^{Impacto del tsunami en Minamisoma, mostrado el 12 de marzo. Fotografía: Digital
Globe.}

Eduardo
Kausel es profesor de ingeniería civil y ambiental en el MIT.

Tal y como
podría dar fe cualquiera que haya visto las asombrosas imágenes de vídeo de los
rascacielos de Tokio, balanceándose de lado a lado, Japón está a la vanguardia
de la ciencia de edificios a prueba de terremotos. Pero dado que la mayoría de
los daños y la destrucción se produjo por el tsunami posterior, no por el
terremoto, Japón se enfrenta ahora a algunas decisiones importantes.

A
diferencia de Haití, donde miles de personas perdieron la vida en un terremoto
a principios del año pasado, Japón es una nación moderna, rica y sofisticada,
y, quizás lo más importante, sumamente bien organizada. La reconstrucción de
las ciudades y pueblos que han sido dañados será un ejercicio enorme, cuyo
coste bien podría elevarse a billones de yenes, pero es exactamente el tipo de
reto de ingeniería civil que los japoneses superarán. Se rendirá homenaje a los
muertos y se sacudirán el polvo, para después enviar a los ingenieros. El orden
reinará sobre el caos, y sospecho que se llevará a cabo rápidamente.

A corto
plazo, la evaluación de daños es probable que se centre en dos áreas muy
diferentes. En primer lugar, los ingenieros estructurales inspeccionarán los
modernos edificios a prueba de terremotos para examinar el impacto del
terremoto sobre dicha tecnología a prueba de terremotos.

El
hecho de que un edificio siga en pie no significa que no haya sufrido daños. Si
bien algunos elementos de la tecnología a prueba de terremotos (como por
ejemplo los arriostramientos diagonales) están diseñados para ayudar a que el edificio
se mueva con el terreno, otros (como los amortiguadores viscosos y absorbedores
de choques) están diseñados para disipar la energía del terremoto. Los
componentes dañados deberán ser sustituidos o, cuando el coste asociado sea
demasiado alto, el edificio tendrá que ser demolido. Sin embargo eso no supone
un fracaso para la tecnología a prueba de terremotos. Es un éxito: el edificio
resistió el terremoto. Durante décadas, ese ha sido el objetivo principal de
los sistemas a prueba de terremotos--preservar la vida humana y evitar grandes
daños durante los terremotos moderados, aunque a menudo recurrentes, en vez de
construir edificios que puedan sobrevivir incólumes incluso después de un
monstruoso terremoto como éste.

La
segunda área de evaluación de daños tendrá que ver con la devastación causada
por el tsunami. Las casas y edificios japoneses tradicionales, de baja altitud,
son en su mayoría de bajo coste y rápidos de construir, como corresponde a un
país que ha vivido con la amenaza de los terremotos desde hace siglos. Así que,
en teoría, es muy posible que muchas de las zonas más afectadas pudieran ser
reconstruidas rápidamente. Pero antes de que así sea, hay que tener en cuenta
la enorme pérdida de vidas.

Este,
después de todo, es el segundo tsunami devastador que golpea el Lejano Oriente
en poco más de seis años. ¿No es hora de haber aprendido algunas lecciones? ¿No
deberían las escuelas y hospitales, por ejemplo, ser reconstruidos en un
terreno más alto? ¿No deberían todos los asentamientos costeros ser reubicados
en el interior? Estas son el tipo de preguntas que los ingenieros civiles y los
planificadores de infraestructuras del país se preguntarán a medida que el
proceso de reconstrucción se ponga en marcha.

Puesto
que los terremotos forman parte de la vida en Japón, y los mares relativamente
poco profundos en el noreste de Japón hacen que la zona sea particularmente
vulnerable a un tsunami, espero que las autoridades japonesas actúen con
responsabilidad, y si es necesario, cambien la ubicación y rediseñen ciudades y
pueblos enteros, así como las futuras centrales de energía nuclear. Ahora
sabemos que no se puede poner a una ciudad o edificio a prueba de tsunamis,
todo lo que se puede hacer es apartarlo del camino.

Pero yo
no apostaría a que las autoridades vayan a hacer lo correcto. Una y otra vez,
en todo el mundo, los asentamientos que han sido destruidos por un desastre
natural son simplemente reconstruidos en el mismo lugar. Eso es lo que ocurrió
en los balnearios tailandeses devastados por el tsunami de 2004, y es también lo
que ocurre de forma casi rutinaria en algunas partes de los Estados Unidos. Las
propiedades de baja altitud en el Golfo de México y la costa este son
destruidas por los huracanes estacionales y reconstruidas una y otra vez, a
menudo con la ayuda de incentivos financieros del gobierno de EE.UU..

Sean
cuales sean las decisiones, la reconstrucción de esta parte de Japón se
convertirá en una cuestión de orgullo nacional, y no necesariamente
reconstruida más grande que antes, pero sin duda mejor. Los nuevos edificios de
tres, cuatro y cinco pisos tendrán niveles adecuados de tecnología a prueba de
terremotos incorporadas en su diseño, al igual que los nuevos puentes, estaciones
y carreteras elevadas. Y alrededor de toda esta nueva infraestructura, las
casas de madera tradicionales se alzarán desde los residuos fangosos. Poco a
poco, la vida volverá a algo parecido a la normalidad. Y, si la reconstrucción
se hace casi exclusivamente por las empresas japonesas, eso tendrá el potencial
de alimentar un auge de la construcción nacional que podría salvar al país del
estancamiento económico en que ha estado atrapado durante más de un cuarto de
siglo.

Hay
lecciones importantes que aprender aquí, para otras partes de Japón y para las
ciudades costeras ubicadas en zonas de terremotos activos en todo el mundo.
Espero que las autoridades del otro lado del Pacífico, en San Francisco, Los
Angeles, y Seattle, revisen en consecuencia sus propios planes para cuando
llegue "el grande", e incluyan la preparación frente a un tsunami.
Porque si el devastador terremoto de Japón nos ha enseñado algo, es esto: no es
una cuestión de si ocurrirá o no, sino de cuándo ocurrirá.