.

Cambio Climático

¿Hay alguien que entienda qué es la geo-ingeniería?

1

Es posible que se necesiten llevar a cabo investigaciones para evaluar alternativas que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero.

  • por Kevin Bullis | traducido por Francisco Reyes (Opinno)
  • 23 Abril, 2009

Durante más de una ocasión a lo largo de las últimas semanas, el consejero de ciencia del presidente Obama, John Holdren, ha hecho público su apoyo a la investigación en geo-ingeniería, un controvertido método para afrontar el cambio climático que se basa en proyectos de ingeniería a gran escala diseñados para bajar la temperatura en la Tierra en caso de que los esfuerzos por reducir las emisiones de carbono no sirvan para detener el calentamiento global.

No está claro que las ideas personales de Holdren se acaben imponiendo en la Casa Blanca, aunque el inicio de investigaciones sobre geo-ingeniería coordinadas a nivel federal supondrían un marcado cambio respecto a las políticas actuales acerca de este tema. Hoy día apenas se invierte en este tipo de investigación, y no se han dado esfuerzos coordinados para evaluar el beneficio o riesgo potencial de los distintos métodos propuestos. Esto se debe, en parte, a que muchos expertos han descartado la geo-ingeniería por completo, basándose en que pueden producirse efectos secundarios inesperados. La postura de Holden, sin embargo, refleja la forma de pensar de un cada vez mayor número de investigadores que afirman que un crecimiento continuado de los niveles de emisión de dióxido de carbono y la falta de una respuesta política eficaz contra el calentamiento global podrían hacer que la geo-ingeniería fuera necesaria.

A grandes rasgos, los esquemas de la geo-ingeniería se dividen en dos categorías: aquellos destinados a eliminar cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera y aquellos pensados para ensombrecer la tierra y reflectar la luz solar de vuelta al espacio, con lo que la temperatura bajaría. Algunos investigadores, por ejemplo, han propuesto sembrar partículas de hierro en los océanos para así fertilizar las algas devoradoras de dióxido de carbono. Otros, entre los que se incluyen el Premio Nobel Paul Crutzen, han sugerido la inyección de partículas sulfurosas en las capas más altas de la atmósfera, y así bloquear una pequeña fracción de la luz del sol que alcanza la Tierra. Otras propuestas van desde las más simples—pintar los techos de blanco para reflejar la luz—hasta las más costosas: la colocación de parasoles en el espacio.

Para que sean efectivos, estos esquemas tendrían que ser puestos en marcha a nivel masivo y, hasta ahora, los investigadores no poseen los datos experimentales ni los modelos computacionales necesarios para determinar cómo afectarían a los ecosistemas o a los patrones del clima en el mundo. Esta incertidumbre se agrava por el hecho de que los científicos tienen un conocimiento muy escaso sobre cómo se relacionan los sistemas naturales con el dióxido de carbono. Cerca de la mitad del dióxido de carbono que emiten los combustibles sólidos y otros tipos de actividad humana son absorbidos por las plantas y el océano, aunque los científicos no saben con precisión la form en que esto ocurre ni si seguirá ocurriendo en el futuro.

Sin este conocimiento del funcionamiento del sistema natural, es difícil predecir los cambios que estos esquemas producirían—algo que reconocen incluso los que están a favor de la geo-ingeniería. John Latham, investigador asociado de categoría senior en el Centro Nacional de Investigación Atmosférica, en Boulder, Colorado, señala que es necesario llevar a cabo más estudios para así poder entender las consecuencias imprevistas de todos los métodos propuestos de geo-ingeniería, incluyendo el suyo propio. El plan de Latham consiste en pulverizar unas finas capas de agua marina a través de unos barcos propulsados por energía eólica; esta neblina producida por el agua incrementaría la refractancia de las nubes más bajas, y por tanto ayudaría a ensombrecer la Tierra. Aunque también admite que todo esto podría causar cambios en las precipitaciones, y en potencia podría provocar sequías. Latham afirma que es necesario llevar a cabo experimentos a gran escala, así como mejores modelos computacionales para entender mejor los efectos potenciales de su idea. Si estos experimentos y modelos sugiriesen la aparición de problemas, “deberíamos dejar a un lado el esquema, a no ser que encontremos la forma de arreglarlo.” Sin embargo, a día de hoy todos estos tipos de tests aún no han podido realizarse. “El problema es,” señala Latham, “con una o dos pequeñas excepciones, que no existen los fondos necesarios.”

