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Biotecnología

Google se cuela en las heces, el sueño y hasta las lágrimas de 10.000 voluntarios

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Su filial de salud les monitorizará durante años para encontrar nuevos patrones para predecir y tratar enfermedades. Se trata del estudio de salud más ambicioso y complejo realizado hasta la fecha y podría revolucionar nuestra comprensión sobre el cuerpo humano

  • por Antonio Regalado | traducido por Teresa Woods
  • 09 Mayo, 2017

Google ya lo sabe todo sobre nuestros hábitos y gustos en internet. Ahora, su spin-off de salud, Verily, está pidiendo datos corporales íntimos a 10.000 estadounidenses.

La empresa acaba de lanzar una página web que marca el nacimiento de su principal iniciativa, el Proyecto Baseline, un estudio de varios años de duración que podría costar cerca de 100 millones de euros. Su objetivo será buscar pistas capaces de predecir las enfermedades cardíacas y el cáncer.

Los participantes voluntarios deben someterse a un régimen de pruebas y monitorizaciones físicas sin precedentes. Tendrán que llevar un reloj rastreador cardíaco que medirá su pulso y registrará sus movimientos en tiempo real y también deberán seguir un detallado estudio de imágenes de rayos X y escaneos cardíacos. Sus genomas serán decodificados y su sangre se analizará mediante biopsias líquidas, que podrían facilitar una detección temprana del cáncer.

Cada voluntario será monitorizado durante cuatro años. Y dado que conseguir la lista requerida de 10.000 participantes llevará tiempo, podría hacer falta una década para completar todo el estudio. "Nadie ha hecho este tipo de inmersión profunda con tantos individuos. Nunca se ha probado este nivel profundidad", afirma el investigador médico de la Universidad de Stanford (EEUU) Sanjiv Sam Gambhir, que participa el proyecto.


Foto: La directora médica de Verily, Jessica Mega.

Baseline fue el proyecto inicial de Verily, anteriormente conocida como Google Life Sciences. Pero la iniciativa, que se anunció por primera vez en 2014, ha resultado tan compleja que han hecho falta dos años y medio para organizarla. Entre sus objetivos, destaca el de descubrir nuevos predictores biológicos de las enfermedades, más allá de los ya conocidos como la relación entre la glucosa y la diabetes.

La directora médica de Verily, Jessica Mega, detalla: "Necesitamos seguir buscando señales que puedan ser accionables. Y también desarrollar infraestructuras para poder hacerlo. Esas herramientas serán importantes para el ecosistema de los cuidados médicos. Estamos creando la infraestructura para abordar conjuntos de datos de salud más grandes".

Mega rehusó decir cuánto costará el estudio, pero es probable que resulte extraordinariamente caro. Los acuerdos existentes incluyen pagos de al menos 13,5 millones de euros a la Universidad de Stanford y de otros casi 31 millones de euros a la Universidad de Duke (EEUU), dos de los centros que reclutarán pacientes. La propia Verily ejecutará gran parte de las pruebas moleculares, incluida la secuenciación del ADN de los participantes. Sobre la inversión, Gambhir explica: "No se nos permite hablar de los costes. Pero es uno de los motivos que más ha dificultado el proyecto y también una de las razones de que no haya ningún proyecto previo similar".

El estudio también recolectará muestras de heces, saliva y hasta lágrimas de los voluntarios. El régimen inicial de imágenes y pruebas médicas durará dos días completos para algunos participantes. Además del reloj, los participantes dispondrán de un circuito electrónico que colocarán debajo de sus colchones para grabar sus patrones de sueño. Además, habrá un dispositivo del tamaño de un router en sus hogares que transmitirá los datos del sueño a los servidores de Google. Para poder formar parte del estudio los voluntarios también tendrán que ceder sus historiales médicos a Verily.

Los expertos dicen que un conjunto de datos tan exhaustivo sobre tantas personas podría resultar valioso, pero que las mediciones en tiempo real en sus casas podrían resultar difíciles de recopilar. "La pregunta es por qué la gente debería seguir proporcionando sus datos. Hace falta una motivación", señala el profesor de la Universidad Estatal de Arizona (EEUU) Eric Hekler, que trabaja con rastreadores de actividad. El experto detalla: "La gente [típicamente] lleva un rastreador en la muñeca durante un par de meses, pero incluso la molestia de cargarlo les lleva a dejar de hacerlo. Hay que perseguirles para que lo hagan".

