.

Cambio Climático

Una red global para pillar a los tramposos nucleares

1

Un mecanismo internacional de detección de mil millones de dólares graba 26 gigabytes de datos al día y detectaría una bomba nuclear en cualquier parte del mundo

  • por Mark Wolverton | traducido por Teresa Woods
  • 14 Septiembre, 2015

La peor pesadilla de los detractores del acuerdo nuclear con Irán que se debate en el congreso de Estados Unidos es que de alguna manera, a pesar del acuerdo y todas las garantías que incluye, Irán encuentre la manera de diseñar y fabricar un arma nuclear, eludiendo la detección hasta que una ciudad importante sea consumida por el fuego nuclear.

Pero la fabricación de un arma fiable y operacional requiere la realización de pruebas y, desde la finalización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares de 1996, una sofisticada red global de teledetección se ha establecido para asegurar que ninguna prueba nuclear realizada en cualquier rincón del mundo pase desapercibida. Conocido como el Sistema Internacional de Monitorización (IMS, por sus siglas en inglés), representa el primer sistema de alarmas para transgresiones nucleares y emplea cuatro técnicas distintas y complementarias para detectar y localizar una detonación atómica en cualquier lugar del mundo. 24 horas al día, unos 26 gigabytes de datos procedentes de estaciones IMS en 89 países llegan a un centro de control en Viena (Austria) a través de redes de satélites y enlaces terrestres seguros. Su construcción costó alrededor de 1.000 millones de dólares (unos 885 millones de euros) y fue financiado por los casi 200 países miembro del tratado de 1996.

Uno de los sistemas más cruciales proporciona la detección de radionucleido. 80 estaciones de monitorización y 16 laboratorios de IMS están equipados para detectar y analizar las trazas de gases nobles y partículas radioactivas que representan la prueba definitiva de una explosión nuclear clandestina, como las que generaron las pruebas nucleares de Corea del Norte. La red de radionucleido de IMS se ejercitó de forma inesperada, pero vital, en marzo de 2011, midiendo y rastreando el penacho radioactivo emitido por la dañada planta nuclear de Fukushima.

Ver también: Este mapa de neutrinos revela la actividad nuclear del planeta

Una prueba subterránea bien diseñada podría no emitir ningún deshecho nuclear detectable a la atmósfera. Es allí donde las tecnologías adicionales de la red entran en juego. Con 50 estaciones principales y 120 estaciones auxiliares, la red sísmica de IMS identifica unos 130 eventos por día: temblores terrestres, explosiones de la minería o cualquier cosa hasta el equivalente a un terremoto de 3.0 en la escala Richter, es decir: un temblor casi imperceptible.

"Las estaciones sísmicas son extremadamente sensibles", explica Gerhard Graham, el coordinador del Centro de Datos Internacional de IMS, que es operado por un grupo internacional llamado la Comisión Preparatoria de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares. Mientras que la red sísmica completa identifica estos 130 eventos al día, cada estación de la red está monitorizando casi todo: "Un sismómetro puede medir hasta nanómetros de movimientos terrestres", dice Graham. Para los geólogos, la red proporciona un punto de partida de datos sísmicos que posibilitan un asesoramiento más preciso de los peligros en regiones con riesgo de actividad sísmica.

Las capacidades de la red sísmica son suplementadas y aumentadas por las 11 estaciones que escuchan para detectar la firma subacuática de una explosión nuclear. Cinco de estas estaciones están en tierra, detectando ondas acústicas que se desplazan por el agua y se convierten en ondas sísmicas al chocar con la costa. Las otras seis estaciones son hidrófonos – micrófonos subacuáticos amarrados a un kilómetro por debajo de la superficie para detectar y determinar la dirección de las ondas acústicas. Debido a la eficiencia con la que el sonido se desplaza por el agua, 11 estaciones bastan para cubrir el mundo entero, afirma George Haralubus, el director de la sección hidroacústica de IMS.

Para completar la red IMS, hay sensores de infrarrojos capaces de detectar sonidos a frecuencias extremadamente bajas, muy por debajo de la capacidad de audición humana. La Tierra nunca está callada en este ámbito acústico, con infrasonidos que son generados no sólo por explosiones nucleares sino también por los movimientos de la atmósfera y la corteza terrestre, los volcanes, actividades humanas de todo tipo, y hasta meteoritos y desperdicios espaciales que penetran la atmósfera. 48 estaciones de infrasonidos están operativas actualmente de unas 60 estaciones planificadas, e incluyen conjuntos de microbarómetros.

Pero la red de IMS también se está empleando de maneras que ni soñaban sus diseñadores. Una de las más cruciales es un sistema de detección temprana para catástrofes naturales. Desde el terremoto devastador del Océano Índico y el tsunami resultante en diciembre de 2004, IMS ha asociado bastantes recursos a las estaciones globales de detección de tsunamis. Ese arreglo dio sus frutos en marzo de 2011, cuando los datos de IMS proporcionaron suficiente aviso a las autoridades japonesas para permitir el desalojo de los residentes en zonas de peligro a tierras más altas durante la misma catástrofe que inundó Fukushima. Las estaciones sísmicas hasta pueden localizar la ubicación de accidentes aéreos terrestres o cerca de la costa. Mientras, las otras posibilidades científicas de la red IMS sólo empiezan a apreciarse, desde la monitorización de la caída de las plataformas de hielo en los polos y las temperaturas de ultramar como prueba del cambio climático, hasta escuchar los cantos de las ballenas para realizar nuevos descubrimientos acerca del comportamiento de las ballenas y sus patrones de migración.

Todos los datos de sensor que llegan al centro de Vienna se procesan, se analizan y se trasladan a todos los países miembro del tratado de prohibición de pruebas nucleares de 1996. En caso de que surja algo sospechoso, el próximo paso consiste en una inspección sobre el terreno en busca de pruebas de violaciones del tratado.

Al menos ese será el próximo paso cuando el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares por fin entre en efecto. Aunque las autoproclamados potencias nucleares mundiales han observado una moratoria voluntaria de las pruebas nucleares desde 1991, varios de los países que firmaron, entre ellos Estados Unidos, están arrastrando los pies a la hora de ratificarlo, citando sobre todo preocupaciones acerca de la verificación. Pero los responsables de IMS dicen que tales preocupaciones son discutibles ahora mismo. Graham dice que las tecnologías del sistema "prácticamente imposibilita que se evite la detección".

Cambio Climático

  1. Prolongar la vida útil de los reactores nucleares para limpiar la red eléctrica

    Un parque nuclear envejecido aún puede contribuir a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero

    Un turbogenerador en el Centro Energético de Indian Point de 2021
  2. El incierto futuro de la geoingeniería solar tras el fracaso del experimento de Harvard

    Algunos observadores sostienen que el fin de SCoPEx debería marcar el final de tales propuestas. Otros afirman que cualquier experimento futuro debería desarrollarse de forma muy distinta

    Un diagrama del globo SCoPEx tachado con una "X" roja flota sobre un fondo azul con partículas negras
  3. El seguimiento por satélite de los animales podría impulsar la acción climática

    Los investigadores sueñan con un internet de los animales. Cada vez están más cerca de monitorizar 100.000 criaturas y desvelar facetas ocultas de nuestro mundo