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Cambio Climático

La energía en 2011

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Algunos éxitos sorprendentes compensan los decepcionantes fracasos en energía solar, biocombustibles y energía nuclear.

  • por Kevin Bullis | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 28 Diciembre, 2011

Se suponía que éste iba a ser un gran año para la tecnología relacionada con la energía.

2011 iba a marcar la ascensión del coche eléctrico, al ser el primer año completo de ventas para el Volt de GM y el Leaf de Nissan, que representan la vanguardia de los vehículos eléctricos en los planes de los grandes de la industria automovilística. Pero GM no ha alcanzado sus expectativas de ventas para el año, debido sin duda a los altos costes derivados de la carestía de las baterías. Y la empresa acabó el año 'quemada' cuando la batería del uno de sus Volt se incendió tras unas pruebas de seguridad.

Era el año en el que se suponía que las empresas productoras de biocombustibles avanzados iban a fabricar 950 millones de litros de combustibles a partir de hierba y madera para cumplir con una ley federal de Estados Unidos, pero la Agencia Estadounidense de Protección Medioambiental se vio obligada a renunciar al cumplimiento de la ley, rebajando el objetivo a apenas 25 millones de litros porque no había ninguna gran planta de biocombustibles en funcionamiento.  Además, el año ha acabado con la desaparición de una de las primeras empresas dedicadas a la producción de biocombustibles avanzados, Range Fuels, que cerró sus puertas y se vio obligada a subastar sus bienes.

Para 2011 se suponía que debía haber ya células fotoeléctricas avanzadas, basadas en finas películas del material semiconductor compuesto por seleniuro de cobre, indio y galio (CIGS, por sus siglas en inglés), fabricándose a gran escala. Estas iban a ser casi tan eficientes como las células solares actuales fabricadas con silicio, pero mucho más baratas de producir, lo que convertiría la energía solar en mucho más asequible. Pero Solyndra, una empresa con sede en Silicon Valley (EE.UU.) con uno de los diseños de células solares CIGS más innovadores, se hundió al intentar reducir los costes de producción. Su quiebra en septiembre condujo al cierre de su fábrica en Fremont, California (EE.UU.), que se había construido gracias a la ayuda de un aval federal por 535 millones de dólares (unos 427 millones de euros). Este fracaso dominó la atención pública sobre el tema de las energías alternativas y dio lugar a investigaciones del Congreso.

En los últimos años parecía que íbamos a asistir a un renacimiento de la energía nuclear: se recibieron decenas de solicitudes para nuevas plantas y el Gobierno ofreció millones en avales para apoyar su construcción. No solo no se ha materializado este renacimiento en Estados Unidos en 2011, sino que el terrible desastre de la planta de Fukushima (Japón) ha desacelerado la industria aún más.

Y, un año más, el Congreso no ha conseguido aprobar una ley energética exhaustiva.

Pero también hay buenas noticias.

A pesar de que las células fotoeléctricas ultrafinas CIGS no han revolucionado la industria solar, los avances en la fabricación industrial de células solares y la economía de escala han provocado grandes bajadas en el precio de los paneles solares convencionales hechos de silicio, haciendo que la energía solar resulte más asequible. En 2011 el precio medio para una placa solar bajó casi un 50% respecto a los precios de 2010, según cálculos hechos por GTM Research. Hace tan solo tres años, los paneles solares costaban hasta tres veces más de lo que cuestan ahora y las innovaciones que se han introducido este año podrían llevar a bajar los precios aún más. Una tecnología en concreto, desarrollada en primera instancia por BP Solar, pero comercializada primero en China, podría reducir a la mitad el coste de fabricar silicio cristalino de gran calidad. Otros avances, como la tecnología Pluto de Suntech, que combina una serie de innovaciones para producir una célula fotoeléctrica que bate récords de eficiencia, y la tinta de silicio de Innovalight, que aumenta la potencia al mejorar las conexiones eléctricas, están preparándose para la producción a gran escala y prometen seguir bajando el coste por vatio de la energía solar.

Aunque Solyndra ha muerto, otros fabricantes de películas ultrafinas avanzadas están haciendo progresos, incluyendo el fabricante de placas solares CIGS Solar Frontier, que abrió una inmensa planta de 1.000 megavatios en Japón. Los investigadores siguen haciendo avanzar la tecnología de la energía solar. Una start-up denominada Alta Devices, con sede en Santa Clara, en California (EE.UU.), ha construido células fotoeléctricas que baten récords partiendo de arseniuro de galio ultrafino.

También hay buenas noticias para los biocombustibles avanzados. La start-up Amyris ha comenzado a producir químicos partiendo de caña de azúcar. Tres empresas de biocombustibles avanzados han iniciado las obras de construcción de plantas de etanol comerciales en Estados Unidos y otra, Mascoma, ha anunciado que ha conseguido toda la financiación necesaria para construir una a principios del año próximo. Mientras tanto, las start-ups siguen desarrollando nuevas formas de convertir biomasa y otras fuentes de materia prima abundantes en combustibles, entre ellas, algunas capaces de reemplazar la gasolina o el combustible para aviones.

Por otro lado, aunque en Estados Unidos el progreso en el campo de la energía nuclear es lento, la nueva tecnología para pequeños reactores modulares empieza a coger fuerza.

En el campo de las baterías, estas siguen siendo caras, pero avances técnicos que aún están en sus primeras fases de desarrollo podrían cambiar ese hecho. Una empresa espera eliminar los electrolitos líquidos y gran parte de su material de relleno. Estos esfuerzos podrían doblar la capacidad de almacenaje de energía de las baterías y ampliar enormemente las posibilidades de los vehículos eléctricos. Otra empresa presentó un prototipo que puede recortar el coste de las baterías a la mitad. Algunos avances en las baterías de combustible, que convierten eficazmente en electricidad la energía almacenada en combustibles como la gasolina, podrían contribuir a aumentar la gama de coches eléctricos, haciendo que sean más prácticos.

Si las nuevas tecnologías de baterías no funcionan, quizá sí lo haga el modelo desarrollado por Better Place. La empresa, que ha recibido muchísima atención por parte de los medios por su idea de vender coches y kilómetros de la misma forma en que las operadoras de telefonía móvil venden teléfonos y minutos, por fin ha construido algo. Tiene casi terminada una red israelí de estaciones de repostaje y estaciones robotizadas para el cambio de baterías que eliminarán la 'preocupación por la autonomía' que limita el atractivo de los coches eléctricos: el temor a que tu batería se vacíe antes de llegar al destino. También podría servir para abaratar los coches eléctricos, ya que los conductores no tendrán que comprar la batería del vehículo.

En cuanto a la emisión de gases de efecto invernadero, la mejor noticia siguen siendo el bajo coste del gas natural, que ha sido posible gracias a los avances en la tecnología de extracción del mismo de vastos depósitos de esquistos bituminosos en todo el mundo. No se trata solamente de que quemar gas natural emite menos dióxido de carbono que quemar carbón, sino de que las nuevas plantas de gas podrían ayudar a las eléctricas a integrar grandes cantidades de energías renovables. Algunas tecnologías de General Electric, entre otros, posibilitan el rápido aumento o disminución de la producción energética en plantas de gas natural planificadas, compensando las variaciones del viento y la luz solar.

Así pues, la innovación en las energías continúa. Pero el impacto de las nuevas tecnologías se verá limitado por los fracasos políticos en Estados Unidos y en otros países como China.

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