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Los fabricantes de smartphones no pueden permitirse errores en las aplicaciones de mapas

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La aplicación de mapas de Apple, aún sin pulir del todo, ha demostrado hasta qué punto los usuarios de teléfonos inteligentes dependen del uso de direcciones fiables.

  • por Tom Simonite | traducido por Francisco Reyes (Opinno)
  • 21 Septiembre, 2012

El nuevo iPhone 5 ha provocado que muchos críticos y fanáticos de la tecnología se pregunten qué es lo que importa realmente en un teléfono inteligente. La reacción a la actualización de software del iPhone, lanzada el miércoles entre los actuales propietarios del dispositivo, ha proporcionado evidencias sólidas sobre una función con la que los fabricantes no pueden permitirse meter la pata: los mapas.

Con el nuevo software, iOS6, Apple cumple su promesa de deshacerse de la aplicación de mapas de Google, que ha estado incluida por defecto en el iPhone desde su debut en 2007. Sin embargo, el reemplazo de Apple ha decepcionado a muchos usuarios. Aquellas personas que viven fuera de EE.UU. parecen haber sido las más afectadas, con problemas como la omisión de una de las estaciones ferroviarias más grandes de Tokio, la reubicación de grandes ciudades como Amberes, en Bélgica, e incluso la desaparición de Stratford-upon-Avon, lugar de nacimiento de Shakespeare. Muchas personas también han informado acerca de problemas con las instrucciones dadas por la aplicación, que les ha ofrecido rutas hacia lugares equivocados.

Los mapas de iOS utilizan datos del proyecto Open Street Map, un recurso libre creado por voluntarios que trazan carreteras y otras referencias, y además obtiene datos licenciados de otras compañías, como el fabricante de GPS TomTom. Pero, o bien Apple no ha reunido suficiente información para estar al mismo nivel que los mapas de Google, o no ha sido capaz de combinar las fuentes lo suficientemente bien.

Las imágenes reales en 3D que permiten 'volar' sobre las ciudades desde cualquier ángulo, una tecnología adquirida cuando Apple compró C3 en 2011, también han sido decepcionantes. Las vistas son impresionantes cuando funciona, pero cuando no lo hace los resultados son extraños, por ejemplo, cuando este puente en Boston se derrumba y parece imitar las arrugas de un trozo de tela.

Todo ello supone un problema importante para Apple puesto que crea una comparación desfavorable con Google, la empresa a la que los nuevos mapas se suponía que iban a dejar muy atrás.

Tanto Apple como Google se enfrentan a decisiones difíciles.

Seguramente Apple sabía que los mapas aún necesitaban perfeccionamiento, pero ahora tiene que encontrar la manera de arreglarlos más rápidamente mientras lucha contra la mala publicidad. Google debe decidir si lanzar una versión independiente de su aplicación de mapas en la tienda de iTunes, que probablemente sería extremadamente popular, o dejar que los usuarios del iPhone lo pasen mal y tal vez convencer a algunos para cambiarse a los teléfonos Android.

No obstante, gracias al gran experimento de Apple, ambas compañías saben ahora a ciencia cierta hasta qué punto los usuarios de teléfonos inteligentes dependen de sus aplicaciones de mapeo.

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