel, afirma que le gustaría ver a alguien inventar una forma de hacer llamadas entre distintos servicios de VoIP para que un usuario de Rebtel pudiera llamar a uno de Skype, por ejemplo. Hace poco la empresa lanzó una plataforma para desarrolladores para que cualquier aplicación pueda usar su tecnología para hacer llamadas.
Quizá algún día esté dispuesta a renunciar a mi plan de voz. Pero las opciones para sustituirlo tendrían que ser un poco más fiables y compatibles entre ellas, y tendría que implicar un ahorro. Tengo fe en que las dos primeras condiciones se den, pero como me explicó Crawford, las operadoras dominantes encontrarán la manera de asegurarse de que hablar no sea demasiado barato.