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Junjiu Huang de la Universidad Sun Yat-Sen afirma que "no tenía ni idea" de las reacciones que habría a su investigación

Biotecnología

Historia del primer hombre que usó CRISPR en embriones humanos (y lo que pasó después)

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Tres años antes de la polémica internacional por el experimento que trajo al mundo a dos gemelas nacidas con ADN modificado, el joven y desconocido científico chino Junjiu Huang dio el primer paso de un camino inexorable hacia los bebés de diseño

  • por Antonio Regalado | traducido por Ana Milutinovic
  • 05 Febrero, 2019

Era tan fácil que podía haberlo hecho cualquiera. Pero lo hizo él: Junjiu Huang. En 2015, este investigador de células madre de la Universidad Sun Yat-Sen en Guangzhou (China) informó de que había utilizado la técnica de edición genética CRISPR en embriones humanos por primera vez. Su artículo fue rechazado por las principales revistas occidentales por no seguir las normas éticas y ofrecer poca ciencia, pero en abril de aquel año, logró publicarlo en una desconocida revista china en inglés (ver Investigadores chinos editan los genes del primer embrión humano).

El resultado fue una polémica enorme. Y eso que Huang solo había llevado a cabo un experimento de laboratorio en el que intentaba corregir un error genético que causaba una enfermedad sanguínea. Los sujetos de su prueba eran  embriones anormales fecundados por fecundación in vitro (FIV), cuyo tamaño no superaba el del punto al final de esta frase, y que no tardaron en ser destruidos. No hubo ningún intento de traer al mundo un bebé modificado genéticamente, a diferencia de lo que presuntamente hizo su compatriota, el investigador chino de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur (SUST) en Shenzhen (China) He Jiankui. A finales de 2018 la comunidad científica entró en crisis cuando He afirmó haber traído al mundo a dos gemelas con ADN editado para resistir al VIH (ver Todo lo que se sabe sobre los bebés chinos editados con CRISPR).

Pero Huang había roto un tabú: había alterado el ADN de las células de la línea germinal, las que afectan la herencia. Las consecuencias de su trabajo estaban claras: algún día podrían nacer personas editadas genéticamente. Y esos cambios se pasarían ​​a las generaciones futuras.

La reacción al trabajo de Huang fue instantánea, visceral y global. La humanidad ya podía controlar su propia evolución, pero la persona que llevaba los mandos era un biólogo de aspecto juvenil del sur de China del que nadie había oído hablar. Su esfuerzo científico fue proclamado "totalmente prematuro" y su experimento "aterrador". El decano de la Escuela de Medicina de Harvard (EE.UU.) atribuyó a Huang posibles "motivaciones trastornadas".

Así que cuando en noviembre de 2018 saltó la polémica del experimento de He, la reacción de la comunidad internacional me provocó un déjà vu. Una vez más, un ambicioso científico chino había entrado en un territorio desconocido lleno de polémica. Una vez más, su investigación fue rechazada y atacada por científicos occidentales furiosos.

Jiankui he

Foto: Jiankui He. Créditos: AP / Mark Schiefelbein

Estos acontecimientos ponen de manifiesto que la comunidad científica está profundamente indecisa y enfrentada a acerca de cómo implementar una tecnología que alterará el conjunto genético que comparte toda la humanidad. El impactante anuncio de los bebés se produjo justo antes de la importante cumbre internacional en Hong Kong (China) donde se debatiría sobre CRISPR y sus implicaciones para la reproducción. A pesar de la ola de enfado que He provocó, la conclusión de los líderes de la cumbre no fue la de aprobar una moratoria hasta que sepamos un poco un poco más ni tampoco defendieron la idea de que todavía no seamos lo suficientemente responsables como para diseñar nuestra propia herencia genética. En lugar de eso, la cumbre terminó con la llamada más clara hasta el momento por parte de los líderes científicos para que la tecnología avance hacia su uso médico en las clínicas de FIV.

