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Eoin Ryan

Cadenas de bloques y aplicaciones

Por qué las 'fintech' triunfan en China pero no en el resto del mundo

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Mientras Occidente sigue anclado al dinero en efectivo y las tarjetas de crédito, los pagos y las transacciones digitales triunfan en el país asiático a través de 'apps' como Alipay y WeChat. El apoyo del Gobierno a las tecnológicas y su falta de alternativas fomentaron la revolución financiera del país

  • por Martin Chorzempa | traducido por Ana Milutinovic
  • 21 Enero, 2019

En 2013 me mudé de París (Francia) a Beijing (China) para estudiar el sistema financiero chino. Me quedé durante dos años y aprendí lo suficiente para traducir libros de economía del mandarín al inglés y dar charlas sobre política monetaria en mandarín.

Pero nunca me sentí realmente integrado hasta que regresé al país y Alipay por fin me aceptó (a los extranjeros les cuesta mucho obtener la autorización para usar las súper aplicaciones financieras de China). Antes de eso, tenía que buscar frenéticamente un cajero automático para sacar dinero en efectivo mientras mis amigos usaban las aplicaciones Alipay y WeChat en sus teléfonos para dividir las cuentas de los restaurantes. Ellos invertían sus salarios para comenzar a ganar intereses de inmediato con un solo clic, mientras que yo tenía que esperar en una fila de un banco. Pero el año pasado, armado con Alipay, usé una bicicleta compartida que me llevó a una reunión antes de la hora, pagué la cena escaneando un código QR y luego llamé a mi primer transporte compartido a través de Didi, todo mediante la misma aplicación.

Alipay de Ant Financial y WeChat de Tencent han cambiado la forma en la que muchas personas viven sus vidas financieras. Son ventanillas únicas que permiten a medio billón de chinos acceder a una increíble variedad de servicios, desde pagos, préstamos, inversiones y evaluación de crédito hasta los viajes en taxi, las reservas de viajes y las redes sociales.

Ya que se vende tanto a través de estas aplicaciones, Alibaba y Tencent conocen la situación de económica de muchas pequeñas empresas en China. Como resultado, pueden dar préstamos a  compañías que los bancos considerarían demasiado arriesgadas. Del mismo modo, las personas sin una puntuación tradicional de crédito pueden recibir préstamos baratos porque Ant Financial dispone de su historial de pagos y compras.

Mientras tanto, en Estados Unidos y Europa, las personas pagan con tarjetas de plástico y dinero efectivo de forma masiva. Facebook obliga a los usuarios a cambiar de aplicación para enviar mensajes y desplazarse por las publicaciones de los amigos. Google Wallet fue lanzado en 2011, dos años antes de la cartera electrónica de Alipay, pero languidece casi sin uso. Apple Pay fue presentado un año después, pero puede ser difícil encontrar minoristas que lo acepten.

Entonces, con todas esas ventajas, ¿está Occidente cerca de adoptar el modelo chino? Probablemente no y les voy a explicar por qué.

1. China estaba lista para una revolución de pagos porque no existían alternativas

En 2004, cuando Alipay se lanzó como una opción de pago simple, el sistema financiero chino era muy poco tecnológico. Los anticuados bancos públicos estatales estaban casi en bancarrota por malos préstamos, y se preocupaban poco por el consumidor medio. La gente tenía que viajar hasta sucursales bancarias y esperar en largas filas para pagar sus facturas; los ahorros se reducían porque el Gobierno fijó la tasa de interés de los depósitos por debajo de la inflación; y casi nadie podía obtener una tarjeta de crédito. Solo el 7,3 % de los chinos usaba internet en aquel entonces, frente al 65 % de los estadounidenses.

Así que cuando surgió algo nuevo, casi no había sistemas heredados que se interpusieran. Las compañías tecnológicas financieras o fintech tenían espacio para crecer en lugar de ser aplastadas o adquiridas por las empresas gigantes.

Mientras tanto, en Occidente, las empresas financieras tradicionales siempre han ofrecido opciones aceptables para préstamos, pagos e inversiones. Cualquier start-up de fintech que quiera gestionar pagos debe enfrentarse a Visa y a Mastercard, que se benefician de décadas de experiencia y de los hábitos de consumo ya arraigados.

