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Cambio Climático

Un plan de 100 años para los residuos nucleares

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Un estudio del MIT sostiene que mantenerlos en depósitos temporales durante décadas, en vez de enterrarlos permanentemente, tiene muchos beneficios.

  • por Kevin Bullis | traducido por Joan Minguet (Opinno)
  • 02 Mayo, 2011

Según un nuevo estudio del MIT, Los Estados Unidos deberían planificar almacenar el combustible nuclear gastado en piscinas de enfriamiento y en barricas de acero y hormigón durante 100 años mientras deciden cómo hacerse cargo de ellos a largo plazo. El almacenamiento temporal del combustible gastado, sostiene el estudio, es en varias maneras mejor que el traslado inmediato a una instalación de almacenamiento subterráneo permanente en instalaciones como la propuesta en la Montaña Yucca.

El informe se ha hecho público poco después del desastre de la planta nuclear de Fukushima en Japón, donde el combustible almacenado fue una de las principales fuentes del material radiactivo que se escapó al medio ambiente. Además, llega en un momento en que, de nuevo, hay muchas personas preocupadas por la enorme cantidad de residuos nucleares acumulándose en las plantas nucleares de todo el país.

En los Estados Unidos, cuando la mayoría de las plantas nucleares fueron construidas, el plan era volver a procesar el combustible, recuperando el material que podría utilizarse para generar más electricidad. Como resultado, los diseñadores de las plantas incluyeron sólo el espacio de almacenamiento suficiente para acumular una cantidad aproximada correspondiente a 10 años de combustible. Cuando, por múltiples razones, la idea del reprocesamiento fue abandonada, el gobierno federal asumió la obligación de disponer del combustible—pero hasta el momento no lo ha hecho. La cuestión de qué hacer con el combustible gastado antes de enviarlo a un almacén permanente "ha sido francamente algo que no se ha pensado hasta el último momento", señala Ernest Moniz, director de la Iniciativa de Energía del MIT y uno de los autores del informe. Después de décadas de operación, muchas plantas se han quedado sin espacio y están recurriendo a soluciones ad hoc para tratar el combustible gastado.

El informe sostiene que un programa sistemático consistente en mover primero el combustible gastado a unas piscinas de almacenamiento y seguidamente a unos grandes contenedores de hormigón y acero llamados cascos secos en una instalación de almacenamiento central tendría muchas ventajas frente al enfoque desorganizado actual, y también frente al traslado rápido a un emplazamiento de almacenamiento permanente. El combustible gastado contiene grandes cantidades de material que puede ser extraído mediante tecnologías de reprocesamiento y, a continuación, ser usado para generar más electricidad. En este momento, en que el uranio es barato, indican los autores, hacer eso no tiene sentido económico en los Estados Unidos. Sin embargo, a medida que la tecnología avance, el reprocesamiento podría volverse más barato. El combustible almacenado en los cascos secos de un almacén central podría ser fácilmente recuperado y reprocesado. En este escenario, el combustible gastado pasaría de ser un residuo a ser una gran fuente de energía comparable a la reserva estratégica de petróleo, destaca Andrew Kadak, investigador adjunto del MIT, quien trabajó en el informe. Almacenar el combustible en cascos secos durante varias décadas también permitiría que éste se enfriara hasta el punto que podría ser almacenado de forma segura en una instalación de almacenamiento permanente más pequeña y más barata que las previstas actualmente.

Hasta la fecha, la falta de un plan claro para el almacenamiento temporal de combustible ha creado una situación en la que grandes cantidades de materiales radiactivos se están almacenando en las piscinas de refrigeración de los reactores nucleares y el almacenamiento en estos emplazamiento es potencialmente vulnerable a los desastres naturales y a los atentados terroristas. En Fukushima, al menos una de las piscinas de refrigeración perdió agua, permitiendo que el combustible gastado se sobrecalentara y liberara material radiactivo. Esto ha llevado a algunos expertos a pedir que, en los Estados Unidos, el combustible gastado sea retirado con mayor rapidez de las piscinas de enfriamiento y colocado en cascos secos que no requieren agua para mantener su temperatura, solamente aire circulando naturalmente.

Otros, incluyendo Kadak, responden que siempre habrá la necesidad de utilizar piscinas de refrigeración, ya que el agua de refrigeración es importante para eliminar el calor del combustible gastado que ha sido recientemente retirado de un reactor. Se tarda unos cinco años en enfriar el combustible gastado lo suficiente como para ser almacenado en cascos seco. (Trasladar los residuos antes sería prohibitivamente caro.) El traslado del combustible viejo supondría una mejora muy pequeña de la seguridad de las zonas de refrigeración con agua, opina Kadak, puesto que este combustible ya se ha enfriado lo suficiente para no requerir agua. Kadak afirma que lo que se necesita, en vez de trasladar antes el combustible a cascos secos, son sistemas de seguridad que puedan suministrar agua de refrigeración de forma fiable, incluso si las piscinas tienen fugas y no se dispone de electricidad para bombear agua.

El informe recomienda destinar 1 billón dólares a ayudas para la investigación, una cantidad que supondría doblar la financiación actual en materia de energía nuclear, en parte para garantizar que los residuos nucleares se puedan almacenar de forma segura en cascos secos durante un intervalo de 100 años.

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