El gran sueño es que las futuras generaciones se beneficien de vidas más largas y sanas. Sus cuerpos tendrían vacunas genéticas contra las enfermedades del corazón, el Alzhéimer y demás. Sin embargo, la pesadilla podría parecerse bastante a lo que He presentó en el escenario de la cumbre en Hong Kong: niños cuyos genomas fueron mutados con torpeza e innecesariamente como parte de una competición científica internacional.

El gran sueño es que las futuras generaciones se beneficien de vidas más largas y sanas. Pero la pesadilla podría parecerse bastante a estos niños cuyos genomas fueron mutados con torpeza e innecesariamente como parte de una competición científica internacional.

El Gobierno de China aún podría reprimir los proyectos centrados en edición genética. De momento, parece que la investigación gubernamental sobre He continúa. En EE. UU. los embarazos con embriones modificados genéticamente fueron bloqueados por el Congreso en 2015. Pero muchos investigadores estadounidenses están rondando por los laboratorios chinos para intentar establecerse allí y producir avances con bebés CRISPR que no podrían hacer en su país.

Desde que la tecnología de edición genética apareció, el ritmo al que avanzaron las investigaciones ha hecho inevitable que alguien creara un bebé. Y está claro que alguien lo va a volver a hacer. Aunque la tecnología no avance más en China, sucederá en otro lugar.

La primera chispa

Yo viajé a China en octubre del año pasado, justo un mes antes del anuncio de los bebés CRISPR. Quería entender las intenciones del país sobre la ingeniería de embriones, en un campo en el que sus científicos habían logrado una ventaja notable: de las 10 investigaciones publicadas que pude encontrar acerca de la edición de embriones en un laboratorio, ocho eran de China y una procedía de EE. UU. y la última, de Reino Unido. Pasara lo que pasara, China era el lugar adecuado para descubrirlo. Si había en marcha algún proyecto secreto para crear bebés, tal vez podría desenterrarlo. Comencé con Huang, que en 2015 salió del radar de los medios.

En una casa de té en Guangzhou, me dijo que nuestra entrevista era la primera que daba desde que publicó su artículo hacía tres años y medio. Incluso ahora, no quería recordar la censura internacional que generó su primer informe de edición de embriones, ni la gran cantidad de preguntas que llegaban a su bandeja de entrada. Solo decía: "No me acuerdo".

Ahora Huang estaba preparado para hablar porque las pasiones ya se habían enfriado y la edición de embriones se había convertido en una línea de investigación aceptada, aunque limitada (ver Cuando unos científicos de EE. UU. editaron embriones humanos en 2017, su investigación se anunció como un "descubrimiento"). Muchos empezaban a ver CRISPR como una posible forma nueva de eliminar los riesgos de enfermedades genéticas en los niños del futuro (ver Un panel de científicos defiende los 'bebés a la carta' en casos extremos). Huang estaba empezando a bajar la guardia. Me dijo que estaba casado y jugaba al voleibol. "¿Qué supone editar embriones y alterar la herencia genética?", le pregunté. "Una necesidad de la historia", respondió.

Huang parecía no tener ni idea de las noticias que He pronto revelaría. Cuando le pregunté qué consejo le daría a cualquiera que tuviera prisa por comenzar un ensayo clínico en una clínica de FIV, contestó que creía que era poco probable que alguien lo intentara. "Estamos lejos del momento adecuado para eso", comentó.

La vida de Huang era parecida a la de muchos científicos chinos. La describió como "simplemente normal". Creció en una granja, pero su familia se mudó a una ciudad para que sus padres pudieran trabajar en una fábrica de piezas de barcos y para que él pudiera ir a la escuela, donde destacaba por sus notas muy altas.

El investigador recordaba que incluso de niño, le fascinaban los embriones. Cruzaba el maíz morado, blanco y verde para hacer híbridos, y durante la década de 1990 siguió todas las noticias sobre un intento chino para clonar un panda. Huang añadió: "Pensé que el embrión era un tipo muy misterioso de célula. Tiene toda la información necesaria para formar algo, pero ¿cómo funciona el proceso?"