Verily y la Universidad de Duke, que coordina el estudio, no han querido facilitar una copia del formulario de consentimiento que firmarán los participantes, por lo que no está claro qué se les pedirá, cómo se utilizarán y protegerán sus datos, ni cuáles podrían ser los conflictos de intereses comerciales.

Otro formulario independiente de consentimiento, empleado para voluntarios que expresen su interés por medio de la página web, señala que el estudio será operado mediante una empresa llamada Baseline Study LLC y que Verily podrá vender los datos de los voluntarios, por ejemplo, a las farmacéuticas, sin incluir sus nombres, direcciones ni números de teléfono. Sobre las contraprestaciones para los voluntarios, el documento aclara: "Usted no participará en ingresos ni beneficios, ni recibirá ninguna compensación financiera".

Los médicos involucrados dicen que los datos recopilados de voluntarios seguirán en manos de Verily durante dos años, pero después de ese plazo el diseño del estudio estipula que deberán ser accesibles a otros investigadores. Mega detalla que aún no se han acordado que los términos finales de la compartición de datos.

Los voluntarios pueden apuntarse a través de la página web, pero para participar tendrán que vivir cerca de los centros involucrados: la Universidad de Stanford, la Universidad de Duke o una clínica privada, el Instituto de Salud y Longevidad de California (todos en EEUU). Ese último centro es un complejo de bienestar de lujo con chimeneas y comida gourmet, que fue fundado por el CEO de Verily, Andrew Conrad, donde realizó un estudio preliminar con 200 pacientes.

La participación de este centro privado ha sido criticada, ya que Google está dirigiendo el negocio a una empresa que pertenece a uno de sus ejecutivos. La portavoz de Verily, Carolyn Wang, explica que desde entonces Conrad ha vendido su participación en el centro, pero algunos de sus primeros empleados se han ido a Grail, una empresa rival que desarrolla pruebas de biopsia líquida y que tiene en curso su propio estudio a largo plazo de voluntarios.

Baseline es un "estudio de cohortes longitudinal", lo que significa que rastreará a un gran grupo de personas durante años, amasando datos que los científicos podrán analizar para descubrir las causas de las enfermedades. Otros estudios similares incluyen al Estudio Rotterdam en Holanda, al Programa de un Millón de Veteranos Estadounidenses, y al Estudio Cardíaco de Framingham, que ha rastreado a residentes de Framingham, Massachusetts (EEUU), desde 1948 y estableció el vínculo entre fumar y las enfermedades cardíacas.

No obstante, el estudio de Google es distinto porque incluye pruebas moleculares increiblemente exhaustivas y un esfuerzo por colarse en las vidas, los hogares y los dormitorios de la gente mientras se mueve y duerme.

Según el líder del estudio Baseline en la Universidad de Duke, Adrian Hernandez, entre los 10.000 participantes habrá personas sanas y otras que, por motivos genéticos u otras razones, tengan probabilidades más altas de padecer enfermedades cardíacas y pulmonares y cáncer de mama u ovario. El responsable detalla: "Calculamos que varios cientos de participantes desarrollarán enfermedades cardíacas clínicamente significativas o cáncer. Habrá voluntarios que sufrirán un ataque al corazón, pero habrá otros que sólo manifestarán factores de riesgo". Esta variedad podría ayudar a revelar nuevas formas de predecir las enfermedades, por ejemplo partir de los niveles de actividad medidos por el reloj, o mediante combinaciones de datos genéticos y físicos.

Aunque los voluntarios ayudarán a Verily y los científicos a estudiar las enfermedades, no aprenderán mucho más sobre sí mismos que lo que descubrírían en una consulta médica. Gambhir concluye: "Cualquiera que entre [a participar] preguntándose: '¿Cómo me beneficiará a mí?', se está haciendo la pregunta equivocada".

Biotecnología

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