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Cambio Climático

Una superabundancia de gas natural frena a las nucleares

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Las perspectivas son poco halagüeñas en Estados Unidos y complicadas en otros países.

  • por Martin Lamonica | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 10 Agosto, 2012

El renacimiento nuclear corre el riesgo de acabarse antes de empezar, pero no por los motivos que todos creían. No es por los problemas de seguridad o por la cuestión del almacenamiento de los residuos nucleares. El principal inconveniente es la disponibilidad de grandes cantidades de gas natural barato.

El mes pasado Jeffrey Imelt, consejero delegado de General Electric (GE, por sus siglas en inglés), armó un revuelo al declarar al Financial Times que “resulta difícil justificar la energía nuclear” con el gas a unos precios tan bajos. Los comentarios de Imelt tienen mucho peso porque GE vende toda clase de equipos generadores de energía, entre ellos, componentes para plantas nucleares.

El gas natural barato se ha convertido en el combustible preferido de las plantas eléctricas, lo que hace que sea difícil convencer a las eléctricas de la necesidad de construir nuevas y caras plantas nucleares. Estados Unidos tiene gas natural en abundancia en gran medida gracias a la perforación horizontal y a la tecnología de fractura hidráulica, que permite a los perforadores extraer gas de depósitos de esquistos bituminosos a los que antes resultaba complicado acceder. En 2008 el precio del gas se acercaba a 13 dólares por millón de BTU (unos 10 euros), pero ahora los precios han caído hasta los 3 dólares (unos 2,4 euros).

Con los precios del gas al alza, había unos 30 proyectos de plantas nucleares en distintas fases de desarrollo en Estados Unidos. Ahora el Instituto de Energía Nuclear calcula que se construirán como mucho cinco plantas de aquí a 2020 y solo porque hubo condiciones de financiación favorables y la posibilidad de pagar la construcción a costa de la factura eléctrica de los consumidores actuales. Dos reactores que se están construyendo en Georgia, por ejemplo, han seguido adelante gracias a la ayuda de un aval de 8.330 millones de dólares (unos 6.600 millones de euros) del Departamento de Energía de Estados Unidos.

Resulta difícil predecir qué sucederá cuando se acaben esos proyectos ya planificados. “La pregunta es si veremos más nucleares”, sostiene Revis James, director de investigación y desarrollo de generación en el Instituto de Investigación de la Energía Eléctrica. “Las perspectivas no son buenas”.

Fuera de Estados Unidos la historia cambia. La expansión de las nucleares también se ve amenazada por fuentes no convencionales de gas natural, aunque el impacto potencial es menos evidente. En la actualidad se están construyendo 70 plantas nucleares en todo el mundo, pero el gas de esquisto también es un factor clave en la planificación hacia el futuro. El precio del gas natural es todavía más alto en Asia y Europa y la extracción de gas de esquisto no está tan desarrollada como en Estados Unidos.

Además algunos países bloquean la explotación de nuevas fuente de gas. Francia, por ejemplo, que está muy comprometida con la energía nuclear, ha prohibido la fractura hidráulica en las prospecciones que buscan gas de esquisto, por miedo al posible impacto medioambiental.

Mientras tanto, el rápido ritmo de crecimiento de China hace que el país necesite todas las fuentes de energía disponibles y se están construyendo plantas nucleares a toda velocidad.

Evidentemente, incluso en Estados Unidos, el gas natural barato no durará para siempre. Ahora que la oferta supera a la demanda se comenta que algunos perforadores pierden dinero con el gas natural, lo que podría hacer que volvieran a subir los precios. Estos también subirán debido a que las plantas eléctricas dependerán cada vez más del gas natural para generar electricidad, según James.

Ali Azad, jefe de desarrollo de negocio en la empresa energética Babcock & Wilcox, cree que la respuesta está en hacer que la energía nuclear sea más pequeña, barata y rápida. La suya es una de entre un puñado de empresas que están desarrollando pequeños reactores modulares que se pueden construir en tres años -en vez de en los 10 o más que lleva normalmente construir un reactor- y por una fracción del coste de los reactores que generan gigavatios. Aunque esta tecnología aún no se han probado comercialmente, la empresa tiene un cliente en la eléctrica de Tennessee Valley, que espera tener su primera unidad en funcionamiento en 2021.

“Cuando lleguemos, tendremos un precio equilibrado de energía en la red, que compita favorablemente con las nuevas plantas de ciclo combinado de gas natural cuando los precios del gas estén entre los 6 y los 8 dólares (entre 4,8 y 6,6 euros)", explica Azad. Él prevé una fuerte demanda en sitios como China, que necesita mucha energía, y Arabia Saudí, donde hace falta energía eléctrica para la desalinización.

Aunque el gas natural siga siendo barato, las plantas eléctricas no quieren depender demasiado de él, porque su precio ha sido volátil en el pasado, así que la energía nuclear seguirá contribuyendo al total de energía que se utilice. “Las eléctricas siguen adelante con la energía nuclear, pero con mucho menos entusiasmo: es una estrategia de prevención”, afirma Hans-Holger Rogner, de la Sección de Planificación y Estudios Económicos de la Agencia Internacional de la Energía Atómica. “No quieren jugárselo todo a una única carta por el nuevo que acaba de llegar, el gas de esquisto”, concluye.

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