Así que cuando en 2012, científicos de EE. UU., Europa y Corea del Sur desarrollaron una nueva forma versátil de alterar la información del ADN dentro de las células vivas, Huang prestó mucha atención. Denominada CRISPR, por su acrónimo, la técnica permite cortar fácilmente la doble hélice en cualquier región para añadir o eliminar instrucciones genéticas. Lo único que hace falta para llevarla a cabo son unos pocos cientos de euros para provisiones y productos químicos.

En mayo de 2013, un equipo del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, EE.UU.), dirigido por el investigador Rudolf Jaenisch, inyectó CRISPR en embriones de ratón para dar lugar al nacimiento de los primeros mamíferos modificados con CRISPR. Pero China, con sus flexibles normas sobre investigación animal y sus ambiciones de convertirse en líder mundial de la tecnología, no tardó en apuntar al resto del zoológico. El profesor de biología en la Universidad de Tecnología de Shanghai (China), Huang Xingxu (sin relación de parentesco), cuenta: "Perdimos el ratón. Pero logramos la oveja, la cabra y el mono".

El nacimiento de dos monos editados en China, comunicado en enero de 2014, hizo que algunos observadores empezaran a pensar que los humanos editados iban a ser los siguientes. ¿Pero quién daría ese paso? ¿Qué tipo de entendimiento social o acuerdo global haría falta? No había ninguno.

Junjiu Huang cuenta que introdujo CRISPR en embriones humanos por primera vez solo tres meses después del informe del mono. Como algunos temían, el proceso era muy simple. El investigador afirma: "Tardamos cerca de medio año en terminar el proyecto, porque no es un experimento muy complejo".

Huang estaba en un buen sitio para hacerlo. Guangzhou tiene grandes y consolidadas clínicas de FIV interesadas en la investigación. Además, también percibió que hacía falta una nueva forma de tratamiento. Alrededor del 10 % de la población de esta creciente ciudad de 13 millones de personas porta un error genético que crea un riesgo de padecer beta talasemia, una enfermedad sanguínea. ¿Qué pasaría si se pudiera usar CRISPR para reemplazar el gen defectuoso por una copia funcional en embriones? Huang pensó que eso sería una "nueva técnica" para erradicar la enfermedad en niños recién nacidos. En sus pruebas, trabajó con embriones anormales rechazados por el laboratorio de FIV.

El investigador admite: "Estaba haciendo una investigación básica... para probar la viabilidad, no tenía ni idea de cuál sería la reacción.

"Irresponsable", de momento

No tardó mucho en averiguarlo. El intento de Huang de introducir un gen de beta talasemia normal en embriones solo funcionó en algunos casos y generó problemas serios. CRISPR es propensa a errores y puede realizar ediciones no deseadas, llamadas "fuera del objetivo". Existía la posibilidad de introducir nuevas mutaciones potencialmente dañinas. Además, el proceso no fue eficiente. A menudo, el embrión terminaba con una mezcla de células corregidas y no corregidas, un llamado mosaico, un problema que debía haber afectado también a la mayoría de los embriones de He.

Para muchos científicos, el riesgo de errores no deseados y no detectados es lo que hace que crear un bebé CRISPR sea tan imprudente. "Claramente no está lista", comenta el científico de la Universidad de Harvard (EE. UU.) que trabaja en China con CRISPR en cerdos, Zheng-Yi Chen. "No sabemos cuáles serán las consecuencias de desarrollar un ser humano por completo. Cualquier diferencia sutil se podría magnificar en un millón o billón de veces. Podría cambiar el panorama".

Los resultados del laboratorio de Huang alarmaron a los principales biólogos occidentales que los revisaron a finales de 2014. Sostenían que se trataba de un trabajo mal hecho y se aseguraron de que tanto Science como Nature, las principales revistas científicas del mundo, rechazaran su publicación. Pero la verdad es que los expertos se sorprendieron de lo avanzada que estaba la investigación. Antes de que Huang pudiera publicar su artículo en otra parte, los ejecutivos de biotecnología estadounidenses que habían revisado su texto, empezaron a pedir una moratoria inmediata en toda la edición de embriones. Su artículo, publicado en Nature, se titulaba: No edite la línea germinal humana.

