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Cambio Climático

La caída y el renacer de la 'start-up' de baterías que enamoró a Bill Gates contada desde dentro

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Aquion Energy conquistó a inversores y analistas con su propuesta de almacenamiento energético en red con baterías hasta que la compañía se declaró en bancarrota el pasado mes de marzo. Ahora, una filial de la empresa China Titans pretende retomar su actividad

  • por James Temple | traducido por Maximiliano Corredor
  • 15 Agosto, 2017

La repentina solicitud de bancarrota de Aquion Energy en marzo dejó a los analistas de la industria preguntándose qué pudo salir tan mal, y tan rápido, en la prometedora start-up de baterías en red. Pero ahora que la compañía ha salido del capítulo 11 [de la Ley de Quiebras de Estados Unidos], el fundador de la compañía, Jay Whitacre, es libre al fin de hablar sobre lo que ocurrió entre bastidores y lo que vendrá a continuación.

En una entrevista exclusiva con MIT Technology Review, Whitacre asegura que la renacida Aquion es una empresa muy diferente y mejor posicionada para triunfar en el brutal negocio del almacenamiento energético (ver ¿Por qué le pasan cosas malas a las 'start-ups' de baterías? La culpa es del capitalismo).

El mes pasado, la compañía fue adquirida en una subasta de liquidación por "una filial conjunta [joint venture] de mayoría estadounidense" estrechamente relacionada con China Titans Energy Technology Group, una compañía de inversiones cotizada en bolsa y centrada en tecnologías para la red eléctrica. La nueva empresa matriz trae consigo fortaleza financiera, experiencia en fabricación y conexiones directas con las grandes operaciones energéticas en China, lo que resuelve, según Whitacre, algunos de los desafíos más importantes a los que se tuvo que enfrentar Aquion en solitario.

Aquion llamó desde un primer momento la atención por desarrollar una batería relativamente barata para redes y microrredes. La empresa prometía abaratar y facilitar la integración de fuentes de energía renovable como la eólica y la solar. La compañía declaró en un principio que esperaba fabricar baterías por menos de 300 dólares por kilovatio hora de capacidad (unos 250 euros por kwh). Para ello, la empresa utilizaba una tecnología que empareja un electrolito de agua salada con un cátodo de óxido de manganeso y un ánodo basado en carbono (véase Una batería para competir con el diésel y el gas). La empresa llegó a recaudar casi 200 millones de dólares (unos 170 millones de euros) de Bill Gates, Kleiner Perkins, Shell y otros inversores. El año pasado, MIT Technology Review la colocó en el puesto número cinco en su lista de 50 empresas más inteligentes.

Pero, según cuenta Whitacre, profesor de ingeniería en la Universidad Carnegie Mellon (EEUU) y exingeniero de baterías de la NASA, la compañía pronto tuvo que hacer frente a una serie de desafíos comerciales. La tecnología funcionaba tal y como se prometió y los ingresos aumentaron poco a poco a medida que la empresa cerraba acuerdos con otras compañías, la mayoría pequeños operadores de la red. Pero gastaba demasiado capital al tratar de aumentar la producción de materiales y baterías. La empresa necesitaba más dinero y con más frecuencia de lo que los inversores de capital de riesgo suelen estar dispuestos a aceptar.

Un desafío colateral, tal y como destacaba MIT Technology Review  en junio, fue el rápido descenso del precio de las baterías de iones de litio, que tumbaron el umbral prometido de Aquion de 300 dólares por kilovatio hora el año pasado. Whitacre y otros investigadores se muestran escépticos de que los precios actuales reflejen los costes reales: sostienen que los grandes fabricantes de baterías están ofreciendo probablemente descuentos importantes a fin de conseguir una mayor cuota de mercado. La propia investigación de Whitacre en el pasado también concluía que la tecnología actual de las baterías presenta serios límites para poder bajar su precio sin avances tecnológicos significativos. Asimismo, muchos investigadores creen que la tecnología de iones de litio simplemente no es la más adecuada para el almacenamiento de energía en red: sus ciclos de vida limitados aumentan notoriamente el coste total a lo largo de su vida útil.