2. Las innovaciones que dieron lugar a las 'fintech' chinas no eran nada nuevo fuera de China

Muchas de las "innovaciones" fintech tan promocionadas en China eran, de hecho, adaptaciones, combinaciones o usos más exitosos de la tecnología o modelos iniciados por otros. Los códigos QR ya se utilizaban en las cadenas de suministro japonesas en 1994, los servicios de custodia llevaban mucho tiempo disponibles en eBay y los fondos del mercado monetario que permitían a los usuarios invertir a través de las cuentas de pago electrónico estaban disponibles en PayPal antes de que Alipay utilizara los códigos QR para el pago e iniciara el frenesí fintech de China con su fondo de mercado Yu'E Bao. A pesar de todas las exageraciones sobre los pagos móviles, la mayoría de las transacciones de Alipay y Tencent Pay actualmente tienen versiones digitales de las tarjetas de débito antiguas que se ocultan detrás de los códigos QR. Y los códigos mismos pueden ocultar el malware que saquea las cuentas bancarias de las personas.

Ant Financial y Tencent controlan mucho más y se meten dentro de la vida de sus usuarios más que cualquier empresa individual en Estados Unidos. Esa información podría ser usada en nuestra contra.

3. El sistema chino es el sueño de cualquier hacker y una pesadilla para la privacidad

La comodidad de compartir los datos de su cuenta una única vez, con una aplicación, no solo da a las plataformas de pago un enorme poder, también las convierte en un gigantesco objetivo para hackers. Hemos visto lo que sucede cuando confiamos demasiado en las empresas para asegurar la información de varias áreas de nuestras vidas, como el uso de Facebook para iniciar sesión en otras páginas web. Sufrir un problema similar con Ant Financial o Tencent sería mucho peor. Controlan mucho más y se meten dentro de las vidas de sus usuarios más que cualquier compañía individual en Estados Unidos. Esa información podría ser usada en nuestra contra; por ejemplo, podrían hacer que usted pague más si creen que estaría dispuesto a hacerlo.

4. Las fintech chinas recibieron un gran apoyo de su Gobierno

El Gobierno chino dio a sus gigantes tecnológicos mucha más libertad para innovar que lo que los reguladores estadounidenses permitirían. El mercado del mercado de pagos online chino careció de regulación durante años, y el gobernador del Banco Central declaró abiertamente que permitiría a las empresas tecnológicas no reguladas a ingresar a los espacios que antes estaban fuera del alcance de cualquiera que no tuviera una licencia financiera, dando a esas compañías la libertad para crecer antes de que se impusiera cualquier regla.

Para bien o para mal, los reguladores estadounidenses adoptaron el enfoque opuesto. Forzaron a las nuevas start-ups de fintech a cumplir con el reglamento completo, aunque la aplicación a sus nuevos modelos no siempre fue clara. Por ejemplo, PayPal tuvo que ir estado por estado para solicitar licencia para tramitar con dinero. Estados Unidos también ha mantenido durante mucho tiempo una separación entre las empresas bancarias y las no financieras. Si Google quisiera tener un banco, los reguladores estadounidenses le obligarían a abandonar sus negocios de búsqueda y de la publicidad. Esto puede impedir que la tecnología estadounidense persiga el modelo de súper aplicación de China.

5. Las fintech excluyen a los ancianos y a los usuarios poco expertos en tecnología

Como yo ya había descubierto por el camino difícil, si usted es extranjero, o turista, o viene de la China rural, o ya es mayor y está acostumbrado a tratar con efectivo, puede ser excluido por una economía centrada en la aplicación. La gente está descubriendo que su dinero no es bienvenido en toda China, y tal vez se encuentren con que no pueden tomar un taxi porque ya ha sido contratado por alguien a través de una aplicación.

Así que, aunque hay muchas cosas que me gustan del modelo chino, especialmente su comodidad, es posible que en realidad no queramos reproducirlo aunque podamos.

*Martin Chorzempa es investigador en el Peterson Institute for International Economics en Washington, DC. (EE. UU.).También fue profesor visitante en el Centro de Investigación Económica de China de la Universidad de Pekín.

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