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Cambio Climático

Gilbert Metcalf

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Un economista de renombre explica por qué el impuesto sobre las emisiones de CO2 es la mejor estrategia para cortar los gases del efecto invernadero y el uso de combustibles fósiles.

  • por David Rotman | traducido por Rubén Oscar Diéguez para Opinno
  • 25 Diciembre, 2008

Muchos economistas sostienen que por más que le duela a los consumidores, el mejor modo de encarar el cambio climático es ponerle un “precio” al dióxido de carbono y a otras emisiones a base de carbono. De esa manera se encarecen los combustibles fósiles y las fuentes de energía alternativa se vuelven más competitivas.

La CE estableció un programa comercial para las emisiones de carbono en 2005. En Estados Unidos, la propuesta de un programa similar es el centro de la política sobre energía de la nueva administración. Bajo tales programas, una entidad reguladora fija un tope a todas las emisiones de carbono, y se emiten o se subastan permisos de emisión negociables para las industrias. Pero muchos economistas defienden un método mucho más simple: un impuesto al carbono, gravado directamente a la producción de combustibles fósiles.

Durante los últimos años, Gilbert Metcalf, un economista en la Tufts University, ha calculado los costes y consecuencias de una política semejante. Él le explica al editor de Technology Review, David Rotman, por qué es buena idea ponerle un impuesto al carbono.

TR: ¿Cuánto ingreso acumularía el impuesto del carbono en Estados Unidos? ¿Quién sería el destinatario de los fondos?

Gilbert Metcalf: Por un impuesto inicial de $ 15 por tonelada de dióxido de carbono, calculo que el impuesto recaudaría alrededor de $ 85 mil millones anualmente. El dinero iría al Tesoro de los Estados Unidos. Pero la verdadera pregunta es, ¿Qué hace el Tesoro con el dinero? Yo propuse la creación de un impuesto que se acredite sobre el impuesto a las ganancias personales. Eso asegura que no aumentemos la carga de impuestos en conjunto durante esta recesión y que no cargaremos desproporcionadamente a los hogares de bajos ingresos.

TR: ¿Por qué un impuesto al carbono en vez de un programa de intercambio?

GM: Como las empresas planifican inversiones a largo plazo (las centrales de energía duran 50, 60 años o más), necesitan saber que precio van a afrontar para que estas centrales sean competitivas. Con un impuesto, sabemos cuál es el precio; es la tasa del impuesto. Con el intercambio tenemos menos certeza respecto de cuál será el precio. Por ejemplo (en Estados Unidos), estamos viendo cómo desciende el precio del carbono debido a que la demanda de energía cae a medida que se desacelera la economía.

TR: Además de permitir que se obtenga un precio más previsible, ¿qué hace que el impuesto del carbono sea mejor que el esquema del intercambio?

GM: Es mucho más simple. Tanto desde el punto de vista de la eficiencia como del de la administración, el impuesto del carbono es el mejor método. Creo que hay un consenso claro al respecto entre los economistas.

TR: ¿Tendría que pagar el impuesto del carbono en mi factura de electricidad o al cargar combustible?

GM: No. La mejor manera de aplicarle el impuesto al carbono sería gravando el carbón a medida que sale de la tierra. Puedes aplicar el impuesto donde sea más conveniente: en la mina de carbón. Para el petróleo, en las refinerías. Es más fácil abarcar todos los combustibles fósiles con un número menor de contribuyentes. En el sentido administrativo, es muy fácil.

TR: De todos modos, el impacto del impuesto le llegará al consumidor.

GM: Si.

TR: Dado el estado lamentable de la economía, ¿hasta qué punto es políticamente factible un impuesto semejante?

 GM: El momento político favorece al intercambio claramente. La táctica en Washington fue diseñar un sistema de canje que actúe lo más parecidamente posible a un impuesto del carbono pero sin ser un impuesto.

TR: ¿El esquema del intercambio está funcionando realmente en Estados Unidos?

GM: Está empezando a tener sentido. Creo que no será efectivo para alcanzar las metas, es un sistema parcial. Sólo incluye un sector de empresas de electricidad y algo de industria de alto consumo de energía. El sector de transporte ni siquiera figura en el sistema. Ciertamente hay muchas lecciones que aprender del método de los Estados Unidos, pero la lección más importante puede ser cómo NO diseñar un sistema para comercializar las emisiones de CO2.

TR: Con el precio del petróleo tan bajo, el efecto del impuesto del carbono sobre la innovación, ¿se pierde?

GM: Si. La mayoría de las propuestas que le ponen un precio inicial a las emisiones de carbono sólo agregan alrededor de 25 a 40 centavos al precio del galón de gas. La acción verdadera va a estar en el sector del carbón. Ahí tiene un impacto enorme. El sector de transporte es muy importante, algo así como el 40 por ciento de nuestras emisiones derivan de ese sector, pero ese no es el lugar más barato del cual obtener nuestras reducciones de emisión iniciales. El lugar más barato será el sector de las empresas de electricidad y de la industria.

TR: ¿Cuánto le agregará el impuesto al carbono al precio de la electricidad?

GM: Un impuesto de $ 20 por tonelada de dióxido de carbono aumentará un 15 por ciento el coste de la electricidad. Para la electricidad a base de carbón, será mucho más. El precio del carbón aumentará más del doble, alrededor de un 40 por ciento sobre el precio de la energía generada a partir del carbón.

 TR: La recesión económica actual ¿afecta el debate?

GM: La secuela interesante de la crisis económica es que hubo un amorío con el método de intercambio: nosotros creamos estos mercados, creamos estos activos, y dejamos que se inicie la comercialización. Bueno, yo creo que crear este tipo de instrumentos (financieros) perdió su encanto. No sé que significará para el grado de atractivo relativo del impuesto del carbono respecto del de un método de permisos, pero creo que transformaría el impuesto en algo mucho más políticamente atractivo.

Copyright Technology Review 2008

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