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Cambio Climático

La culpa de que arreglar tu móvil o PC sea delito la tienen los derechos de autor

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Las leyes de EEUU prohíben alterar los "candados" digitales de los productos, lo que significa que intentar reparar por uno mismo algún aparato propio te pone en riesgo de ir a la cárcel

  • por Kyle Wiens | traducido por Teresa Woods
  • 09 Septiembre, 2016

Recientemente Andrew "Bunnie" Huang, un benévolo hacker e inventor, anunció que unirá fuerzas con la Fundación Fronteras Electrónicas para demandar al Gobierno de Estados Unidos. ¿Por qué? Cree que la Digital Millenium Copyright Act (DMCA, por sus siglas en inglés, o Ley de Derechos de Autor de la Era Digital en español) es inconstitucional. Considera que limita la libre expresión, ahoga la expresión creativa y obstaculiza los progresos.

Pero lo único que puedo decir yo es... por fin.

Aunque la DMCA incorpora las palabras "digital" y "milenio" en su nombre, parece que en realidad no tiene ni idea de cómo funciona la tecnología moderna. Lo descubrí de primera mano cuando un amigo agricultor me pidió ayuda para arreglar su tractor. Fue mucho más difícil de lo que me esperaba, pero por motivos legales en lugar de técnicos. Un obstáculo dio paso a otro, y el año pasado acabamos presentando un recurso para que la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos permitiera a los agricultores arreglar sus tractores.

No soy abogado de la propiedad intelectual. Soy reparador y opero una comunidad en línea llamada iFixit (Yoloarreglo) que enseña a los demás a arreglar cosas también. Las leyes de derechos de autor no deberían tener nada que ver con mi vida. Pero lo tienen, gracias a la DMCA. Las empresas manipulan la ley para criminalizar actividades que no tienen absolutamente nada que ver con los derechos de autor.

Aprobada hace casi dos décadas, la DMCA gobierna el espacio donde los derechos de autor tradicionales y la tecnología moderna convergen. Allá por 1998, el objetivo del Congreso era impedir que los hackers maleantes de ese chisme moderno llamado internet establecieran streamings de vídeo de películas pirateadas. Así que los reguladores redactaron una cláusula antiesquiva (la Sección 1201) que se incluyó en la nueva ley y prohíbe a los usuarios violar los "candados" digitales, como los sistemas de gestión digital de derechos o de encriptación, que protegen los contenidos de los productos sujetos a derechos de autor.

Por supuesto, mucho ha cambiado desde 1998. Y si la infinidad de formas no autorizadas de realizar un streaming de Juego de tronos sirve de indicación, la Sección 1201 no ha impedido la piratería en absoluto. Lo que sí consiguió fue dotar a los fabricantes de otra capa de control sobre sus productos.

Al igual que las películas y la música, el software está protegido por derechos de autor. Allí es donde realmente entra en conflicto la DMCA, porque el software está presente en casi cualquier producto moderno, desde muñecas de Barbie hasta calculadoras, motocicletas y tractores. Si una empresa quiere impedir que un propietario curioso interfiera con su código, realice una ingeniería inversa de la programación o cualquier modificación del sistema, entonces puede simplemente echarle un candado digital al producto. Al romper ese candado digital, por cualquier motivo, incluso si sólo quiere reparar o realizar una copia de seguridad de algo que es de su propiedad, se habrá convertido en un cibercriminal.

Volviendo a mi anécdota, este amigo mío, un cultivador de fresas, contactó conmigo hace varios años porque le estaba costando reparar algunos de sus nuevos equipos agrícolas. Cada vez que se estropeaba una máquina, tenía que pagar para que un técnico de reparaciones autorizado por el fabricante volara hasta su granja para acceder al software propietario de diagnóstico. Reparar los equipos en local habría requerido que mi amigo hackeara su propio tractor, algo que es ilegal.

Esto no me sentó nada bien. Así que recluté a una clínica legal de la Universidad del Sur de California (EEUU) para ayudarme a decirle a la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos que los agricultores deberían ser capaces de reparar sus propios tractores. Llevó casi un año de correspondencia cruzada, pero finalmente la Oficina de Derechos de Autor decidió que los agricultores y propietarios de coche efectivamente pueden romper los candados digitales y acceder al código de sus vehículos con la intención de repararlos.

Fue una victoria. Pero no basta. Esto va más allá de los tractores y coches.

Cada día miles de productos llegan al mercado. Y cada vez más, vienen equipados con software integrado. Inevitablemente, algunos se romperán y la gente necesitará arreglarlos. Como este señor, que necesitaba arreglar un micrófono averiado del sistema de logoterapia de su mujer. O estas personas, que intentan reemplazar los lectores de DVD de sus Xbox. O estos propietarios de defectuosas neveras inteligentes de Samsung. Bajo la Sección 1201, las reparaciones que requieran acceso a la programación de un producto podrían violar la ley.

Mi empresa, iFixit, también se enfrenta a este problema. Ofrecemos piezas de recambio de Xbox, pero tenemos que vender innecesariamente conjuntos de unidades de DVD y placas base porque están vinculados criptográficamente. Con el uso de una técnica desarrollada por Bunnie, pudimos venderlos por separado y reducir a la mitad el coste de reparación, pero el año pasado la Oficina de Derechos de Autor rechazó nuestra solicitud de legalizar esta práctica.

Las reparaciones no son un crimen. Nadie debería tener que pedir permiso a la Oficina de Derechos de Autor para arreglar sus cosas. Nadie debería verse amenazado con un pleito por mirar el código subyacente de algo que posea. Y nadie debería arriesgarse a penas de cárcel por ser capaz de arreglar un tractor sin la bendición del fabricante.

De hacerse, entonces el tractor no es lo único que está roto. Las leyes de derecho de autor de Estados Unidos también están rotas. Y ya va siendo hora de que alguien intente arreglarlas. Bunnie puede que no sea el héroe que nuestro disfuncional sistema de derechos de autor se merezca, pero desde luego es el héroe que necesitamos. Y la lucha de su vida acaba de arrancar.

Kyle Wiens es el CEO de iFixit, el manual de reparaciones gratuito. Ha dedicado su vida a vencer a la segunda ley de la termodinámica, una batalla que se ha desarrollado tanto en los tribunales como en taller. La campaña "Derecho a reparar" hasta ahora ha legalizado con éxito la liberación de los móviles y las reparaciones de tractor.

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