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Preguntas y respuestas con Aneesh Chopra, director tecnológico de los EE.UU.

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El consejero presidencial nos explica cómo la tecnología de la información puede hacer que EE.UU. vuelva a ser lo que era.

  • por David Talbot | traducido por Francisco Reyes
  • 06 Agosto, 2009

Durante el anuncio del nombramiento de Aneesh Chopra como el primer director tecnológico de la nación el pasado mes de abril, el Presidente Barack Obama afirmó que Chopra “promoverá el tipo de innovación tecnológica necesaria para lograr alcanzar nuestras prioridades más urgentes.” Hasta ahora, la política federal de Chopra se ha enfocado en utilizar la tecnología de la información para lavarle la cara al sector de la salud, la educación y la infraestructura energética.

Chopra trabaja dentro de la Oficina de Política de Ciencia y Tecnología, a las órdenes del consejero presidencial en materias de ciencia John Holdren, aunque también aconseja directamente al presidente acerca de políticas tecnológicas—un nuevo cargo en la rama ejecutiva. Su trabajo es distinto del de Vivek Kundra, director de información del país, que se encarga de la supervisión de los contratos del gobierno en materia de tecnología de la información, así como de los intentos del gobierno federal por ser más abiertos y eficientes.

Antes de pasar a desarrollar el puesto de director tecnológico, Chopra trabajó como secretario de tecnología de Virginia. Sus esfuerzos pasaron desde iniciativas públicas y privadas para fraguar la expansión de la banda ancha hasta el lanzamiento de una competición de aplicaciones para el iPhone, destinadas a servir de ayuda a los alumnos de matemáticas de la escuela media. Chopra, de 37 años de edad, habló recientemente con Technology Review.

Technology Review:
¿Por qué necesita EE.UU. un director tecnológico nacional?

Aneesh Chopra: El presidente Obama sugirió en su día que la tecnología y la innovación tienen un rol de mucho peso dentro de una amplia gama de prioridades. Aunque en el pasado la Casa Blanca ya ha demostrado su liderazgo en las políticas tecnológicas, esta administración tiene una visión más amplia del potencial y el poder de la tecnología a la hora de reducir costes de salud, llegar a una mayor eficiencia energética a través de aplicaciones en la red inteligente, y mejorar los conocimientos y habilidades de los trabajadores.

TR:
Algunos economistas ven pocas evidencias de que el gasto federal en la banda ancha vaya repercutir positivamente en la economía. ¿Cómo ayuda a la economía un gasto de 10.000 dólares para llevar la banda ancha a una granja rural?

AC: No se trata de únicamente instalar los conductos y aumentar la capacidad—se trata de estimular la creación de aplicaciones innovadoras. Nuestros equipos dentro de los departamentos de comercio y agricultura están colaborando con el sector privado no sólo para extender el acceso allá donde el servicio es inexistente hoy día, sino para también alcanzar un mayor rango de objetivos. Queremos llevar a cabo innovaciones en los cuidados de salud a través de la telemedicina, el aprendizaje a distancia, e incluso la infraestructura de la red inteligente.

Un ejemplo de innovación en aplicaciones rurales que hemos logrado en Virginia es la creación de servicios de emergencias por internet compartidos a nivel regional, todo ello gracias a la banda ancha. Mediante la financiación de este proyecto con capital semilla, podemos anticipar que se lograrán mejoras en las respuestas ante emergencias y en la reducción a largo plazo de los costes. Además, resulta concebible pensar que una subvención que ayude a las granjas rurales también ofrezca oportunidades de teletrabajo más remuneradas a los residentes.

TR: ¿Qué es lo que hará que el gobierno sea más efectivo a la hora de promover este tipo de aplicaciones tecnológicas?

AC: El papel del gobierno a la hora de promover la tecnología ha sido, tradicionalmente, mediante la inversión de recursos de I+D básicos o mediante el suministro de bienes y servicios. Como director tecnológico, tengo intención de enfocarme en la colaboración pública y privada y así operar entre esos dos extremos. En algunos casos, puede que incluso invirtamos en oportunidades de I+D más específicas y que unan los recursos del sector privado, las universidades y los recursos del sector público para juntos enfrentar un problema concreto. En otros casos, puede que utilicemos esta oportunidad para estimular la innovación del mercado.

TR: ¿Cómo funcionaría algo así?