Esa fue la primera y última llamada organizada de los expertos en edición genética para parar la investigación de laboratorio. Días después, un grupo más amplio de especialistas entre los que figuraba la codescubridora de CRISPR Jennifer Doudna publicaron otro artículo en Science en el que defendían que había que fomentar los estudios de laboratorio, pero pidieron una reunión internacional urgente para "explorar el uso responsable de esta tecnología". Esa reunión, que finalmente se llevó a cabo en la Academia Nacional de Ciencias en Washington (EE.UU.) en diciembre de 2015, congregó a los mejores biólogos y especialistas en ética de todo el mundo, incluida China.

Los biólogos lucharon para entender su propio poder y para evitar que los gobiernos limitaran el potencial de CRISPR con restricciones reglamentarias. Al ver lo rápido que avanzaba la tecnología, el expresidente de Caltech (EE. UU.) David Baltimore, hablando en nombre de los organizadores de la conferencia, presionó el botón de pausa cuando afirmó que crear un bebé CRISPR sería "irresponsable" por ahora. En su opinión, tal hazaña debía esperar hasta que se estudiara mejor la tecnología y hasta que se alcanzara un "amplio consenso social" acerca de por qué querríamos cambiar el conjunto genético.

La declaración de Baltimore fue acordada por las academias científicas de Estados Unidos, Reino Unido y China. Esta última es un brazo del propio Gobierno chino. Pero Huang, el joven investigador que empezó todo, no estaba en ese foro histórico. "No me invitaron", lamenta.

Cuando "no" significa "tal vez"

Un año más tarde, en febrero de 2017, la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU. publicó un conjunto detallado de recomendaciones escritas por un grupo de principales científicos, en su mayoría estadounidenses. El texto concluía que ningún país estaba todavía en condiciones de crear a un ser humano con genes editados por CRISPR de forma segura. Pero la tecnología en sí misma no era inadmisible, opinaban los científicos. Mientras los proyectos estuvieran dirigidos a prevenir enfermedades graves, fueran precedidos de estudios de seguridad y cumplieran otras condiciones (un tanto vagas), intentar un nacimiento podría ser algo aceptable (ver Un panel de científicos defiende los 'bebés a la carta' en casos extremos).

He Jiankui estuvo atento a estas recomendaciones. Biofísico y experto en secuenciación de ADN, había regresado a China después de estudiar en las Universidades de Rice y Stanford (ambas en EE. UU.). Tenía una cátedra, fondos y, al parecer, la ambición de ser el primero del mundo en crear a un niño diseñado genéticamente con CRISPR. Ese marzo, según los documentos, se dirigió al comité de ética de un hospital del sur de China con una propuesta para llevar a cabo un ensayo clínico con un tratamiento para hacer inmunes los niños frente al VIH. Creía que podía ganar el Premio Nobel. En esos documentos pone que He citó las recomendaciones de la Academia de EE. UU. alegando que los estadounidenses habían "aprobado" la idea de la edición de la línea germinal, algo que, en cierto sentido, sí habían hecho (ver El científico de los bebés CRISPR usó un informe de EEUU para justificarse).

He se apresuró a reunir los datos para que su investigación se ajustara a las recomendaciones de la Academia, o algo parecido. Se centró en dos genes que podrían tener un beneficio para la salud si se eliminaban del genoma de una persona. Uno era el CCR5, sin el cual las personas generalmente no pueden contraer el VIH. La eliminación del otro, del PCSK9, conduce a niveles extraordinariamente bajos del colesterol "malo" y a reducen las posibilidades de parecer una enfermedad cardíaca.

Era un proyecto ambicioso, más cercano a una mejora genética que a una cura, ya que la edición evitaría ciertas enfermedades en el futuro en lugar de corregir un defecto genético. Pero también cumplía uno de los criterios de los estadounidenses: no usar CRISPR si existen alternativas "razonables".

