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Cambio Climático

Una nueva red eléctrica costosa e innecesaria

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Un sistema nacional interestatal para la distribución eléctrica puede que acabe siendo un caro despilfarro.

  • por Kevin Bullis | traducido por Francisco Reyes (Opinno)
  • 14 Julio, 2009

Los expertos en energía normalmente están de acuerdo con que la red eléctrica de Estados Unidos necesita ser actualizada para que el país incremente el uso de fuentes de energía renovables tales como la eólica, así como para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, los planes para construir nuevas líneas de alto voltaje que lleven la energía eólica desde la parte central a las costas, donde se localiza la mayor demanda, podrían acabar siendo caros e innecesarios, además de evitar que prestemos atención a otras necesidades más urgentes, según afirman algunos expertos.

La creación de una nueva red eléctrica, que se ha vinculado al Sistema de Autopistas Interestatales construido en los años 50, es algo han estado proponiendo grupos como el Centro para el Progreso Americano, un think-tank con sede en Washington, y AEP, una gran compañía de suministro eléctrico; algunos elementos de este plan han sido incluidos en la legislación federal reciente. Según esta visión, las nuevas líneas de transmisión de alto voltaje, con un coste de miles de millones de dólares, se construirían a lo largo del país, aumentando el mosaico actual de líneas de transmisión de forma similar al modo en que el Sistema de Autopistas Interestatal construyó nuevas carreteras de alta velocidad sobre la red de autopistas ya existente. Sin embargo, un plan como este “es sólo un sueño,” afirma Paul Joskow, presidente de la Fundación Sloan y profesor de economía del MIT. “Resulta muy caro. Es contencioso a nivel político. Finalmente, creo que es mejor gastar el dinero en otras cosas.”

En vez de eso, lo que se necesita es mejorar las transmisiones de electricidad a nivel local y regional, el desarrollo de una red inteligente eficiente y adaptable, y la manifestación de tecnologías como la de captura y secuestro de carbono, que podrían resultar una forma más económica para reducir las emisiones de dióxido de carbono que transmitir la energía desde Dakota del Norte a la Ciudad de Nueva York.

Las líneas de transmisión locales y regionales son necesarias para llevar la electricidad eólica al mercado, puesto que la mayoría de las granjas están localizadas en áreas remotas sin las conexiones a la red necesarias. De hecho, la semana pasada, el inversor T. Boone Pickens afirmó que va a detener su granja eólica de cuatro giga-vátios en Texas, en parte debido a la falta de líneas de transmisión para llevar la electricidad desde las granjas a los centros urbanos. Además, Steven Specker, presidente y director del Instituto de Investigación de la Energía Eléctrica, afirma que la falta de este tipo de transmisiones es el mayor obstáculo a superar para el crecimiento de las energías renovables.

Sin embargo, las líneas de transmisión nacionales son otra historia: tendrían que enfrentarse a un gran número de obstáculos y puede que no sean del todo necesarias. A diferencia de los proyectos de transmisión locales y regionales, donde los mecanismos de regulación están ya instituidos para distribuir los costes de la construcción, no está claro quién acabaría pagando la red nacional. También podría darse cierta resistencia por parte de algunos estados entre las granjas solares y las costas, que tendrían que deshacerse de tierras para que pasasen por ellas las líneas, sin por eso beneficiarse de la electricidad que transportasen. Además, algunos políticos han bloqueado estas líneas puesto que la electricidad eólica de Dakota del Norte podría suponer una amenaza para compañías eólicas locales en lugares como Nueva Inglaterra.

Un sistema nacional como este también resultaría muy caro. Un estudio llevado a cabo por la compañía de suministro AEP sugiere que un nuevo sistema nacional de 19.000 millas de líneas de alto voltaje costaría 60 mil millones de dólares. No está claro si los costes de un sistema como tal resultarían competitivos con otros métodos para reducir las emisiones, afirma Steven Hauser, vicepresidente de integración de redes en el Laboratorio Nacional de Energía Renovable, en Golden, Colorado. “Puede que sea efectivo a nivel de costes construirla desde Dakota del Norte hasta Chicago; construirla desde Boston hasta Los Angeles puede que no lo sea,” advierte. “Desde el punto de vista del coste, ¿dónde está localizado el punto a partir del cual no hay marcha atrás?”

Además, los avances en la tecnología podrían cambiar los factores económicos en los que se basa el proyecto y hacer que el proyecto de transmisión de electricidad eólica a larga distancia acabara resultando obsoleto. Por ejemplo, las granjas eólicas mar adentro podrían localizarse a sólo una docena de millas de las principales ciudades y suministrar energía eólica más barata y más fiable que la de las granjas en tierra firme.

Hauser señala que, finalmente, crear líneas de alto voltaje desde la región central de los EE.UU. hasta el resto del país es algo innecesario. Es más importante crear una red que sea más inteligente. Equipar a las líneas de transmisión, las redes de distribución y los aparatos eléctricos en los hogares y negocios con sensores y controles que puedan comunicarse de forma remota con operadores de red, podría reducir la demanda de electricidad, permitir que las líneas actuales soportasen más electricidad y facilitar la integración de la energía eólica y de otras tecnologías de energía renovables intermitentes.

A día de hoy, los operadores de red disponen de poca información acerca de las condiciones en tiempo real de la red, y no tienen control sobre la demanda. Con el uso de una red inteligente, la energía se podría redirigir rápidamente como respuesta a los incrementos y descensos de la energía eólica. Los operadores sabrían la temperatura que están alcanzando las líneas de transmisión, permitiéndoles tomar decisiones con más precisión acerca de cuánta electricidad pueden transportar. Por otro lado, los consumidores podrían programar sus hogares para utilizar menos electricidad durante los momentos de mayor demanda, reduciendo así la necesidad de construir nuevas plantas.

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