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Foto: Una vista aérea de los bajos niveles de agua en el embalse Nicasio, en el condado de Marin, California (EE. UU.), hace unas semanas. Créditos: Justin Sullivan / Getty Images

Cambio Climático

EE.UU. se prepara para otro verano peligroso por el cambio climático

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El aumento de las temperaturas ha convertido esta región y todo el oeste del país en un territorio de megasequía. Mientras las autoridades y la población se organizan ante la escasez de agua y los incendios, algunos científicos advierten de que habrá que acostumbrarse a una situación permanente de sequía y aprovechar cuando llegue la época de lluvias

  • por James Temple | traducido por Ana Milutinovic
  • 10 Junio, 2021

Los niveles de agua están bajando peligrosamente en los ríos, embalses y acuíferos de gran parte del oeste de Estados Unidos, lo que aumenta el peligro de escasez de agua, campos agrícolas en barbecho e incendios forestales extremos en los próximos meses.

Las estaciones de control en toda la cordillera de Sierra Nevada de California (EE. UU.) están registrando algunas de las condiciones más secas vistas para este momento del año. Las altas temperaturas primaverales ya han derretido casi toda la ligera capa de nieve de este invierno, que suele proporcionar alrededor de un tercio del agua del estado.

En Nuevo México (EE. UU.), donde la mitad del estado afronta condiciones de sequía excepcional, las autoridades están retrasando las asignaciones a los agricultores y los instan a no plantar cultivos si es posible.

En total, casi el 85 % de la parte oeste estadounidense está sufriendo condiciones de sequía en este momento, según el Monitor de Sequía de Estados Unidos. Casi la mitad de la región se encuentra actualmente en una sequía extrema o excepcional, después de varios años de condiciones secas y calurosas agravadas por el cambio climático.

La próxima causa de la sequía de este año es el débil monzón de verano junto con las condiciones de La Niña, que dirigieron las tormentas hacia el norte. Pero el problema va mucho más allá de la disminución de la lluvia y de la nieve en los últimos meses. El suroeste estadounidense ha sufrido durante dos décadas el período más seco desde el siglo XVI, según un estudio publicado en Science el año pasado.

El cambio climático representa el 46 % de la gravedad de la situación, y lleva lo que habría sido una sequía moderada a lo que los científicos consideran territorio de megasequía. La Evaluación Nacional del Clima 2018 señaló que numerosos estudios concluyen que estas temperaturas más altas significarán "sequías más frecuentes y severas en el suroeste".

"La nieve se derrite más rápido. Hay más evaporación. Simplemente, la situación cambia de muchas maneras", afirma la directora de política de agua urbana de la iniciativa Water in the West de la Universidad de Stanford (EE. UU.), Newsha Ajami.

Campanas de alarma

Las regiones ya están luchando para abordar los peligros crecientes.

En California, el gobernador Gavin Newsom ha propuesto gastar más de 5.000 millones de dólares (4.107 millones de euros) para, entre otros esfuerzos, satisfacer las necesidades de agua de emergencia y reforzar la infraestructura hídrica regional. También declaró la situación de emergencia por sequía en 41 condados de casi todo el norte de California y el Valle Central, la rica región agrícola del estado.

En el condado de Marin, en el norte de San Francisco (EE. UU.) y en gran parte aislado de los sistemas de agua regionales, los embalses funcionan a un nivel preocupantemente bajo después de las escasas lluvias de este año, que casi alcanzan el récord. Para asegurar el suministro de agua, se está considerando la posibilidad de construir al menos una tubería temporal a través del Puente Richmond-San Rafael por primera vez desde la devastadora sequía del estado, que ocurrió en 1976 y 1977.

Los investigadores, las autoridades y los equipos de respuesta a emergencias también se están preparando para otra terrible temporada de incendios, que ha empezado temprano. El de Palisades, cerca de Los Ángeles (EE. UU.), ha arrasado recientemente más de 1.000 acres (405 hectáreas) de matorrales secos, lo que ha obligado a más de 1.000 personas a huir de sus hogares.

"Algunos elementos del riesgo de la temporada de incendios son predecibles; pero otros no lo son", asegura el científico del clima de la Universidad de California en Los Ángeles Daniel Swain, que se dedica a las condiciones atmosféricas que provocan las sequías, inundaciones e incendios forestales. "Todos los elementos predecibles están haciendo sonar las alarmas".

La nueva normalidad

Algunos modelos climáticos han descubierto que el calentamiento aumenta la variabilidad de los patrones de lluvia. Esto crea lo que los investigadores que estudian las condiciones de California han descrito como un "latigazo" entre los períodos más extremos de sequía e inundaciones.

Pero los períodos de situaciones extremas que duran años no se equilibran naturalmente entre sí, ni siquiera si los niveles promedio de lluvias permanecen iguales. Si las regiones no reconsideran cómo gestionan el agua, pasarán con demasiada frecuencia de un tipo de desastre a otro (como la sequía de 2012-2016 en California, seguida inmediatamente de varios años de inundaciones que provocaron deslizamientos de tierra y arrasaron carreteras, con una presa cerca del punto de quiebre).

Ajami señala: "Tenemos que cambiar nuestra mentalidad a que 'la sequía es algo normal'. Y luego, cuando tengamos años con precipitaciones, deberíamos ilusionarnos y hacer un montón de cosas para capturar la mayor cantidad de agua posible, con el fin de asegurarnos de almacenar lo suficiente para cuando todo se seque de nuevo".

Eso requerirá hacer un mejor uso de las aguas subterráneas limpiando los acuíferos contaminados y rellenándolos durante los años de fuertes lluvias. Las regiones también deberán hacer un uso mucho más eficiente del agua cuando esté en el sistema, reduciendo, reutilizando y reciclando siempre que puedan.

También tendremos que depender más de las tecnologías de desalinización y reducir su coste. Entre ellas se incluyen no solo las plantas gigantes de agua de mar que extraen agua potable del océano, sino también otras instalaciones del interior más pequeñas que desalinizan el agua subterránea salobre, tratan las aguas residuales municipales y permiten la reutilización del agua industrial in situ, resalta la profesora de ingeniería civil y ambiental de la Universidad de Stanford y directora de investigación de la Alianza Nacional para la Innovación del Agua, Meagan Mauter.

A medida que las cosas empeoren, es probable que algunas áreas tengan que lidiar con preguntas aún más difíciles sobre dónde deberían trasladarse, desarrollarse o permanecer las granjas, las empresas y las ciudades.

Pero por ahora, decenas de millones de personas que viven en la parte oeste de EE. UU. solo esperan prepararse bien para lo que promete ser un verano muy caluroso, seco y peligroso.

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