David Victor, miembro del Programa para la Energía y el Desarrollo Sostenible, en la Universidad de Stanford, fue más seco a la hora de describir la situación. “A pesar años de especulaciones y rumores, la cantidad de trabajos de investigación sobre la geo-ingeniería que han podido ser revisados por la comunidad científica es significativamente baja,” señaló por escrito. “Prácticamente, la comunidad entera de científicos geo-ingenieros podría caber sin problemas en una sola sala de seminarios de universidad, y todas las publicaciones editadas acerca del tema se podrían leer en el curso de un vuelo transatlántico.”

Se han aplicado pequeñas cantidades de fondos federales para la investigación en geo-ingeniería, pero estas cifras palidecen en comparación con los miles de millones que se invierten en otros tipos de investigación y desarrollo como parte del paquete de estímulo federal de este año (3.400 millones serán invertidos en iniciativas para capturar el dióxido de carbono de las plantas y enterrarlo bajo tierra). Desde 1998 hasta 2005, el Departamento de Energía ha patrocinado investigaciones sobre la fertilización con hierro, habiendo gastado unos 25 millones de dólares a lo largo de ese periodo. Finalmente, este método demostró no ser tan prometedor. Según el DOE, solo “una muy pequeña porción” del dióxido de carbono absorbido por el fitoplácton fertilizado se acabó asentando en el fondo del océano, lugar donde el carbono se habría quedado almacenado de forma más o menos permanente, así que el proceso de investigación fue abandonado.

Se han invertido unos cuantos millones de dólares más en investigar otros esquemas, tales como el incremento del dióxido de carbono que el pasto varilla y los álamos almacenan en el suelo, un método que podría incrementar la captura natural del carbono en varios miles de millones de gigatones al año—una gran parte de las emisiones de carbono de la quema de combustibles fósiles. Han aparecido otros proyectos, incluyendo aquellos que estudian cómo mejorar la absorción de dióxido de carbono por parte de las rocas. Sin embargo, no se han dado ningún tipo de esfuerzos combinados para revisar los distintos métodos o para financiar pruebas a gran escala.

En 2006, Holden dejó por escrito que “los métodos de ‘geo-ingeniería’ tenidos en cuenta hasta ahora parecen estar afectados por una combinación de costes elevados, poco apoyo y grandes probabilidades de que se produzcan efectos secundarios de gravedad.” Recientemente, Holden volvió a reafirmarse en estos puntos.

Sin embargo, es evidente que cree que estos proyectos tienen que ser estudiados con seriedad, en caso de que el calentamiento global obligue a los gobiernos a colocar medidas drásticas sobre la mesa. “El cambio climático está ocurriendo más rápidamente de lo que nadie había previsto,” afirmó Holden en un foro reciente en el MIT. “Si el nivel de desesperación es lo suficientemente alto, es posible que demos una oportunidad a la geo-ingeniería para que ayude a enfriar el planeta, y es posible que inventemos una tecnología para limpiar los gases de efecto invernadero directamente de la atmósfera.” En un reciente correo electrónico que envió al New York Times, señaló que si eso ocurre, necesitaremos comprendermejor cómo funcionan todos esos esquemas.

Cambio Climático

  1. La paradoja de la reducción del dióxido de azufre sobre el cambio climático

    A medida que el aire se vuelve más limpio, el mundo también pierde un importante efecto refrigerante.

    Un gran carguero de contenedores surca el océano
  2. Prolongar la vida útil de los reactores nucleares para limpiar la red eléctrica

    Un parque nuclear envejecido aún puede contribuir a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero

    Un turbogenerador en el Centro Energético de Indian Point de 2021
  3. El incierto futuro de la geoingeniería solar tras el fracaso del experimento de Harvard

    Algunos observadores sostienen que el fin de SCoPEx debería marcar el final de tales propuestas. Otros afirman que cualquier experimento futuro debería desarrollarse de forma muy distinta

    Un diagrama del globo SCoPEx tachado con una "X" roja flota sobre un fondo azul con partículas negras