Pero ninguno de esos factores importó mucho a los potenciales inversores de Aquion que veían cómo se desplomaban los precios de la competencia.

"Eso sólo aumenta la percepción del riesgo", dice Whitacre. Según él, el cambio en el mercado provocó que los inversores comenzaran a preguntarse: "¿Por qué invertir en una empresa que no está totalmente escalada, cuando estas otras compañías, que ya lo están, venden a un precio similar?".

Ante estos desafíos, el invierno pasado la compañía llegó a la conclusión de que necesitaba encontrar un comprador y, a poder ser, uno bien grande. "La salida más adecuada para nosotros hubiese sido la adquisición por parte de una empresa multinacional que estuviera interesada en desarrollar nuestra tecnología e incluirla en su cartera de producto u ofrecerla en sus sistemas", defiende Whitacre.

Pero antes de que la compañía pudiera cerrar cualquier acuerdo, su deterioro financiero la llevó a la bancarrota. En el proceso, Aquion cesó la actividad de sus fábricas y despidió a más de 100 trabajadores, lo que provocó una demanda en la que se sostenía que los empleados no habían sido notificados debidamente.

La empresa pasó varios meses reestructurándose con quitas parciales de su deuda y, en resumidas cuentas, haciendo tabula rasa de cara a una posible compra. En la subasta del mes pasado, la filial conjunta de Juline-Titans superó finalmente con una oferta de 9,2 millones de dólares (7,8 millones de euros) a otras tres compañías interesadas. "Están realmente interesadas ​​en hacer de esto una realidad, en hacer de la empresa un conjunto más fuerte", dice Whitacre.

La experiencia de Aquion tiene paralelismos con la de A123, una spin-out de baterías surgida en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) que salió de la bancarrota tras la compra de sus activos por el fabricante de piezas de automóviles chino Wanxiang Group, no sin las objeciones de algunos políticos estadounidenses por la transferencia de capital intelectual obtenido con ayudas federales (ver El acuerdo de A123 en China genera la controversia energética más reciente). La, en comparación, mayor disposición de las empresas chinas y sus filiales para invertir el capital que podría llevar tecnologías prometedoras a la fabricación en serie también plantea dudas sobre el liderazgo industrial a largo plazo de Estados Unidos, donde son de sobra conocidas sus lagunas en lo que a financiación de energías renovables se entiende.

​Aquion continuará operando como una entidad independiente, con sus divisiones de investigación y desarrollo seguramente en Pittsburgh (EEUU). La fabricación, en cambio, podría trasladarse a otra parte, probablemente algún lugar de China. Whitacre asegura que en la actualidad ejerce de asesor de la empresa, aunque no se ha decidido cuál será su rol exacto en el futuro.

Los nuevos patronos, asegura Whitacre, tienen la intención de invertir decenas de millones más para poner a la empresa de nuevo en marcha, restablecer la cadena de suministro y comenzar la producción de baterías dentro de los próximos seis meses. Una vez que eso suceda, el producto contará con una hoja de ruta más clara y directa. La estrategia de ventas original de Aquion era perseguir los diferentes nichos del mercado, ofrecer baterías a pequeños operadores de redes y proyectos renovables, principalmente en países en desarrollo. Sin embargo, la compañía podría vender ahora directamente a las grandes operadoras de la red eléctrica de China, lo que, indica Whitacre, da una "gran ventaja". Según explica, "[las operadoras] pueden insertar nuestras baterías en su línea de productos con la que ya ayudan a integrar las energías renovables [en la red]".

Whitacre sigue convencido de que las baterías de agua salada son una solución prometedora para el almacenamiento de energía en red. Ahora que la tecnología tiene un respaldo financiero estable y acceso a grandes clientes, Whitacre cree que puede bajar los costes más rápido que el ión-litio en los próximos años. "Tiene lo fundamental", dijo. "La trayectoria para hacerlo no es ciencia aeroespacial. Solo se tiene que ejecutar.".

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