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Andy Friedman

Tecnología y Sociedad

Las máquinas nos están alejando de lo que nos hace humanos: la interacción social

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Estamos rodeados y sumergidos en aplicaciones y dispositivos que silenciosamente están reduciendo las interacciones con otras personas mediante robots y telecomunicaciones. Pero la interacción y la cooperación social es lo que nos hace humanos, ¿hacia dónde vamos como especie?

  • por David Byrne | traducido por Maximiliano Corredor
  • 23 Agosto, 2017

Tengo la teoría de que buena parte de la innovación y el desarrollo tecnológico reciente de más o menos la última década tiene una agenda programática tácita. Se trata de crear un mundo con menos interacciones humanas. Esta tendencia no es, sospecho, un error: es una característica. Podríamos pensar que Amazon trataba de hacer que libros que no pudiéramos encontrar localmente estuvieran disponibles para nosotros. Y así fue, y qué idea tan brillante, pero tal vez también trataba de eliminar el contacto humano.

La tecnología de consumo de la que estoy hablando no afirma ni reconoce que eliminar la necesidad de tratar directamente con seres humanos sea su objetivo principal, pero es el resultado de un número sorprendente de casos. De algún modo, estoy planteándome que tal vez sí sea el objetivo principal, incluso aunque se planteara conscientemente. A juzgar por las evidencias, esa conclusión parece ineludible.

Este objetivo sería la nueva norma. La mayoría de las noticias de tecnología con que nos bombardean hablan de algorimos, inteligencia artificial (IA), robots y coches autónomos, y todo se ajusta a este patrón. No estoy diciendo que tales desarrollos no sean eficientes y convenientes. Esto no es un juicio. Simplemente noto un patrón y me pregunto si, al reconocerlo, podríamos darnos cuenta de que es sólo una trayectoria de muchas. Hay otros posibles caminos que podríamos estar siguiendo y en el que estamos no es inevitable o el único: se ha elegido (posiblemente inconscientemente).

No estoy diciendo que muchas de estas herramientas, aplicaciones y otras tecnologías no sean muy convenientes. Pero, en cierto sentido, van en contra de lo que somos como seres humanos.

Soy consciente de que estoy haciendo algunas suposiciones descabelladas y generalizadas, pero puedo afirmar estar, o haber estado, en el bando que se identificaría con el deseo no reconocido de limitar la interacción humana. Crecí feliz pero también encontré extremadamente incómodas muchas interacciones sociales. A menudo me preguntaba si en algún lugar habría unas reglas que no me habían contado, reglas que me explicarían todo. A veces todavía tienen que "explicarme" sutilezas sociales. A menudo me gusta ir solo a un restaurante y leer. No me gustaría tener que hacer eso todo el tiempo, pero no tengo ningún problema con ello, aunque a veces soy consciente de las miradas que dicen: "Pobre hombre, no tiene amigos". Así que creo poder tener una cierta visión de dónde podría venir este impulso tácito.

Desde la mentalidad de un ingeniero, las interacciones humanas pueden ser complicadas, ineficientes, molestas y lentas. Parte de hacer algo "libre de estorbos" es quitar de en medio la parte humana. No es que construir un mundo para acomodar esta mentalidad sea malo, pero cuando uno tiene tanto poder sobre el resto como tiene el sector tecnológico sobre personas que no tienen por qué compartir esa cosmovisión, existe el riesgo de un extraño desequilibrio. El mundo de la tecnología es predominantemente masculino, y mucho. Testosterona combinada con el deseo de eliminar tanta interacción con seres humanos reales como sea posible por el bien de "la simplicidad y la eficiencia". Haced los cálculos, ese es el futuro.

Las pruebas

Aquí hay algunos ejemplos de tecnologías de consumo bastante masivas que permiten menos interacción humana.

Pedidos en línea y entrega a domicilio: El pedido en línea es muy práctico. Amazon, FreshDirect, Instacart, etcétera, no sólo han eliminado las interacciones en las librerías y colas para pagar; han eliminado toda interacción humana de estas transacciones, salvo las recomendaciones en línea (a menudo pagadas).

Música digital: Descargas y streaming. No hay tienda física, por supuesto, por lo que no hay empleados prepotentes y sabelotodo con los que tratar. "¡Menos mal"', podría pensar. Algunos servicios ofrecen recomendaciones algorítmicas, por lo que ni siquiera tienes que hablar de música con tus amigos para saber lo que les gusta. El servicio sabe lo que les gusta y tú también, sin hablar con ellos. ¿Se está eliminando también la función de la música como una especie de lubricante y pegamento social?

Aplicaciones de transporte: Hay una interacción mínima. No hay que decirle al conductor la dirección o la ruta preferida, ni interactuar en absoluto si no se desea.

