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Computación

Razones por las que Twitter no va a poner fin a la censura en Irán

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El uso de proxys y Twitter aumenta en Irán, aunque esto no significa una victoria automática contra la censura del estado.

  • por Hal Roberts | traducido por Francisco Reyes (Opinno)
  • 17 Junio, 2009

Como miembro del Centro Berkman sobre Internet y Sociedad en la Universidad de Harvard, Hal Roberts se dedica a investigar la forma en que internet se filtra a lo largo del planeta. A continuación nos ofrece su punto de vista sobre las duras medidas tomadas en Irán después de las elecciones.

En medio de las protestas post-electorales en Irán, el gobierno parece haber incrementado sus filtros sobre páginas como Twitter y Facebook, que pueden albergar contenido potencialmente ofensivo (para el gobierno)--e incluso, según informan, llegaron a cortar el acceso por internet entre Irán y el resto del mundo durante un corto periodo de tiempo. Una pregunta fácil de hacerse--y difícil de contestar--es si los iraníes están logrando saltarse los filtros mediante el uso de proxys y otras herramientas parecidas.

Diversas investigaciones académicas han establecido durante años que, en gran medida, el gobierno de Irán filtra las conexiones de internet, bloqueando sitios que no son de su agrado (la mayoría de contenido pornográfico, aunque también de contenido político y religioso). El gobierno de Irán puede realizar esta tarea fácilmente porque, virtualmente, todo el tráfico pasa a través de un único ISP controlado por el gobierno. (De hecho, durante años en Irán han utilizado el McAfee SmartFilter, un producto de una compañía estadounidense, para llevar a cabo este filtrado, aunque también usan herramientas desarrolladas a nivel local.)

Algunos usuarios luchan contra este tipo de filtrado mediante el uso de proxys, redirigiendo el tráfico a través de una máquina situada fuera de Irán, por lo que lo único que los filtros iraníes ven es el tráfico a ese proxy, dejando el control de la red en manos de dicho proxy. La respuesta de Irán consiste en bloquear estos proxys en cuanto los encuentra, y la respuesta de los usuarios consiste en la constante búsqueda de nuevos proxys que no estén bloqueados, utilizando para ello herramientas como UltraSurf, que se encargan de evitar el filtrado del gobierno.

Los datos relativos al uso de los proxys son difíciles de obtener (no hay que olvidar que la función del proxy es esconder dichos datos), aunque los datos de que disponemos señalan que el uso de proxys se ha incrementado de forma substancial durante el último año y se ha duplicado durante la semana pasada. Sin embargo, dicho uso está reducido a una pequeña porción de los usuarios de internet en Irán; el porcentaje es una cifra pequeña y de un solo dígito. Las búsquedas en Google de la palabra "proxy," por ejemplo, son menos populares que la búsqueda de la palabra "elecciones." De igual modo, a través de Twitter hemos podido recibir un flujo estable de información acerca de las protestas, aunque el número de iraníes que realmente utilizan Twitter parece ser muy reducido. Por lo que parece, el gobierno iraní ha hecho un buen trabajo a la hora de bloquear las solicitudes de acceso a ciertas páginas por parte de sus ciudadanos, páginas que no quieren que sean vistas, un bloqueo que también se está dando durante la crisis actual.

Sin embargo las nuevas tecnologías hacen que los resultados de la batalla por saltarse los filtros sean más difícil de evaluar. Aunque el gobierno informa de que ha bloqueado Twitter.com, uno de los atributos de Twitter es que es un sistema abierto que permite una serie de herramientas externas y sitios distintos desde los que leer y escribir en el servicio a través de su interfaz de programación. Jonathan Zittrain y John Palfrey señalan que, por ejemplo, y puesto que en este tipo de sistemas abiertos existe una diferenciación entre el contenido en sí y la forma en que dicho contenido es enviado, resulta más difícil bloquear Twitter si lo consideramos como un sistema de redes que simplemente bloquear Twitter como página web, puesto que existen docenas de herramientas y sitios ajenos a Twitter que leen y escriben directamente en el flujo de datos del sistema.

Como también ocurrió con otro tipo de crisis globales recientes, el uso extendido de los ataques de Denegación Distribuida de Servicio (DDoS, en inglés) ha hecho posible filtrar un sitio de internet mediante el envío masivo de información, con lo que se acaba bloqueando y es incapaz de responder a las peticiones legítimas de otros usuarios, haciendo que los proxys no puedan tampoco acceder a ellos. Las herramientas para lanzar ataques DDoS, entre las que se incluyen campañas de Twitter para sobrecargar una lista de sitios, están fácilmente al alcance de cualquiera, con lo que tanto las personas afines al gobierno y los protestantes usan estos ataques para dirigirse a las páginas web del contrario.

Sin embargo, la cuestión técnica de si un sitio en concreto puede devolver una respuesta a un grupo determinado de usuarios es sólo una pequeña parte de un problema aún mayor. Dicho problema consiste en determinar quién controla los flujos de información en internet y a través de las redes mediáticas y sociales en general. Un enfoque más riguroso del problema nos llevaría a tomar en cuenta esos flujos de información y la forma en que son filtrados, tanto por cuestiones sociales y políticas como por cuestiones meramente técnicas. Deberíamos preguntarnos, por ejemplo, si la información proveniente del grupo principal de usuarios de proxys/Twitter está llegando a la mayor parte de Irán y a las comunidades globales, además de preguntarnos cómo se desarrolla ese flujo hacia y a través de dichas comunidades, y qué efecto está provocando esta información al llegar a su destino. Las respuestas a estas preguntas son imposibles de determinar en tiempo real desde fuera de Irán, debido al caos y la confusión que ha provocado esta situación. Al igual que con las protestas, sólo la perspectiva que ofrezca el paso del tiempo nos ayudará a ver lo que realmente ocurre.

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