En la mayoría de los casos en los que los padres tienen un gen de riesgo para una enfermedad hereditaria, como la fibrosis quística, se la transmiten solo a la mitad de sus hijos, por lo que el error genético se puede eliminar durante los procedimientos de FIV mediante la selección de los embriones que no han heredado el gen defectuoso. Muchos científicos creen que esa es la razón que hará que los embriones con genes editados nunca sean necesarios. Sin embargo, CRISPR es la única tecnología capaz de puede dotar a un niño con un rasgo que los padres no tienen, como la inmunidad al VIH. Ese es el argumento con el que He defendía su enfoque.

Los estudiantes de He comenzaron a hacer pruebas en más de 300 embriones humanos, además de innumerables células de ratones y monos. El trabajo fue facilitado por el crecimiento de la industria occidental en torno a CRISPR, que fue distribuyendo las herramientas necesarias para trabajar con la tecnología para obtener ganancias. Por ejemplo, en 2016, He envió un correo electrónico al Instituto Broad (EE.UU.) para licenciar su importante patente CRISPR y los derechos para utilizar la herramienta en seres humanos. El centro lo rechazó, porque ya había vendido los derechos para terapias humanas a su propia spin-off, Editas Medicine. Sin embargo, sí le vendió una licencia de comercialización de los principales ingredientes moleculares de CRISPR. (Un funcionario del centro señaló que todos sus acuerdos legales prohíben "cualquier modificación de la línea germinal humana" bajo la postura de que crear bebés es "una violación clara y flagrante").

El equipo de He también contactó con la comunidad científica especializada en cuestiones científicas y éticas. El experto en edición genética de la Escuela de Medicina Perelman (EE.UU.) Kiran Musunuru recuerda haber recibido muchas preguntas de un estudiante graduado del laboratorio de He. "¿Cree usted que esto es razonable y factible?", preguntaba ese estudiante llamado Feifei Cheng sobre algunos experimentos con ratones. Así que los científicos chinos tampoco estaba ocultando sus planes precisamente. En un correo electrónico, Cheng escribió: "Creo que nuestra investigación ilustrará por primera vez si... la edición del genoma en embriones, no en adultos, es eficiente y segura".

El enfoque en la seguridad era la prueba definitiva. A un embrión de investigación le da igual que algo sea seguro; todos son destruidos después de unos días de crecimiento en un laboratorio. La seguridad solo importaba si había intención de generar un embarazo.

He Jiankui incluso participó en reuniones y simposios de ética destinados a determinar si se deberían crear los bebés. El biólogo del Colegio Médico de Nueva York (EE. UU.) Stuart Newman, quien asistió a un taller en enero de 2017 organizado por Doudna y en el que también estaba He, recuerda: "Él hablaba, pero no parecía escuchar". Doudna siempre se había preocupado por el uso indebido de CRISPR y en una reunión con periodistas celebrada en agosto del año pasado, expresó que el anuncio repentino de un bebé CRISPR sería "el peor de los casos". Pero He se volvió a China para hacer exactamente eso.

Ni siquiera sus propios datos lograron disuadirle. Después de realizar la prueba de la eliminación de los genes en los embriones, sus estudios detallados de secuenciación del ADN resultante le convencieron de que el problema de las ediciones no deseadas iba a ser mínimo y que él identificaría cualquiera que ocurriera. Pero controlar ese mosaico no era tan fácil, ya que CRISPR no siempre editaba todas las células del embrión, o terminaba editando las células de diferentes maneras. Sus datos sobre los embriones de prueba revelaban que la mayoría eran mosaicos, según la presentación de 2017.

Él: bebés CRISPR están aquí.

Foto: He: bebés CRISPR están aquí. Créditos: AP. 