Coches sin conductor: En cierta forma, si estás saliendo con tus amigos, que uno de vosotros no tenga que ser el que conduce significa más tiempo para charlar. O beber. Muy agradable. Pero la tecnología sin conductor también pretende eliminar a los taxistas, conductores de camiones, conductores de reparto, y muchos otros. Eliminar de aquí a los seres humanos tiene enormes ventajas: en teoría, las máquinas deberían conducir de forma más segura que los seres humanos, por lo que podría haber menos accidentes y muertes. Las desventajas incluyen la pérdida masiva de empleos. Pero ese es otro tema. Lo que se ve aquí es el constante patrón "eliminar al humano".

Pago automatizado: Eatsa es una nueva versión del Automat, un "restaurante" antaño popular sin personal visible. Mi farmacia local ha estado capacitando a su personal para que ayude a los clientes a usar las máquinas de pago que los reemplazarán. Amazon ha estado probando tiendas (¡hasta tiendas de comestibles!) con compras automatizadas. Se llaman Amazon Go. La idea es que los sensores sepan lo que has recogido. Puedes simplemente salir con la compra, que se cargará a tu cuenta, sin ningún contacto humano.

IA: La inteligencia artificial es a menudo (aunque no siempre) mejor en la toma de decisiones que los seres humanos. Por ejemplo, la IA sugerirá la ruta más rápida en un mapa, teniendo en cuenta el tráfico y la distancia, mientras que nosotros como seres humanos seríamos propensos a tomar nuestra ruta de siempre. Pero también están apareciendo otras áreas más sorprendentes en las que la IA es mejor que los seres humanos. Se está volviendo mejor en la detección de melanomas que muchos médicos, por ejemplo. Mucho trabajo legal rutinario pronto será hecho por programas de ordenador, y máquinas hacen ahora las evaluaciones financieras.

Mano de obra robótica: Las fábricas cada vez tienen menos trabajadores humanos, lo que significa que no hay personalidades con las que lidiar, ni problemas con las horas extras, ni enfermedades. El uso de robots evita la necesidad del empleador de pensar en la compensación de los trabajadores, la atención médica, la Seguridad Social y los beneficios de desempleo.

Asistentes personales: Con la mejora en el reconocimiento de voz, cada vez es más fácil hablarle a una máquina como Google Home o Amazon Echo en lugar de a una persona. Las historias divertidas abundan mientras se resuelven los errores. Un niño dice: "Alexa, quiero una casa de muñecas" ... y hete aquí, los padres encuentran una en su cesta de la compra.

Big data: Mejoras e innovaciones en el análisis de cantidades masivas de datos significan que pueden reconocerse patrones en nuestro comportamiento donde antes no se veían. Los datos parecen objetivos, por lo que tendemos a confiar en ellos, y puede que lleguemos a confiar más en las deducciones del análisis de datos de lo que lo hacemos en nosotros mismos y en nuestros colegas y amigos humanos.

Videojuegos (y realidad virtual): Sí, algunos juegos en línea son interactivos. Pero la mayoría los juega una persona conectada al juego en una habitación. La interacción es virtual.

Compraventa automatizada de acciones a alta velocidad: Una máquina que cruza grandes cantidades de datos puede detectar tendencias y patrones rápidamente y actuar sobre ellos más rápido de lo que una persona podría.

MOOC: Educación en línea sin interacción directa del docente.

Medios "sociales": Esta es una interacción social que no es realmente social. Mientras que Facebook y otras plataformas pretenden ofrecer conexión, y de hecho ofrecen la apariencia de la misma, la realidad es que una gran parte de las redes sociales es una simulación de conexiones reales.

¿Cuáles son los efectos de una menor interacción?

Minimizar la interacción tiene algunas repercusiones, algunas buenas, otras no. Los efectos colaterales de la eficiencia, podría decirse.

Para nosotros como sociedad, menos contacto e interacción (interacción real) podrían conducir a menos tolerancia y comprensión de las diferencias, así como más envidia y antagonismo. Como se ha evidenciado recientemente, los medios sociales aumentan las divisiones al amplificarse los efectos de eco y permitirnos vivir en burbujas cognitivas. Nos dan lo que ya nos gusta o lo que le gusta a nuestros amigos con gustos parecidos (o, más probable ahora, lo que alguien ha pagado para que veamos en un anuncio que imita al contenido). De esta manera, en realidad nos volvemos menos conectados, excepto con los de nuestro grupo.

