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Un ingeniero triunfa en Kickstarter inspirado por los problemas de su mujer con los sujetadores

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"Sabía que había encontrado oro cuando una noche salíamos y mi mujer se puso mi prototipo en lugar de uno comercial"

  • por Kenrick Vezina | traducido por Teresa Woods
  • 17 Noviembre, 2015

¿Qué tienen en común el físico holandés del siglo XIX Johannes Diderik van der Waals y la ropa interior de la mujeres? Si has contestado "pies de geco", enhorabuena. Eres tan empollón como el ingeniero mecánico Anthony Roy.

La histora, tal y como nos la relata la editora de ciencias de Gizmodo Jennifer Oulette, es que Roy escuchó la plegaria de su mujer de un sujetador sin tirantes que se mantuviera en su sitio y decidió tomar cartas en el asunto. (Siempre me he preguntado por qué las principales escuelas de ingeniería como el Instituto de Tecnología de California donde estudió Roy o el Instituto Tecnológico de Massachusetts -ambas en EEUU-, no parecen tener a nadie dedicado a la resolución de los problemas de mal diseño de los sujetadores. ¿Quizás sea representativo de la desigualdad de género en las disciplinas STEM?).

Aquí es donde entran los gecos. Son una familia destacada de lagartos porque algunos miembros tienen la habilidad de agarrarse de forma heroica a casi cualquier superficie. A nivel microscópico, las almohadillas de sus dedos están repletas de diminutas estructuras parecidas al pelo. Esto importa por la fuerza intermolecular propuesta por Van der Waals. Oulette explica en su artículo:

En 2000, el físico de la Universidad de California en Berkeley Robert Full se dio cuenta de que esta fuerte adhesión se producía por las fuerzas de Van der Waals entre moléculas. Estas fuerzas normalmente no resultan significativas, pero se vuelven [importantes] a diminutas micro y nanoescalas.

Al maximizar la superficie de los pies del geco, estas estructuras microscópicas también maximizan el número de moléculas capaces de atraerse con estas débiles fuerzas de Van der Waals. Débiles individualmente, estas fuerzas cobran potencia al agregarse; suficiente potencia para aguantar varios gramos de lagarto insectívoro o de tela satinada.

Los ingenieros llevan desde que se describió el secreto de la pegajosidad de los gecos intentando recrearla para el uso humano. "En particular", escribe Oulette, "Roy recordó un diseño robótico de unos científicos del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA basado en los pies de los gecos. Así nació su GeckTeck: un pequeño parche que se adhiere a la piel mediante el mismo mecanismo físico".

Aún mejor, el efecto pegajoso resulta tan inocuo e indoloro para la piel humana como es la electricidad estática para los calcetines (y encima sin calambres).

Roy hizo los primeros prototipos hace un par de años al fijar unos trocitos de GeckTeck en los sujetadores sin tirantes de su mujer con pegamento. En la página web del producto, bautizado como Kellie K, Roy explica: "Sabía que había encontrado oro cuando una noche salíamos y mi mujer se puso mi propotipo en lugar de uno comercial. En ese momento, me di cuenta de que realmente tenía una idea genial para un negocio".

A principios de esta semana, la empresa de Roy acababa de completar una exitosa segunda fase de financiación Kickstarter. Los contribuyentes pueden esperar recibir sus sujetadores en abril de 2016.

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