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Casey Horner | Unsplash

Cambio Climático

Por qué plantar árboles no basta para resolver la emergencia climática

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Reforestar el planeta al máximo para capturar un volumen de CO2 que compense nuestras emisiones no es viable por varias razones y podría convertirse en un problema si los árboles mueren. Sin embargo, cada vez más líderes como Trump venden la idea como la gran estrategia contra el calentamiento global

  • por James Temple | traducido por Ana Milutinovic
  • 31 Enero, 2020

Podría decirse que sumarse a la iniciativa Trillion Tree (Un Billón de Árboles) se convirtió en el coste de admisión para que la élite global acudiera al Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) de este año (bueno, eso y las decenas de miles de euros que cuesta la entrada). De hecho, la idea de plantar árboles se ha convertido en ese extraño asunto sobre el que incluso Jane Goodall y Donald Trump parecen haberse puesto de acuerdo en el encuentro.

De forma paralela, la semana pasada Axios reveló que el congresista republicano de Arkansas (EE. UU.) Bruce Westerman estaba trabajando en un proyecto de ley denominado Trillion Trees Act que establecería un objetivo nacional en relación con la plantación de árboles (aunque es poco probable que literalmente se acaben plantando un billón de árboles).

Es genial que los árboles vivan su momento de gloria. El mundo debe plantar y proteger la mayor cantidad posible de árboles, para absorber el dióxido de carbono de la atmósfera, proporcionar un hábitat para los animales y restaurar los ecosistemas frágiles. "Los árboles son una respuesta importante, muy visible y muy socializable", destaca el director del programa de investigación sobre la eliminación de dióxido de carbono denominado Iniciativa de Carbono del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore (EE. UU.), Roger Aines.

Pero también es una forma limitada y poco fiable de abordar el cambio climático. Hasta la fecha, nuestro historial de proyectos de reforestación resulta terrible. Para compensar solo una pequeña parte de las emisiones globales, deberíamos plantar y proteger una cantidad enorme de árboles durante décadas. Y los esfuerzos de esos años podrían ser anulados por sequías, incendios forestales, plagas y deforestación en otros lugares.

Quizás el mayor riesgo consiste en que el atractivo de las soluciones que suenan naturales podría hacernos creer que son medidas más significativas de lo que realmente son. "Invita a las personas a ver la plantación de árboles como un sustituto" de los cambios radicales necesarios para evitar que las emisiones de gases de efecto invernadero lleguen a la atmósfera, explica la profesora adjunta de la Escuela para el Futuro de la Innovación en la Sociedad de la Universidad Estatal de Arizona (EE. UU) Jane Flegal.

Para analizar el papel real que los árboles podrían desempeñar en la lucha contra el cambio climático, hay que tener en cuenta varios aspectos.

El tiempo

La semana pasada, la aplicación de compra de viajes Hopper anunció que donaría fondos para plantar cuatro árboles por cada vuelo comprado a través de su servicio.

La empresa estima que un árbol almacena de media casi una tonelada métrica de dióxido de carbono, aproximadamente lo mismo que emite cada pasajero de un vuelo promedio comprado a través de la aplicación. El problema es que para compensar esas emisiones el árbol debería crecer durante 40 años. Dadas las diferentes especies, las condiciones climáticas y otros factores, a cuatro árboles por pasajero, harían falta 25 años de crecimiento para compensar las emisiones proporcionales de cada vuelo.

Por eso, es un error creer que este tipo de programas de compensación de carbono hacen que nuestras acciones se vuelvan en neutras en carbono de forma inmediata. Esa forma de pensar podría incitarnos a seguir emitiendo carbono en un momento en el que las emisiones deben disminuir rápidamente.

Si sumamos los vuelos de cada individuo a cada empresa que intente justificar su funcionamiento habitual plantando unos árboles que no cumplirán su misión hasta dentro de un par de décadas (eso suponiendo que los árboles vivan tanto), veremos que este planteamiento pronto podrá convertirse en un gran problema.

La escala

Para que los árboles desempeñen un papel importante en la situación climática, tendríamos que encontrar espacio para plantar una enorme cantidad. Un informe del año pasado de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EE. UU. estimó que para capturar y almacenar 150 millones de toneladas métricas de carbono al año habría convertir hasta cuatro millones de hectáreas de terreno en bosques en los que nunca se podrían cosechar. Es un área más grande que el estado de Maryland (EE. UU.).

Solo el año pasado, la economía de Estados Unidos produjo alrededor de 5.800 millones de toneladas de emisiones. En ausencia de otras políticas climáticas, esa cifra requeriría una extensión casi 155 millones de hectáreas, más del doble del área del estado de Texas (EE. UU.). El problema consiste en que la mayoría de países no tienen grandes terrenos adecuados disponibles para eso. Y convertirlos en bosques afectaría a la agricultura, a la producción de alimentos, a la tala y a otros usos.

De hecho, un informe de la semana pasada de la Comisión del Cambio Climático concluyó que Reino Unido debería dedicar una quinta parte de sus tierras de cultivo a almacenar carbono, además de muchos otros esfuerzos, para que el país alcance su objetivo de cero emisiones netas hasta 2050.

