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Cambio Climático

¿La película solar fina ha muerto?

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A pesar de los problemas que están teniendo muchas start-ups, la tecnología podría tener un futuro sorprendentemente brillante.

  • por Kevin Bullis | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 12 Octubre, 2012

Cuando la semana pasada el gigante energético chino Hanergy decidió comprar Miasole, una empresa de película solar fina con sede en Silicon Valley, por menos de una décima parte de lo que ha invertido el capital riesgo en la compañía, puede que estuviera haciendo una jugada muy inteligente. A pesar de que parece que los paneles solares de película fina no tienen ninguna esperanza de competir con los convencionales de silicio en las condiciones de mercado actuales, es posible que la tecnología aún tenga futuro por delante.

En los últimos años, el precio de los paneles de silicio convencionales ha caído más rápido de lo que se esperaba y las start-ups de película fina, hasta ahora grandes promesas, están quebrando, retrasando sus planes de fabricación o siendo compradas por empresas asiáticas por muy poco dinero. (Además de Hanergy, TFG Radiant, SK Innovation, Taiwan Semiconductor y algunas otras han comprado o tienen grandes participaciones en este tipo de empresas).

Algunos analistas creen que las empresas que están comprando estos chollos saben lo que hacen. Las condiciones de mercado que han impedido que las empresas de película fina puedan competir quizá no duren: cuando aumente la demanda y llegue el momento de volver a construir fábricas de paneles solares, según arguyen, la tecnología puede tener una ventaja significativa porque, para plantas de tamaño parecido, podría costar mucho menos construir una fábrica de película fina que una de paneles convencionales.

Una planta de película fina de un gigavatio costaría de 350 a 450 millones de dólares (de 270 a 350 millones de euros), frente a los mil millones de dólares (unos 775 millones de euros) que cuesta una planta de silicio convencional, explica Travis Bradford, profesor de la escuela de relaciones internacionales de la Universidad de Columbia (EE.UU.) y presidente del  Instituto Prometheus para el Desarrollo Sostenible, una empresa investigadora sin ánimo de lucro. (El cálculo de los costes variará dependiendo de lo que incluya la planta. Por ejemplo, si se añade el coste de producir polisilicio, el equivalente a la materia prima que usan las plantas de película fina, el coste de capital para una planta de silicio se dispara hasta los 2.000 millones de dólares o más, afirma, pero la mayoría de los fabricantes compran el silicio a grandes proveedores).

Hasta ahora, las empresas que poseen la tecnología de película fina potencialmente más barata solo han construido fábricas relativamente pequeñas que cuestan bastante más por vatio que las grandes, y construir fábricas más grandes no tiene sentido en el mercado actual. (Solyndra, la empresa de película fina que fracasó, estaba construyendo una planta grande, pero contaba con una tecnología muy cara, incluyendo paneles solares con una curiosa forma de tubos). First Solar, con mucho la empresa de película fina más exitosa, ha construido plantas grandes, pero los nuevos tipos de tecnologías de película fina pueden ser más baratos y eficientes).

Las start-ups no pueden permitirse esperar hasta que mejoren las condiciones de mercado. Pero empresas grandes como Hanergy quizá puedan esperar hasta que el mercado mejore y entonces construir una gran planta capaz de competir con el silicio convencional. “Hanergy se ha gastado 30 millones de dólares (unos 23 millones de euros) para conseguir Miasole”, explica Bradford. “Les costará varios cientos de millones más construir una fábrica grande y lanzar la tecnología. Pero si tiene razón, tienen activos que valdrán miles de millones de dólares más adelante. Esa es su apuesta”.

Sin embargo, esperar a que cambien las condiciones del mercado es una estrategia arriesgada. Ahora mismo el mercado está inundado de paneles solares, la capacidad de producción actual basta y sobra para satisfacer la demanda y eso ha bajado los precios hasta el punto de que muchos fabricantes están vendiendo con pérdidas. No queda claro cuánto tardará en cambiar esta situación. Elegir el mejor momento para construir las fábricas de película fina será difícil. Mientras tanto, los fabricantes de paneles convencionales de silicio siguen bajando el coste de sus paneles solares y mejorando su eficiencia. Y no existe ninguna garantía de que los nuevos paneles de película fina rindan como se espera cuando se produzcan a gran escala, o que los objetivos de costes se cumplirán.

Una opción podría ser que las grandes empresas desarrollaran y construyeran sus propias plantas de energía solar. Es el modelo que emplea First Solar y parece ser el modelo que está adoptando Hanergy.

Pero muchos analistas se muestran escépticos respecto a que la película fina pueda competir con el silicio, dada la abrumadora ventaja en producción a gran escala del primero. La película fina pudo haber tenido una oportunidad, pero se ha tardado demasiado en llegar a la producción a gran escala y bajar los costes, según Jenny Chase, gerente del Equipo de Investigación Solar en Bloomberg New Energy Finance. “Ese barco ya zarpó”, afirma. Sus previsiones son que las empresas de película fina tengan éxito solo en mercados nicho, como aplicaciones donde se necesitan paneles solares muy ligeros o flexibles.

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