AC: Por ejemplo, defensesolutions.gov es una página web cuyo objetivo es llevar la innovación a las necesidades del Departamento de Defensa. En vez de procurar un dispositivo específico descrito por miles de especificaciones, el departamento pide una solución del tipo “¿Como hacemos pruebas de campo para examinar la presencia de explosivos, drogas y residuos de disparos de armas de fuego?” Al dejar margen para las tecnologías no anticipadas y potencialmente disruptivas en el sector privado, somos capaces de proporcionar una solución innovadora. Hay docenas de ideas que ya han sido enviadas a defensesolutions.gov, y algunas de ellas ya se han empezado a poner en marcha.

TR: Con ese método puede que acaben encontrando una tecnología disruptiva—no obstante, en cuanto a la IT de salud, ¿no existen ya un buen número de tecnologías bien establecidas dedicadas a los historiales médicos electrónicos?

AC: Sí, pero para poder recibir fondos del paquete de estímulo, los proveedores de servicios de salud tendrán que demostrar que la tecnología es capaz de mejorar significativamente la calidad de los cuidados médicos, o mejorar la participación del paciente y la comunicación. Mi foco principal es asegurar que se diseñen unos criterios de “uso significativo” para estimular la reforma de la salud y se promocionen nuevos productos y servicios. Hoy día, no poseemos puntos de referencia para poder diferenciar los distintos productos. Cuando lo hacemos, confiamos en que el mercado se decantará hacia el que tenga un mejor valor a la hora de conseguirlos.

TR: Lo de “uso significativo”, ¿es una idea que debería estar más extendida?

AC: Me encantaría ver que este modelo se aplica a otras áreas donde se obtienen beneficios tras la adopción y uso de recursos de IT.

TR: Con relación a la red inteligente, las compañías suministradoras pueden demostrar un “uso significativo” de las tecnologías existentes mediante la documentación de la reducción en la demanda de energía. Ahora mismo, no obstante, las decisiones en cuanto a inversión se dejan en manos de 50 reguladores estatales y las compañías suministradoras locales, y la implementación no es uniforme. ¿Cómo puede arreglar esta situación el gobierno federal?

AC: El rol del gobierno federal en este caso ha estado muy claro. En primer lugar, estamos sembrando una inversión de capital en este espacio a través de la Ley de Recuperación—4.500 millones de dólares para igualar fondos y para proyectos de demostración. Estos proyectos iniciales son cruciales para proporcionar valor a la red inteligente. Una vez que el supuesto de negocios haya sido demostrado, creemos que los políticos estatales y locales continuarán invirtiendo en su construcción. En segundo lugar, estamos trabajando a través del NIST [Instituto Nacional de Estándares y Tecnología] para crear unos estándares abiertos que aseguren la interoperabilidad, fiabilidad y seguridad de la red inteligente. Estas iniciativas federales son complementarias a los reguladores estatales y la industria, y se dan dentro de un marco de espíritu de colaboración.

TR: Una vez pasados estos esfuerzos iniciales, el siguiente paso es trabajar en un documento político más amplio sobre la estimulación de la innovación. ¿Nos puede dar al menos una idea general de qué aspecto tendrá este tipo de política de innovación nacional? ¿Qué aspectos cubrirá? ¿Cuáles serán sus objetivos?

AC: La administración tiene tres objetivos principales para reforzar la competitividad de América y generar innovación. Lo primero es mejorar el ambiente que rodea a la innovación en el sector privado. Esto incluye iniciativas para que el Crédito Fiscal sobre Investigación y Experimentación sea permanente, incentivar a los pequeños negocios con ganancias de capital a partir de reducciones en los impuestos y una mejora del acceso al capital, así como una reforma del sistema de patentes.

En segundo lugar, tenemos que invertir en la construcción de bloques de innovación tales como el capital humano, la investigación fundamental y la infraestructura. El presidente se ha comprometido a doblar los presupuestos de las agencias de ciencia principales, así como a triplicar el número de Becas para la Investigación de Post-Grado de la Fundación Nacional para la Ciencia, a mejorar el rendimiento de las escuelas públicas en cuanto a ciencia y matemáticas, y a devolver a América su liderazgo en cuanto a logros universitarios.

Finalmente, debemos aprovechar la innovación para afrontar las prioridades nacionales principales, incluyendo la aceleración de la transición hacia una economía baja en carbono, permitiendo que todos los americanos vivan vidas más longevas y saludables, y hacer que el gobierno sea más abierto y transparente. Todo esto debe llevarse a cabo con la vista puesta en resultados concretos y tangibles.

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