Dados los límites de espacio, las dificultades económicas y otros factores, el estudio de las Academias Nacionales de EE. UU. estima que la cantidad "factibleamente alcanzable" de eliminación de carbono mediante los bosques en EE. UU. sería de 250 millones de toneladas métricas al año, 1/23 de lo que el país emitió el año pasado.

Plantar un billón de árboles en todo el mundo, suponiendo que la densidad relativa es de unos 2.000 árboles por hectárea, requeriría alrededor de 500 millones de hectáreas. Un  artículo publicado en Science el año pasado, y que ha sido muy debatido, encontró que la cantidad de tierra mundial capaz soportar la cobertura continua de los árboles y que actualmente no está siendo utilizada por la gente roza los 900 millones de hectáreas.

El investigador de la Universidad de California en Los Ángeles (EE. UU.) Jesse Reynolds fue uno de los que cuestionó esas cifras. En su opinión, algunas de esas tierras probablemente se estén usando para el pastoreo de ganado, mientras que otros argumentaron que una gran parte no sería realmente adecuada para la forestación.

Los críticos también cuestionaron las conclusiones más amplias del estudio, que calificó la plantación de árboles como "la mejor solución para el cambio climático disponible en la actualidad". En su opinión, los investigadores sobreestimaron bastante la cantidad de dióxido de carbono que se podría almacenar por hectárea.

El dinero

Existen inherentes y posiblemente insuperables desafíos para calcular con precisión cuánto dióxido de carbono adicional eliminaríamos a través de la forestación. Los estudios y las conclusiones de investigación han encontrado de forma consistente que los programas de compensación de carbono, incluidos los establecidos por la ONU y California (EE. UU.), han sobrestimado drásticamente las reducciones alcanzadas por los árboles y han animado a los propietarios de terrenos a astutas maniobras.

El problema consiste en que las compensaciones de carbono se suelen tratar como una sustitución, otorgando permiso para emitir el mismo nivel al que supuestamente se compensa. Por lo tanto, si las reducciones estimadas se inflan, podríamos acabar emitiendo más de lo que emitiríamos de otra manera.

La permanencia

Resulta especialmente sorprendente ver que tantas partes se están poniendo de acuerdo sobre la plantación de árboles el mismo año que presenciamos esos incendios catastróficos en Australia y la deforestación generalizada en Brasil, señala Flegal. Cuando los árboles y las plantas se mueren, ya sea por incendios o tala o porque simplemente se caen, la mayor parte del carbono atrapado en sus troncos, ramas y hojas simplemente regresa a la atmósfera.

La experta señala: "Limitarse a trasladar el CO2 de la atmósfera a la biosfera terrestre no representa una captura permanente de las emisiones. Los sumideros de carbono podrían convertirse en fuentes muy rápidamente".

Y es probable que ese problema vaya aumentando a medida que las condiciones climáticas se vuelvan más duras en los próximos años. Se espera que las sequías y las temperaturas más altas perjudiquen los bosques y los hagan más susceptibles a las plagas de escarabajos y a grandes incendios.

Una idea seductora

La mayoría de las investigaciones plantean que tendremos que eliminar el dióxido de carbono del aire a gran escala para evitar niveles peligrosos del calentamiento. Y plantar árboles es la forma más barata y fiable que tenemos actualmente para hacerlo a una escala tan grande. Por lo tanto, no hay duda de que necesitamos encontrar mejores formas de alentar, financiar, controlar e implementar los esfuerzos de forestación y preservación en todo el mundo.

Pero el informe anterior de las Academias Nacionales de EE. UU. descubrió que los árboles por sí solos no serían suficientes para cumplir con este papel, conocido como emisiones negativas. Necesitaremos otras soluciones relacionadas con el terreno, como mejores formas de almacenar carbono en el suelo y el concepto aún teórico conocido como bioenergía con captura y almacenaje de carbono. Y si queremos alimentar a la cada vez mayor población mundial, es probable que necesitemos soluciones tecnológicas que no ocupen mucho espacio, como las máquinas de captura directa del aire.

En un escenario de medidas combinadas, los árboles sí pueden y deben desempeñar algún papel en el almacenaje de carbono que ya está en la atmósfera, al menos durante un tiempo. Pero no podemos confiar en los árboles como sustitutos para cumplir la monumental tarea de reducir las emisiones de nuestros sistemas de energía, transporte y agricultura.

Resulta difícil interpretar el repentino entusiasmo de los republicanos por plantar árboles como algo más que un cínico esfuerzo para amortiguar las crecientes demandas de regulaciones e impuestos para lograr esos cambios.

También hay una gran cantidad de temas complicados que se deben considerar, incluido el alto coste de los esfuerzos de forestación a gran escala, las emisiones adicionales que surgen de la plantación y el cuidado de los árboles, y el hecho de que la cobertura forestal podría absorber el calor y aumentar el calentamiento hasta cierto grado.

Lo que pasa es que la gente quiere que los árboles sean capaces de resolver nuestro problema. Las soluciones que parecen naturales resultan mucho más atractivas que las tecnológicas. Evitan inquietantes y costosos compromisos como asociados a las plantas de gas natural con sistemas de captura de carbono, las centrales nucleares y las líneas de transmisión de larga distancia.

Por lo tanto, la gente y las publicaciones de todo el espectro político se inclinarán por aceptar el mito de que los árboles nos salvarán, y aquellos que quieren detener o limitar los esfuerzos más efectivos lo usarán con mucho gusto.

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