Las redes sociales son también una fuente de infelicidad. Un estudio realizado a principios de este año por dos científicos sociales, Holly Shakya en la Universidad de California en San Diego (EEUU) y Nicholas Christakis en Yale (EEUU), demostró que cuanto más tiempo pasa la gente en Facebook, peor se siente con su vida. Aunque estas tecnologías afirman conectarnos, su efecto, seguramente no intencionado, es que también nos separan y nos hacen sentirnos tristes y envidiosos.

No estoy diciendo que muchas de estas herramientas, aplicaciones y otras tecnologías no sean muy convenientes, inteligentes y eficientes. Yo mismo uso muchas de ellas. Pero, en cierto sentido, van en contra de lo que somos como seres humanos.

Hemos evolucionado como criaturas sociales y nuestra capacidad de cooperar es uno de los grandes factores en nuestro éxito. Yo diría que la interacción social y la cooperación, las que nos hacen ser quienes somos, son algo que nuestras herramientas deben aumentar pero no reemplazar.

Cuando la interacción se convierta en una cosa extraña y desconocida, entonces habremos cambiado quién y qué somos como especie. A menudo, nuestro pensamiento racional nos convence de que gran parte de nuestra interacción puede reducirse a una serie de decisiones lógicas, pero ni siquiera somos conscientes de muchas de las capas y sutilezas de esas interacciones. Como nos dicen los economistas del comportamiento, no nos comportamos racionalmente, aunque pensamos que lo hacemos. Y los Bayesianos nos dirán que la interacción es cómo revisamos nuestra imagen de lo que está pasando y lo que sucederá después.

Yo diría que la democracia también está expuesta a riesgos. Menos interacción, incluso la interacción casual, significa que uno puede vivir en una burbuja tribal. Y ya sabemos a dónde conduce eso.

¿Es posible que una menor interacción humana nos pueda salvar?

Los seres humanos son caprichosos, erráticos, emocionales, irracionales y sesgados en lo que a veces parecen caminos contraproducentes. A menudo parece que nuestra rapidez mental y naturaleza egoísta serán nuestra perdición. Al parecer, hay muchas razones por las que sacar a los humanos de la ecuación en muchos aspectos de la vida podría ser una buena idea.

Pero yo diría que aunque nuestras diversas tendencias irracionales puedan parecer desventajas, muchos de esos atributos realmente funcionan a nuestro favor. Muchas de nuestras respuestas emocionales han evolucionado a lo largo de milenios, y se basan en la probabilidad de que ofrecerán la mejor manera de hacer frente a una situación, la mayor parte de las veces.

¿Qué somos?

El neurocientífico de la Universidad de California en Los Ángeles (EEUU) Antonio Damasio escribió sobre un paciente al que llamó Elliot , que tenía una lesión en su lóbulo frontal que le hacía no sentir emoción. En todos los demás aspectos estaba bien, era inteligente, estaba sano, pero emocionalmente era Spock. Elliot no podía tomar decisiones. Se enrollaría interminablemente con los detalles. Damasio concluyó que, aunque pensamos que la toma de decisiones es racional y mecánica, son nuestras emociones las que en realidad nos permiten decidir.

Siendo los seres humanos algo impredecibles (bueno, hasta que un algoritmo elimine completamente esa ilusión), obtenemos el beneficio de las sorpresas, de coincidencias felices, de conexiones inesperadas e intuiciones. La interacción, la cooperación y la colaboración con otros multiplican esas oportunidades.

Somos una especie social, nos beneficiamos de transmitir los descubrimientos, y nos beneficiamos de nuestra tendencia a cooperar para lograr lo que no podemos solos. En su libro Sapiens, Yuval Harari afirma que esto es lo que nos permitió tener tanto éxito. También explica que esta cooperación fue a menudo facilitada por la capacidad de creer en "ficciones" tales como naciones, dinero, religiones e instituciones legales. Las máquinas no creen en ficciones, o aún no. Eso no quiere decir que no nos sobrepasen, pero si las máquinas son diseñadas para interesarse principalmente por sí mismas, pueden llegar a un punto muerto. Y, mientras tanto, si menos interacción humana nos hace olvidar cómo cooperar, entonces perderemos nuestra ventaja.

Nuestros accidentes aleatorios y comportamientos extraños son divertidos, hacen la vida agradable. Me pregunto qué nos queda cuando hay menos y menos interacciones humanas. Quita a los humanos de la ecuación, y estaremos menos completos como personas y como sociedad.

"Nosotros" no existimos como individuos aislados. Nosotros, como individuos, habitamos en redes, somos relaciones. Así es como prosperamos y medramos.

*David Byrne es un músico y artista que vive en la ciudad de Nueva York (EEUU). Su libro más reciente se llama 'Cómo funciona la música' (How Music Works). Una versión de esta pieza apareció originalmente en su sitio web, davidbyrne.com.

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