Superpoder genético

Los científicos chinos trabajan en un ambiente de pocas regulaciones y grandes ambiciones. El Gobierno de China quiere liderar el mundo en biotecnología. En un instituto escuché un discurso del prominente científico de células madre Zhou Qi, quien formó parte de un grupo que se reunió en marzo pasado en Pekín para trazar una nueva estrategia del Gobierno para lograr ese objetivo. En su discurso dijo: "China pondrá a la biotecnología como una prioridad muy alta y muy importante".

Para lograrlo, China ha prestado especial atención tanto a la edición genética como a la investigación con células madre: el rincón de la biología que se ocupa de la capacidad prometeica de ciertas células (incluido el óvulo fertilizado) de formar corazones, pulmones y cualquier otra parte del cuerpo. En octubre, Zhou dirigió un equipo que, a través de una compleja serie de pasos que involucraban células madre, edición genética y clonación, demostró que dos ratones machos podían tener descendencia juntos. Le escuché hablar de una lista de resultados no publicados que parecían científicamente importantes y pensé que también era probable que provocaran titulares sensacionales.

En la literatura en chino, encontré dispersos alardes y llamadas para avanzar rápidamente. "En el campo de la tecnología de la edición de la línea germinal humana, ya hemos pasado a la vanguardia", escribió el investigador Liu Jian-Qiao hace unos meses. Afirmaba que la investigación debería estar "limitada" por las normas internacionales establecidas en 2015, pero que China también debería participar en el diseño de esas normas: "Debemos... luchar por un mayor derecho a que se escuchen nuestras voces y por una mayor autoridad para tomar la iniciativa en el área de la investigación de la aplicación clínica".

En China, no hubo la misma resistencia que en Estados Unidos a la hora de hablar sobre los beneficios de esta tecnología. Los equipos de edición de embriones que entrevisté claramente estaban preparando la tecnología para su uso final en humanos. Algunos de ellos, por ejemplo, intentaban localizar casos en los que, de acuerdo con los criterios de la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU. sobre el uso de CRISPR, la edición genética de la línea germinal podría ser la única respuesta. Uno de esos científicos era Fan Yong, quien, al igual que Huang, reside en Guangzhou. En un correo electrónico, el investigador me dijo: "Actualmente estamos seleccionando aquellas enfermedades que solo se pueden curar mediante el uso de tratamientos de edición de genes embrionarios". Entre los candidatos que Fan estaba explorando están los hombres y mujeres sordos que se casan entre ellos, algo común en un país tan grande como China. Si la pérdida auditiva de ambos padres tiene la misma causa genética, su descendencia podría estar condenada a padecer el mismo defecto. Fan me dijo que el hecho de corregir la sordera en los embriones "era una opción natural para la salud pública en China".

Pero ninguno de los científicos chinos con los que hablé creía que ya hubiera un bebé CRISPR en camino. Todos señalaban que, bajo una guía de su Gobierno de 2003, ninguna clínica de FIV debía tomar un embrión genéticamente modificado para comenzar un embarazo. Huang me dijo: "Desde la perspectiva de la tecnología, así como considerando la forma en la que la sociedad lo aceptaría, no creo que estemos en ese punto todavía". Aunque creía que tal vez algún día la tecnología estaría más avanzada.

Demasiado tarde

Pero He no estaba esperando. Parece que su equipo transfirió los embriones editados al útero de una mujer (que permanece sin identificar) en febrero de 2018. Controlaron el embarazo, tomaron muestras de sangre y observaron los genomas de las gemelas. No está claro qué autoridades, si las hubo, aprobaron el ensayo en China. Su propia universidad ahora afirma que no sabía nada sobre el estudio, que se llevó a cabo en silencio, si no en secreto.

Es posible que He planeara hacer su gran presentación de los bebés CRISPR en noviembre durante la Segunda Cumbre Internacional sobre la Edición del Genoma Humano en Hong Kong, una reunión cuyo propósito era debatir la posibilidad de hacer esos bebés, y donde se encontraba entre los 70 ponentes programados. Musunuru opina: "Creo que planeaba hacerlo al estilo de Steve Jobs con lo de "y una última cosa" durante su charla". El investigador se refiere  al truco del fundador de Apple de guardar las noticias más importantes para el final. Sería el último hecho consumado, una "bomba" explotando ante el mundo. Pero los informes del trabajo de He se filtraron justo antes de la cumbre, y el científico se apresuró a publicar una serie de declaraciones en YouTube. Las gemelas fueron nombradas Lulu y Nana. He dijo: "Esperamos que tengan piedad de ellas. Creo que las familias necesitan esta tecnología".

 

 

Vídeo: El laboratorio de He | Youtube

¿Supervisión? No está claro si la hubo. ¿Una cura atrevida? Realmente, no. El VIH se puede tratar o prevenir con otros métodos más baratos y afecta a menos del 0,1 % de la población en China. O como el biólogo de Harvard David Liu le preguntó a He en Hong Kong: "¿Cuál es la necesidad médica no atendida?" La pregunta da en el clavo: en medicina, realizar una intervención arriesgada en una persona sana es inaceptable. Los embriones que He había elegido para editar eran normales.

Musunuru, quien había visto las instrucciones genéticas que se aplicaron los embriones para dar lugar a las gemelas, recuerda: "Cuando me di cuenta de lo que había sucedido, grité, literalmente". Hubo "un lío de diferentes ediciones", es decir, las células se modificaron de diferentes maneras. Las niñas también pueden acabar compuestas por un mosaico de células editadas de forma distinta. Aunque también admite que "el primer bebé editado genéticamente siempre iba a ser algo perturbador", pero que "el hecho de que sucediera de esta manera, con embriones defectuosos, por parte de investigadores que o no tenían ni idea sobre el problema o simplemente no les importaba, lo empeoró 100 veces más".

Las críticas tras el anuncio de He sobre los nacimientos fueron duras. "Inconcebible", dijo otro de los coinventores de CRISPR del Instituto Broad Feng Zhang. Por su parte, Huang emitió una declaración en la que afirmaba que lo que su compatriota había hecho iba "contra la ley, contra el reglamento y contra la ética médica de China".

"El primer bebé editado genéticamente siempre iba a ser algo perturbador. El hecho de que sucediera de esta manera, con embriones defectuosos, por parte de investigadores que o no tenían ni idea sobre el problema o simplemente no les importaba, lo empeoró 100 veces más".

Resulta que sí había algunos científicos al tanto del trabajo de He. Pero nadie sabe por qué permanecieron en silencio. Lo que sí sabemos es cómo terminó todo en Hong Kong. El decano de la Escuela de Medicina de Harvard, quien unos años antes había insinuado que Huang no estaba bien de la cabeza, George Daley, subió al escenario y, a pesar de que calificó el trabajo de He como un "traspié", no lo condenó. En lugar de eso, se mostró a favor de usar CRISPR en las clínicas de FIV en el futuro y dijo que era hora de sobrepasar la cuestión de la "permisibilidad ética" y ver cómo hacerlo correctamente.

En su declaración final, los líderes de la cumbre no mencionaron el criterio que se considera primordial antes de pasar a las aplicaciones clínicas: "lograr un amplio consenso social". Todavía no hay consenso acerca de si debemos diseñar a los seres humanos, y puede que nunca lo haya. Pero la reivindicación de He ayudó a que la cuestión se discutiera. Nosotros ya lo discutimos.

No está claro qué pasará con He. Su ensayo clínico está parado, y parece que el Gobierno tiene las mismas posibilidades de prohibir la creación de más bebés como de apoyarla. He abandonó temprano la conferencia de Hong Kong y dijo: "Permaneceré en China, mi país de origen, y cooperé plenamente con todas las consultas sobre mi trabajo".

Huang, mientras tanto, regresó a Guangzhou y continúa con su investigación. En nuestra entrevista, que tuvo lugar antes del anuncio de los bebés CRISPR, le pregunté si haría algo diferente si pudiera retroceder en el tiempo. ¿Pondría CRISPR en un embrión humano? Huang contestó: "Lo haría de nuevo. El desarrollo de la ciencia y de la tecnología es inevitable".

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